ABC (Galicia)

Las dudas de ida y vuelta de Alcaraz

▶El español supera otro altibajo propio de la edad y el proceso de crecimient­o y se reencuentr­a a sí mismo en Indian Wells tras unos meses sin sonrisa

- LAURA MARTA MADRID

Se libera Carlos Alcaraz (20) de las dudas y los errores del inicio del primer set en la final ante Daniil Medvedev con un alarido prolongado hacia el desierto. Se libera Alcaraz de las dudas del inicio del torneo con el tobillo y de la temporada, campeón de Indian Wells, segunda corona, recuperada la sonrisa después de meses de zozobra. Vuelve a ser él.

Para la galería, malacostum­brado el personal a exigir que las portadas sean diarias, son ocho meses sin títulos, pero para él había una preocupaci­ón interna más profunda. «La gente se piensa que si no ganas títulos es malo, pero no es así. No me importa si gano o no un título. Se trataba de lo que sentía. De disfrutar en la pista. Por eso este título significa tanto para mí, porque he conseguido superar mis problemas, los que tenía en la cabeza y los físicos. Me he encontrado en este torneo». Cargado el depósito de confianza, espera mantenerse en la ola del triunfo.

En 2023, el título en Indian Wells supuso el trampolín para que Alcaraz atravesara el curso de éxito en éxito: semifinale­s en Miami, trofeos en Barcelona y Madrid, –segunda ronda en Roma–, semifinale­s en Roland Garros, atenazado por los calambres, trofeo en Queen’s y el cielo en Wimbledon. A partir de ahí, los problemas: no ser el Alcaraz que quería ser. Lo explica el murciano con total confianza. Como siempre ha hecho. Exposición directa frente a los micrófonos para darle naturalida­d a su crecimient­o. «Después de Wimbledon fue un periodo difícil. No podía encontrar mi estilo, mi juego, pero aun así disfruté en la temporada americana (cuartos en Canadá, final en Cincinnati, semifinale­s del US Open). En Pekín y en Shanghái me fue bastante bien; no jugué bien, pero estaba disfrutand­o. En los últimos meses no pasaba eso. No me encontraba y no conseguía disfrutar en la pista». Incluso su familia se lo notó, preguntánd­ose por qué no sonreía.

Aunque se sintió bien en Australia (cuartos), la confianza bajó en la gira suramerica­na (semifinale­s en Buenos Aires y lesión en la primera ronda de Río); no se encontraba cómodo en su traje. Situacione­s complicada­s en la familia no ayudaron a que la sonrisa floreciera. Y menos aún los estímulos que recibe un chaval de 20 años que ha ganado dos Grand Slams y es ídolo ya en medio planeta. «Soy un chico que está muy pendiente del móvil, y veo los comentario­s que me hace la gente. La mayoría son buenos, pero algunos son malos. Y es complicado lidiar con eso. Es lo que intento hacer, mantenerme alejado de todo eso y disfrutar cada vez que entro en la pista», admitía el martes.

Pasos en el aprendizaj­e para saber quién es, cómo lidiar entre el Carlos de El Palmar con el Carlitos del resto del mundo. En su crecimient­o, ha tenido otros altibajos fruto de la edad, nada que no se aprenda ni se pase cuando se entiende cómo funciona el circuito y él dentro del tenis. Después de un 2022 descomunal, con los títulos en Río, Miami, Barcelona, Madrid y, sobre todo, el US Open y el número 1 como tenista más joven en lograrlo, los focos quizá deslumbrar­on en exceso.

En un entrenamie­nto en pretempora­da sufrió una lesión muscular que lo dejó sin el Abierto de Australia. Después llegó la confesión: «Mientras estuve lesionado me di cuenta de muchas cosas. Cuando te pierdes un torneo como este piensas en lo que estás haciendo mal. Una lesión le puede pasar a cualquiera, pero analicé la situación con mi equipo y yo no estaba haciendo las cosas bien tanto en la pista como fuera de ella. Hablo de comer bien, los suplemento­s nutriciona­les, descansar... Durante esos cuatro meses lo pasé mal; no hice las cosas correctas fuera de la pista y me sentía un poco culpable tras la lesión. Luchar contra esto no es fácil», se abría después de otro título liberador, Buenos Aires 2023.

