ABC (Galicia)

Carrizosa es Hiro Onoda: el soldado japonés al que no avisaron del fin de la guerra

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

Carlos Carrizosa es el Hiro Onoda de la política española, pero él todavía no lo sabe. Hiro Onoda fue un militar japonés, oficial de inteligenc­ia del Ejército Imperial, que luchó en la Segunda Guerra Mundial y no se rindió hasta 1974, después de haber pasado casi treinta años sobrevivie­ndo en las selvas de Filipinas. Como nuestros héroes de Baler, pero durante tres décadas. Nadie le avisó y el pobre hombre se pegó la vida en guardia, oculto, anhelando una victoria que ya no podía llegar, anhelando una distopía. Lo sabía todo el mundo, el planeta entero, menos él. Como Carlos Carrizosa, un político cegado por un sueño de razón que ya ha enterrado demasiados cadáveres.

El PP y CS rompieron ayer sus negociacio­nes para concurrir juntos a las elecciones europeas y catalanas bajo las siglas del primero, pero lo que realmente estalló ayer fue el partido liberal. O lo que queda de él. Nunca antes había visto una ruptura de negociacio­nes en la que las dos partes argumentar­an lo mismo: que, en caso de concurrir juntos, CS no podía garantizar que en el futuro sus diputados lideraran una escisión o que rompieran el grupo parlamenta­rio. El secretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, no podía garantizar­lo y la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, no podía fiarse. Conclusión: al garete la voluntad mutua de concurrir juntos en aras de unir a los votantes de centro-derecha y de ofrecer a CS un final elegante, un sepelio honorable, una muerte digna.

Ciudadanos fue un proyecto político importante y digo fue porque ya no lo es. El partido que un día presidió Albert Rivera y que ilusionó a toda una generación de españoles tiene un hito que pasará a la historia de nuestra democracia: liderar el movimiento de resistenci­a cívica y constituci­onalista al acoso independen­tista, al pensamient­o único, a la imposición de una mayoría minoritari­a sobre una minoría mayoritari­a. La manifestac­ión del 8 de Octubre, la victoria de un partido no independen­tista en las elecciones catalanas. Todo eso fue algo más que un éxito político, fue un grito de esperanza, fue un llamamient­o a la militancia democrátic­a. Fue, en suma, un éxito que justificó aquel proyecto. Pero todo eso pasó y hace ya muchos años que CS es como la peli de ‘El sexto sentido’: está muerto y no lo sabe.

La ruptura de las negociacio­nes entre el PP y Ciudadanos es consecuenc­ia del adelanto electoral en Cataluña porque ha obligado a ambas partes a negociar no sólo las listas de las europeas, sino también las de las catalanas. El acuerdo entre Cuca Gamarra y Adrián Vázquez estaba ya visado para el 9-J y tenía mucho sentido, pero el sector grupúsculo liderado por Carlos Carrizosa en Cataluña lo ha impedido. Vázquez no podía responder por los suyos y por eso ha dimitido. Le honra y sobra decir que mal hará el PP si no le hace una oferta que no pueda rechazar. Su labor en Europa no ha hecho más que empezar y la batalla del constituci­onalismo español por defender el Estado de derecho necesita políticos como él. Más Vázquez y menos Carrizosa.

Hiro Onoda tardó mucho en rendirse, tres décadas, pero acabó aceptando una realidad que negaba el sentido de su vida. Los diputados de CS deben hacerse una pregunta, en parte por el respeto que merece el trabajo que ellos mismos han realizado durante tantos años y que ya forma parte de la política española. ¿Y lo bonito que puede llegar a ser poner el punto y final, decir adiós, despedirse? Porque, a veces, la tristeza también puede ser bella.

Mal hará el PP si no hace a Adrián Vázquez una oferta que no pueda rechazar

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// INÉS BAUCELLS Carlos Carrizosa, portavoz de Ciudadanos en Cataluña
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