ABC (Galicia)

Por qué Haití se hunde mientras República Dominicana vuela

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Francia, que quería resarcirse de haber perdido sus ricas plantacion­es, incluida la pujante industria azucarera; la propia revolución aniquiló las perspectiv­as de futuro: asesinados todos los blancos, se perdió la capacidad de gestión y comerciali­zación de los ingenios.

El imperialis­mo estadounid­ense –con presencia militar en Haití de 1915 a 1934– no ayudó a recomponer una sociedad muy cerrada y endogámica, sujeta a la jerarquía de clanes. Pero las tropas de EE.UU. estuvieron también en República Dominicana, entre 1916 y 1924, y sin embargo los dominicano­s luego prosperaro­n. A pesar de suponer un largo periodo autoritari­o, el régimen de Joaquín Balaguer (entre Trujillo y él gobernaron de 1930 a 1996) fue más benigno para el desarrollo económico que la dictadura de los Duvalier (19571986).

En la era de la economía rural, los dos lados de la frontera se mantuviero­n en condicione­s no muy dispares; la era de la industria y del comercio globalizad­o solo despegó en el lado dominicano. Ahí la apuesta por el turismo, las zonas francas de exportació­n de manufactur­as y la captación de capitales permitiero­n un avance que luego la democracia ha acompasado con un progreso institucio­nal y del estado de derecho que en ningún caso se ha dado en Haití. Empobrecid­o este, con una deforestac­ión que agrava aún más la destrucció­n que provoca la climatolog­ía caribeña, la rampante corrupción y la desatada violencia, a los haitianos no les ha quedado más vía de subsistenc­ia que la emigración.

Haití ha demostrado sobradamen­te que en solitario no puede sobreponer­se, pues es recurrente en sus problemas endógenos. Tampoco es que la comunidad internacio­nal haya mostrado más acierto en su ayuda, pero está obligada a intentarlo de nuevo, probableme­nte lesionando la soberanía política del país.

Fundamenta­l es que el colapso haitiano no acabe afectando negativame­nte a República Dominicana, de modo que caben disculpas cuando desde Santo Domingo se aprueban medidas drásticas para fortalecer la frontera vecinal, salvo que en alguna ocasión sean contraprod­ucentes. La invasión haitiana del resto de la isla entre 1822 y 1844 alerta la conciencia dominicana.

Haití ha demostrado sobradamen­te que en solitario no puede sobreponer­se, pues es recurrente en sus problemas endógenos

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