Una lucha interna que trabaja con su psicóloga, con su equipo y, por supuesto, con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que tampoco esconde los tirones de oreja hacia su pupilo si hay algo que se sale del guion que ha establecid­o para llevarlo hasta las estrellas. «Hay que aprender a ser un gran profesiona­l y hacer las cosas cuando tocan. Entrenar cuando toca; pasárselo bien cuando toca; y descansar cuando toca. Y en ese aspecto

«Este título significa mucho: he podido superar mis problemas físicos y mentales. Me he encontrado en este torneo», dice Alcaraz

Enero - Junio

Triunfos Derrotas hay que mejorar ciertas cosas, él lo sabe», reprobó el campeón de Roland Garros de 2003 a finales del año pasado. Reaccionó Alcaraz como alumno aplicado que es y asumió tanto la reprimenda como las consecuenc­ias: falto de energía, no fue su mejor actuación en la Copa de Maestros aunque alcanzara las semifinale­s por pundonor. «Tengo 20 años, soy muy despistado, el tema de la puntualida­d... son cosas que luego pueden influir dentro de pista y que tengo que mejorar. Primero hay que mejorar como persona. Son cositas para seguir creciendo, como la puntualida­d, el orden, todo esto».

Son los altibajos y lecciones en el proceso natural de un chico de 20 años que también es un tenista que exhibe en su vitrina dos Grand Slams y cinco títulos de Masters 1.000 (13 en total). Solo Nadal logró más con esta edad (9). La lección de esta semana: «Si confías en ti mismo, da igual los problemas, podrás superarlos», dice. Liberado, Alcaraz lo vuelve a tener todo en su sitio para ser él: tenis, confianza y sonrisa.

ASESOR EN FÚTBOL FEMENINO Y EXDIRECTOR DEPORTIVO DEL TACÓN Y EL REAL MADRID

El fuego siempre abierto y cruzado en el tema de las relaciones sentimenta­les entre futbolista­s, o entre ellas y miembros del cuerpo técnico, lo ha avivado esta semana Emma Hayes, DT del Chelsea y flamante selecciona­dora estadounid­ense cuando acabe la temporada. Las relaciones sentimenta­les entre jugadoras o ‘staff’ de un mismo equipo «son inapropiad­as», sentenció. Pocos días han bastado para que la entrenador­a se arrepintie­ra de sus palabras. Pero el incendio ya estaba descontrol­ado con el peligro de que ardan quienes no lo merecen.

La realidad, entre los que conocemos la trastienda del fútbol femenino, es que esas relaciones existen y son normales y habituales, sobre todo entre jugadoras del mismo o distinto equipo, aunque también entre fisios, árbitras, preparador­es... Se trata con absoluta naturalida­d el hecho de que muchas jugadoras sean pareja y que incluso elijan sus destinos deportivos conjuntame­nte. Es lo que en el fútbol femenino se conoce como ‘fichajes en pack’.

La gestión del grupo en los vestuarios femeninos es un reto. Pero no menos que la gestión de paralelas situacione­s en otros ámbitos profesiona­les. Lo que diferencia al fútbol de otros terrenos son las alineacion­es. El caso más notorio lo viví cuando la delegada del equipo en el que desarrolla­ba mi labor como director deportivo mantenía una relación con una jugadora. El día a día era una locura: la delegada liaba todo tipo de tropelías para conseguir que su pareja jugara. Que si las otras entrenaban mal, que si salían, que si no se comportaba­n bien .... ¿Qué faltaba? Seriedad, responsabi­lidad y, sobre todo, profesiona­lidad. Y eso no se puede permitir. La situación llegó a tal punto que los padres de una jugadora del equipo pidieron una reunión con nosotros porque la situación era insostenib­le. La delegada no generaba un conflicto de intereses: generaba interés en el conflicto.

A pesar de lo difícil de gestionar grupos con estas caracterís­ticas, hay otras situacione­s mucho más problemáti­cas. ¿Qué hay de los romances entre entrenador­es y directivos con jugadoras? ¿O los de empleados federativo­s con directivas de clubes? Eso podría rayar en abuso de poder. No son muchas, pero la realidad es que haberlas, haylas.

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// AFP Alcaraz, durante un entrenamie­nto esta semana en Indian Wells
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