La llegada masiva de falsos menas destapó la mafia que colapsó Barajas
▶Las ‘operaciones de vigilancia 24/7’ de la Policía en centros de menores fueron clave para desarticular la red ▶Coches dirigidos por la organización criminal recogían a los inmigrantes para trasladarlos a Francia
La mafia dedicada al tráfico de personas que colapsó las salas de admisión del aeropuerto de Barajas pasó inadvertida hasta que, a mediados del pasado noviembre, la Policía detectó que las llegadas de menores extranjeros no acompañados (menas) a Madrid se quintuplicaban. Fue entonces cuando, de forma conjunta, la Brigada Provincial de Extranjería y la Brigada de Información de Madrid iniciaron la operación Gargola y a raíz de ‘vigilancias 24/7’ en el centro de menores en régimen abierto de la Casa de Campo, comprendieron el ‘modus operandi’ de esta organización internacional. Algo clave para su posterior desarticulación en febrero, con 14 detenciones en distintos puntos del territorio nacional. Entre ellas, la del cabecilla de la trama, de origen senegalés, y la de una española que, a la espera de que el caso finalice con su tramitación en los juzgados, habría tenido un «papel secundario», incluso «casi casual», en ella.
Los traficados, equipados con un manual de instrucciones que les daba la mafia a la que conocían mayoritariamente por el boca a boca, embarcaban en Dakar (Senegal) con destino a Marruecos. Allí, desde el aeropuerto de Casablanca, tomaban un vuelo con destino a Madrid enseñando un pasaporte del que luego se deshacían y afirmando que sólo llegaban a España de tránsito, y que su destino eran países de Sudamérica como El Salvador.
Pero una vez llegaban a territorio español, se hacían pasar por menas, siendo derivados en su mayoría al centro dispuesto en Hortaleza y luego, extraordinariamente ante el volumen de llegadas, al de la Casa de Campo. La treta funcionó por las dificultades derivadas en el filtro aeroportuario, dado el aumento descontrolado del número de solicitantes de asilo a finales de año pasado y principios de éste. «Cuando la mafia ve el agujero, lo explota para sacar el máximo rédito económico hasta que logramos cerrarlo», trasladan a ABC fuentes de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF).
Después de comunicarlo a la Fiscalía,
los agentes empezaron a desarrollar vigilancias alrededor de los centros de acogida, cuyas direcciones ya conocían los inmigrantes antes de desembarcar en España y de donde pueden entrar y salir sin impedimento. «Ellos no quieren estar en el centro. Estaban ahí el tiempo mínimo. Su objetivo es entrar en Europa». Los operativos comprobaron entonces que, de forma organizada, varios vehículos llegaban a las inmediaciones del complejo para recoger a estas personas y trasladarlas, según descubrieron después, a municipios franceses fronterizos con el territorio español. Al principio llegaban hasta la misma puerta, pero luego empezaron a quedar en otros sitios, alejados del complejo, lo que dificultaba las vigilancias de los agentes. «Es imposible seguir a 70 personas que salen al mismo tiempo», puntualizan desde la UCRIF.
Coordinación policial
Para hacer frente a este tipo de dificultades que iban surgiendo a medida que iba desarrollándose la investigación, quienes estuvieron directamente implicados destacan la coordinación con los propios directores de los centros como un elemento fundamental para que ésta tuviese éxito. También con otras secciones provinciales de la UCRIF en Cataluña y Valencia, donde se hicieron las últimas detenciones. En concreto, en Lérida y Alicante. «La colaboración ha funcionado muy bien y parece obvio, pero sin los teléfonos móviles esta colaboración minuto a minuto para
El uso de teléfonos inteligentes se ha extendido, también entre los responsables de coordinar las redes ilegales de inmigración, que los usan para gestionar el tráfico de seres humanos. Sin embargo, el alcance de estos dispositivos funciona en ambas direcciones y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también encuentran en ellos una herramienta fundamental para llevar a cabo hacer los seguimientos no hubiera sido tan sencilla», apuntan.
A la espera de que se conozca más información –como los perfiles de los integrantes de la red o el beneficio económico que habría tenido–, pues ahora continúa la investigación judicial, destacan nuevos detalles sobre el papel de la aerolínea estatal marroquí (Royal Air Maroc) en los distintos momentos de la crisis. A principios de año, cuando las salas de solicitantes de asilo de Barajas estaban desbordadas, con unas condiciones de falta de higiene y seguridad que derivaron en una inspección por parte del Ministerio de Trabajo, fuentes policiales denunciaban la laxitud en los controles de la compañía a la hora de dejar embarcar a los inmigrantes. De hecho, antes de la imposición sus operaciones de forma más ágil. Así lo manifiestan operativos de la Brigada Provincial de Extranjería de Madrid implicados en la operación Gargola, con la que han desarticulado la organización internacional que colapsó Barajas. Comentan que, en otro tiempo, la labor de coordinación que han tenido que desarrollar en este caso no habría sido tan sencilla sin los móviles. de visados de tránsito a keniatas y senegaleses para hacer frente al uso fraudulento de las escalas, la Embajada de España en el país vecino llegó a pedir al Ministerio de Exteriores marroquí que no dejase embarcar a los senegaleses sin visado hasta que, el pasado 19 de febrero, entrara en vigor la medida.
Papel de la Royal Air Maroc
Ahora, los investigadores confirman que, si bien la Royal Air Maroc estuvo envuelta en sospechas, finalmente ha colaborado con la investigación para poder desarticular a la organización internacional de tráfico de personas. Concretamente, compartiendo información sobre los documentos que presentaban los inmigrantes en Casablanca en el momento de pasar los controles para embarcar, lo que permitió la identificación de estas personas una vez pisaban suelo español, y comprobar que, en muchas ocasiones, no eran menores de edad. Su objetivo último, más allá de permanecer en España, sería el de llegar a países francófonos con comunidades senegalesas, donde una política de visados más restrictiva les hace más difícil viajar directamente.
Así, mientras estuvo operando la mafia, las llegadas a Barajas se producían de forma masiva, lo que, a su vez derivó en un «efecto llamada», según apuntan desde la UCRIF, que acabó por colapsar el sistema de recepción en el aeropuerto. Un salto cualitativo, apuntan,
en comparación con otras crisis migratorias, al tratarse de una infraestructura crítica que no habría supuesto, sin embargo, un riesgo comparativamente mayor para la Seguridad Nacional.