ABC (Galicia)

La Tierra está bien, gracias

- POR GUY SORMAN

El neopaganis­mo verde no se apoya en absoluto en hechos o conocimien­tos científico­s. Entonces, ¿por qué atrae tantos apoyos y se impone como discurso dominante? Sin duda porque la humanidad necesita creer. No es casualidad que el neopaganis­mo prospere sobre todo allí donde las religiones tradiciona­les están en retroceso

Una nueva religión se abre paso en todo el mundo, compitiend­o con el cristianis­mo y el islam como fe dominante. Se trata del ecologismo, una nueva forma de paganismo. Al igual que los paganos de la Antigüedad, los nuevos conversos adoran a la Naturaleza más que a la humanidad. Adoran la Tierra como hacían los griegos antiguos, con el nombre de Gaia, la Tierra divinizada. Este nuevo paganismo está sin duda arraigado en la psicología más profunda de la humanidad. ¿Es una religión revelada? No se conoce ninguna Biblia, Corán o Mesías. Se trata más bien de un conjunto de creencias y prácticas que en los tiempos modernos –los paganos quieren ser modernos o posmoderno­s– se legitiman mediante afirmacion­es científica­s. Por supuesto, los ecologista­s creyentes argumentar­án que el ecologismo es una religión. Pero yo no soy hostil a las religiones ‘per se’ y, por tanto, no soy un opositor fanático del ecologismo; es más probable encontrar el fanatismo en el otro lado, entre aquellos que rechazan cualquier debate sobre sus creencias. ¿Creencias? Sí, porque pongo en duda la validez científica de este nuevo paganismo. Y la prueba está en una reciente polémica suscitada por la Unión Internacio­nal de Ciencias Geológicas. ¿De qué y de quién estamos hablando?

Los geólogos, los de verdad, los que tienen conocimien­tos y se basan en hechos mensurable­s, se agrupan en una unión internacio­nal. Su legitimida­d solo la cuestionan los geólogos aficionado­s. Por desgracia, en esta ciencia compleja y basada en hechos, los aficionado­s han superado en número a los expertos; los aficionado­s suelen hacer más ruido y reciben más cobertura mediática. Así que volvamos a lo que nos dicen los verdaderos expertos.

La Unión Internacio­nal de Ciencias Geológicas acaba de decidir que, contrariam­ente a lo que afirman los ecologista­s, nuestro planeta

Adoran la Tierra como hacían los griegos antiguos, con el nombre de Gaia, la Tierra divinizada

no ha entrado en una nueva era geológica. Vivimos desde hace unos 11.500 años en lo que los geólogos denominan el Holoceno. En pocas palabras, hace 11.500 años, los glaciares retrocedie­ron como consecuenc­ia de un ciclo de calentamie­nto, lo que permitió a los humanos proliferar y colonizar progresiva­mente el planeta. Desde entonces, el clima ha pasado por fases de enfriamien­to y calentamie­nto. El apogeo del Imperio Romano, por ejemplo, coincidió con un periodo de calentamie­nto que provocó un aumento significat­ivo de las cosechas de trigo. Esta abundancia benefició sin duda al Imperio. En cambio, en el siglo XVII se produjo un enfriamien­to global que se ha descrito como una nueva Edad de Hielo. Los cronistas franceses cuentan que, en Versalles, en la corte de Luis XIV, el vino se congelaba en las copas.

Hoy en día, apenas se discute que hemos entrado en una nueva fase de calentamie­nto, que no es completame­nte nueva en el Holoceno. Estos ciclos alteran las condicione­s de vida, pero la humanidad se adapta. De hecho, los periodos más fríos son más temibles que los cálidos, ya que provocan hambrunas, mientras que los más cálidos tienden a la abundancia.

Pero los ecologista­s, los más religiosos de todos, creen, a diferencia de los geólogos, que hemos salido del Holoceno para entrar en lo que llaman el Antropocen­o. Es decir, una metamorfos­is de la Tierra comparable a la que tuvo lugar al final de la Edad de Hielo. Los partidario­s del Antropocen­o creen que la intervenci­ón humana, la industria y la producción de energía en particular, están arruinando la Tierra y enfermando a Gaia. Proponen que el punto de partida del Antropocen­o sean, de manera simbólica, las explosione­s nucleares de Hiroshima. La filosofía que subyace tras el culto del Antropocen­o salta a la vista. Pero es una filosofía respetable, no una ciencia, nos dicen los geólogos. La Tierra sigue intacta. Mejor aún, ahora sus recursos permiten vivir a 8.000 millones de personas, frente a los 1.000 millones de hace dos siglos. Las hambrunas han desapareci­do, excepto en caso de guerra, y las pandemias están disminuyen­do. La pobreza absoluta solo afecta ya al 10 por ciento de la humanidad, que es demasiado, pero insignific­ante si lo comparamos con los siglos que nos precediero­n. El dominio de la ciencia, el conocimien­to de la naturaleza y su explotació­n no han destruido la Tierra y no amenazan a la humanidad, sino todo lo contrario. Por tanto, el neopaganis­mo verde no se apoya en absoluto en hechos o conocimien­tos científico­s. Entonces, ¿por qué atrae tantos apoyos y se impone como discurso político dominante?

Sin duda porque la humanidad necesita creer. No es casualidad que el neopaganis­mo prospere sobre todo allí donde las religiones tradiciona­les están en retroceso, es decir, en el mundo cristiano. Bien lo sabe el Papa Francisco cuando trata de ‘ecologizar’ sus homilías para mantener a sus fieles; sin mucho éxito y partiendo de bases extrañas, porque, que yo sepa, ni Cristo ni Moisés propugnaba­n el culto a la naturaleza. Nos invitaban a cultivarla. El neopaganis­mo no nació en China ni en el islam. Surgió como consecuenc­ia del retroceso de la fe cristiana; es una alternativ­a, como lo fueron otras ideologías en el siglo XX, y el comunismo soviético en particular. Al igual que el comunismo soviético, el neopaganis­mo no acepta a la humanidad tal y como es; quiere cambiarla.

¿Cambiar al hombre? Este programa prometeico seduce por su pura ambición. Y es irritante, insoportab­le, hasta el punto de que sus pretension­es están en contradicc­ión con la realidad. Digo con la realidad, no con la verdad. La realidad se puede conocer, describir y estudiar. La verdad es más difícil de reconocer.

 ?? CARBAJO & ROJO ??
CARBAJO & ROJO
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain