En defensa de Israel y de los palestinos
Ante las desoladoras y constantes imágenes de niños palestinos heridos, o muertos, se han generalizado repudios, condenas y gravísimas acusaciones de crímenes contra Israel. Hoy alzo mi voz en defensa de Israel, y también de la población palestina, frente a opiniones totalitarias y a la repugnante ola de sectarismo antisemita. El 7 de octubre de 2023, terroristas palestinos de Gaza asesinaron a más de 1.400 personas, muchas de ellas tras sufrir torturas, violaciones o amputaciones, y secuestraron a 230 personas de los que un centenar siguen privados de libertad. Los gazatíes están sometidos a un régimen sin libertades y de pobreza, bajo el diktat de Hamas, organización terrorista. Israel, país agredido, disfruta de un régimen democrático de libertades, donde mujeres, homosexuales o disidentes viven sin ser perseguidos.
En su legítima defensa, Israel ha desplegado una respuesta militar contundente, brutal pero indispensable frente a los criminales; éstos se esconden entre sus compatriotas, sacrificándolos para revertir su imagen sanguinaria. Errores o excesos israelitas, incluso eventuales violaciones de derechos, deben investigarse, juzgarse y sancionarse, en su caso; también los de las organizaciones palestinas. Los palestinos debieran deshacerse de esos dirigentes terroristas fanáticos y destinar los fondos internacionales a liberarse del yugo de predicadores medievales o asesinos psicópatas como Haniya o Sinwar. Merecen vivir en un mundo libre, igual que el de los israelíes.
Un coro hipócrita de plañideras pretende contentar al monstruo agresor, y agrede al agredido. Algunos políticos occidentales, sindicalistas, periodistas o profesores, cómodamente amparados por las libertades de las sociedades abiertas, han descubierto que posicionarse contra Israel garantiza una imagen humanitaria positiva. Hacen declaraciones, luego elogiadas por los criminales, y olvidan lamentar las violaciones brutales de mujeres israelitas o exigir que los terroristas depongan las armas o liberen a los niños secuestrados. Hamas, Hizbulá o Yihad Islámica, instigados por Irán cuando más conviene al aliado común, la Rusia de Putin, que avanza en su agresión contra Ucrania, son jaleados por servidores de la misma propaganda, el Grupo de Puebla, nostálgicos del gulag soviético o Sudáfrica, que ha pergeñado una infundada acusación de genocidio. Son países con gobiernos que envenenan a los opositores, liquidan a mujeres sin pañuelo, prohíben derechos sociales, ahorcan a homosexuales, impiden el libre comercio y un largo etcétera que emociona a los socialistas bolivarianos, uncidos al mismo carro por el conductor de autobuses; común a todos ellos: la más absoluta corrupción.
El futuro, la libertad y prosperidad de esos pueblos y quizá del nuestro, atraviesa un momento crucial en Israel y en Ucrania. Israel representa la sociedad tolerante, libre y abierta que también necesitan los palestinos. Con Popper: por la razón y la responsabilidad, para evitar la regresión a la magia tribal. Por los propios palestinos y por nosotros mismos, hay que apoyar a Israel.