Los líderes de la UE, apremiados por la sombra de la guerra
▶La presidenta Ursula von der Leyen ha pedido un informe sobre la preparación de la defensa civil en caso de guerra en territorio europeo
El Consejo Europeo que comenzó ayer en Bruselas está destinado a ser una de las referencias para el futuro inmediato de la Unión Europea y su seguridad en una atmósfera cada vez más ensombrecida por la situación en el frente. Los Veintisiete tienen que enviar un mensaje claro e indudable sobre su determinación a hacer lo posible por ayudar a Ucrania a salir de esta situación, con la certeza cada vez más sólida de que es necesario para garantizar nuestra propia seguridad.
De modo que Ucrania, la evolución de la guerra y la perspectiva de que un día este país sea miembro de pleno derecho son el eje sobre el que han girado todos los debates, con la necesidad de ponerse de acuerdo para entregar a Ucrania lo que pueda permitirle ganar esta guerra o, al menos, hacer que el dictador ruso Vladímir Putin la pierda.
Consecuencias apocalípticas
Contrariamente a lo que han sido hasta ahora estas reuniones de los líderes europeos, lo primero que tienen que calcular para ponerse de acuerdo es el número de obuses de artillería que pueden proporcionar a los ucranianos. Y a diferencia de lo que suele pasar en otros proyectos, que si no funcionan es posible camuflarlo, las consecuencias de no poder cumplir lo que se ha planeado pueden ser apocalípticas. La situación es tan peliaguda que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen ya ha encargado formalmente al expresidente finlandés Sauli Niinistö que redacte un informe sobre la preparación, disposición y herramientas de defensa civil de los europeos. Y lo ha elegido porque cree que «hay mucho que aprender de un pueblo que vive muy cerca de un vecino tan impredecible y agresivo».
Tal como han entrado en la reunión, los distintos dirigentes europeos han manifestado su inquietud por la situación, aunque no todos con la misma intensidad. El belga Alexander de Croo insistió en que los europeos «tenemos que continuar y acelerar nuestro apoyo a Ucrania. La necesidad actual está en las municiones» porque «aunque Rusia no ha ganado la guerra, tampoco la ha perdido y si no mantenemos el apoyo en los próximos meses se podrían producir retrocesos». En un artículo muy revelador publicado como anticipo de esta reunión, el presidente del Consejo, Charles Michel, había dicho que «está claro que Rusia no se detendrá en Ucrania, como no se detuvo en Crimea hace diez años. Rusia es una grave amenaza militar para nuestro continente y si no logramos una respuesta correcta de la UE y no brindamos a Ucrania suficiente apoyo para detener a Rusia, seremos los siguientes. Por lo tanto, debemos estar preparados para la defensa y pasar a un modo de ‘economía de guerra’. Es hora de asumir la responsabilidad de nuestra seguridad».
En contraste con este ambiente general, aunque Pedro Sánchez habló a su llegada de «reforzar las medidas de disuasión» hacia Rusia, desde la delegación española se indicaba que su posición es «un poco más moderada», porque «discrepamos de la retórica que habla de economía de guerra y que creemos que es una distorsión de la realidad».
España pretende rebajar la «retórica de la guerra» sobre las consecuencias de una eventual victoria de Putin en Ucrania
Charles Michel advierte que «si no damos a Ucrania suficiente apoyo para detener a Rusia seremos los siguientes»
Negociaciones de adhesión
Michel se había reunido la víspera con Denys Shmyhal, el primer ministro ucraniano, como preparación de la reunión en la que la Comisión Europea ha aportado un informe con su opinión sobre la pertinencia de avanzar en las negociaciones de adhesión. «Agradezco el apoyo financiero de Ucrania y la decisión de diciembre de abrir negociaciones de adhesión. Ahora es importante adoptar sin demora el marco de negociación». En este asunto muy probablemente no habrá discrepancias, y las pocas que pueda haber vendrán del hecho de que la Comisión también tiene que decir si cree que ya se pueden abrir esas negociaciones con Bosnia y Herzegovina, como piden algunos países como Croacia, o si creen que aún no están preparados. Sin embargo, todos los temas vuelven a Ucrania y si al final aceptan decir le que sí a Bosnia, será porque políticamente no pueden negarle un trato al menos parecido. Y por lo que respecta a Ucrania, se ratifica la decisión de otorgarle otros 5.000 millones de ayuda inmediata del Fondo Europeo de la Paz. La idea de utilizar los rendimientos de los haberes rusos congelados en Europa por las sanciones, para obtener más fondos para ayudar al Ejército ucraniano, queda pendiente de que los juristas busquen los argumentos para hacerlo posible.