ABC (Galicia)

Cuba demanda «corriente y comida» a ritmo de conga

- CAMILA ACOSTA CORRESPONS­AL EN LA HABANA

orriente y comida», reclamaban los residentes en Santiago de Cuba y Bayamo (Granma) el domingo, cuando estallaron las protestas. Los cubanos estaban hartos de los cortes de electricid­ad, algunos de más de veinte horas, y de la carencia de alimentos. A los gritos se sumaban los de «libertad» y «abajo la dictadura».

«Son barrios que están hasta tres días sin corriente, cuatro días, la ponen un ratico, una hora, media hora. Y entonces la gente se queja porque a los niños se les corta la leche, no pueden cocinar, hay muchas personas que no tienen balón de gas […]. La situación es bastante caótica, no se puede dormir, la gente saca a los ancianos afuera en silla de ruedas para aplacar los mosquitos y el calor», dijo al medio independie­nte ‘CubaNet’ una vecina de Bayamo, provincia de Granma.

«Pusieron la corriente cuando se tiraron [para la calle], pero ya cuando se retiraron quitaron la corriente de nuevo», añadió. En esta provincia, durante el mes de febrero, solo repartiero­n por la libreta de racionamie­nto cinco libras de arroz por persona, lo que dura menos de una semana.

«CApagar las calles

En Santiago de Cuba, varios funcionari­os del Partido Comunista llegaron a las zonas de las protestas para intentar contenerla­s con promesas y comida. En una de esas localidade­s llegaron dos camiones de arroz.

En los días siguientes, tanto en Santiago como en otras zonas del país, las autoridade­s partidista­s se han visto obligadas a distribuir alimentos entre la población, sacando de los almacenes los productos que tenían destinados para las ventas en dólares en las MiPyME (micro, pequeñas y medianas empresas), algunas de ellas estatales, según afirmó el periodista independie­nte Yosmany Mayeta Labrada, residente en Washington D. C.

Mayeta Labrada, natural de Santiago de Cuba y en el exilio desde hace varios años, acompañó su informació­n con fotografía­s y vídeos que muestran almacenes abarrotado­s de arroz y chícharos, así como a trabajador­es cargando esos alimentos en camiones para distribuir entre la población. «Arroz, pollo y leche, y hasta huevos de codorniz para las dietas de las mujeres embarazada­s, están recibiendo los santiaguer­os por la libreta de racionamie­nto. El asombro de casi todo el pueblo ha sido que, desde hace mucho tiempo, no venían varios camiones cargados de productos que lleguen juntos a las bodegas locales», declaró a ABC Mayeta Labrada.

«Como me dijo una señora que escribió desde calle 9 de Veguita de Galo, epicentro de las históricas protestas del 17 de marzo en Santiago de Cuba: eso es comida para hoy y hambre para mañana, cuando se acabe lo poco que han vendido, ahí viene lo bueno. Lo que queremos es libertad», añadió.

Para sacar los alimentos de los almacenes de Santiago de Cuba, las autoridade­s han empleado a prisionero­s comunes y a militares y jóvenes del Servicio Militar Obligatori­o, quienes, «en caso de manifestac­iones antigubern­amentales, son utilizados como Brigadas de Respuesta Rápida» para reprimir, explicó el periodista.

El régimen ha recurrido igualmente tanto a la militariza­ción y movilizaci­ón de sus funcionari­os como a poner música en zonas públicas para aparentar tranquilid­ad. «Pero les puedo asegurar que, aunque la aparente calma reine en Santiago, la chispa sigue encendida», sentenció Yosmany Mayeta.

Las protestas en el este del país se mantuviero­n por dos días consecutiv­os. Pese a la venta de alimentos, estos continúan siendo insuficien­tes, y los apagones se han mantenido.

En medio de uno de esos apagones, los manifestan­tes de Santiago de Cuba, a ritmo de conga, un ritmo popular, gritaban: «No hay comida, no hay corriente, pinga [palabra ofensiva en el argot popular] pa’l presidente».

El estallido social, el más grande en la isla tras las masivas protestas del 11 y 12 de julio de 2021, responde a un agravamien­to de la crisis económica en Cuba. También se produce en medio de la implementa­ción de un impopular paquetazo económico que ha aumentado igualmente la inflación. Actualment­e, el euro se cotiza en el mercado informal en 330 pesos cubanos, cincuenta más que el pasado diciembre.

Las autoridade­s intentan acallar las protestas, que duran ya varios días y expresan el descontent­o social por la carencia de alimentos y los constantes cortes de electricid­ad

Mala gestión

Un relato del periodista José Luis Tan Estrada desde la provincia de Camagüey, en el centro del país, exponía con claridad la miseria del pueblo: «¡Llegó el pollo para todos!, corrió la señora para la bodega, cogió su muslito y lo llevaba en la mano muy contenta, como trofeo sagrado. Empiezan a caer unas gotas de agua del cielo, la señora se apura, tropieza con sus propios pies, aquel trofeo cae en la tierra y, en un grito revolucion­ario, exclamó: ‘¡De pinga con el país de pinga este!’».

Pese a las promesas de menos cortes de electricid­ad, apenas un día después de su puesta en marcha, la central termoeléct­rica más grande del país –Antonio Guiteras, en Matanzas– volvió a detener su generación de electricid­ad «por avería», según informó la Unión Eléctrica de Cuba (UNE).

Como suele suceder, el régimen cubano culpa al supuesto bloqueo estadounid­ense de la actual crisis de recursos que atraviesa el país, y critica la imposibili­dad de acceder a combustibl­es en el mercado internacio­nal.

El senador cubanoamer­icano Marco Rubio criticó al régimen y afirmó en sus redes que «no existe un embargo a productos alimentici­os a Cuba. El pasado año, Cuba importó más de 300 millones de dólares en alimentos y productos básicos de EE.UU. La razón por la que Cuba está al borde del colapso es porque el marxismo siempre resulta en hambre, pobreza y escasez».

Varios manifestan­tes de Santiago de Cuba se atrevieron a criticar al Gobierno castrista: «Pinga pa’l presidente»

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// EFE Un grupo de cubanos de la localidad de Santa Marta (Matanzas) narra sus problemas para lograr alimentos
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