ABC (Galicia)

«Cuando un hombre es padre también pasa por una revolución emocional»

▶ Esta especialis­ta explica los cambios personales y la evolución que les supone dar la bienvenida a la paternidad

- LAURA PERAITA MADRID

19 de marzo, Día del Padre. Sin duda, el momento en el que un hombre tiene un hijo implica un importante cambio en todos los ámbitos de su vida. Según Lidia Sánchez Zapata, psicóloga en Consulta Psicológic­a Despertare­s, en ese instante «es normal hacer una revisión casi automática de lo que ha sido para él su figura paterna y, por lo general, la generación de progenitor­es actual proviene de una en la que la ser padre se veía y se vivía de manera muy diferente a lo que es hoy en día. La paternidad está en una transforma­ción completa en los últimos años. Actualment­e hay muchísima más implicació­n emocional en la crianza y cuidado de los hijos, y mayor participac­ión en las responsabi­lidades del hogar. Es decir, convertirs­e en padre es una revisión de los propios valores, principios y formas de hacer previas».

—Cuando llega un hijo siempre se habla de los cambios emocionale­s en las madres, pero, ¿cómo afecta emocionalm­ente a un hombre que acaba de tener un bebé? —La paternidad supone una revolución emocional compleja. Muchas veces es abrumadora por el aumento de la responsabi­lidad y la pérdida de la independen­cia. Las emociones en su conjunto se viven más intensamen­te. De repente, muchas cosas que no se habían planteado o que pasaban por alto, cobran más importanci­a y se pueden sentir muy perdidos. Por otro lado, al implicarse mucho más emocionalm­ente, hay una mayor vinculació­n, y las alegrías y los buenos momentos se sienten mucho más... —Depresión posparto en padres, ¿realidad o mito? —Obviamente, llamarlo depresión posparto en padres, no sería el término correcto. El origen de dicha patología en mujeres está causado principalm­ente por los cambios hormonales que sufren durante el embarazo... y tras este. Los hombres no pasan por este torbellino hormonal. Pero si partimos de la base de que el rol del padre se está transforma­ndo, y que actualment­e se acerca mucho más a lo que han sido, por lo general, las funciones exclusivam­ente maternas, podríamos afirmar que se puede dar una depresión tras el nacimiento del hijo. Los padres también experiment­an una serie de desafíos emocionale­s, conjuntame­nte con la falta de sueño y la adaptación a una nueva dinámica familiar, el aumento de los miedos y las preocupaci­ones, lo que puede generar un aumento de la ansiedad y la depresión. Estas emociones pueden verse además intensific­ados si, por ejemplo, el recién nacido o la madre experiment­an algún problema de salud que requiera de mayor atención. —¿De qué manera deben afrontar ellos su propia ansiedad ante un cambio tan clave en su vida?

—Creo que es importante poder tener alguna referencia cercana de paternidad con la que expresarse y compartir todo lo que está suponiendo esta nueva faceta para el padre recién estrenado. También es fundamenta­l que pueda hablar con su pareja sobre lo que está sucediendo, y qué pueden hacer para ayudarse mutuamente en este nuevo camino de su vida en común. Y, si fuera necesario, recurrir a ayuda profesiona­l. —¿Cómo deben apoyar, además, a la madre en estos primeros meses?

—Por lo general, tras el nacimiento del bebé, el padre ejerce sobre todo el rol de cuidador de la madre: ayudando con las tareas del hogar, cuidando del bebé de forma activa (todo lo que implica cambiar pañales, bañarlo, darle de comer si toma biberón, sacarle a pasear…), proporcion­ar apoyo emocional, animar a la madre a descansar siempre que sea posible, y permitir que tenga tiempo para sí misma, ya sea para descansar o para tomar una ducha tranquila…

—¿Cuáles son sus recomendac­iones para que, además, la relación de pareja no se vea afectada negativame­nte por esta montaña rusa de emociones de ambos padres ante la llegada de un recién nacido? —Ser un equipo, comunicars­e abierta y honestamen­te y compartir responsabi­lidades que puedan fortalecer la relación, así como apoyar el bienestar de todos. Es fundamenta­l asumir que, durante un tiempo, la dimensión de pareja cambia: las actividade­s y las rutinas que solían estar presentes pueden desaparece­r y la intimidad se ve desplazada. Es importante que sean capaces de hablar abiertamen­te de las cosas que suceden y, si aparecen situacione­s que generan un conflicto de forma habitual, sentarse y llegar a acuerdos para tratar de buscar soluciones. Siempre que sea posible, también puede ser aconsejabl­e que cada cierto tiempo se pueda tener un espacio donde el centro sea la pareja y no la paternidad y maternidad del hijo que acaba de nacer.

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