Sánchez ignora el pulso de Puigdemont pese a las críticas al prófugo de Page y Lobato
▶ El PSOE aparca su mesa de diálogo a nivel internacional con ERC hasta después de las elecciones europeas
Empieza a ser una constante que el presidente del Gobierno tenga que posicionarse, cuando viaja a Bruselas (Bélgica), sobre el independentismo catalán o Carles Puigdemont. Ayer, le volvió a pasar. Su comparecencia ante la prensa, tras la reunión del Consejo Europeo, fue casi una gestión de los tiempos utilizados sobre la decisión del expresidente de la Generalitat de presentarse a las elecciones catalanas para mantener vivo el ‘procés’. Ni sus ataques al PP ni el anunciado reconocimiento de Palestina como miembro del tablero internacional evitaron que Puigdemont se llevara el foco mediático de las palabras del presidente del Ejecutivo español. Tampoco le inmutaron las quejas, sobre la cuestión de la candidatura del líder de Junts, de dos de los barones socialistas, el castellanomanchego, Emiliano GarcíaPage, y el madrileño, Juan Lobato. Pedro Sánchez se pronunció ayer, por primera vez, sobre lo que supuso la conferencia de Puigdemont en Elna (Francia) y quiso restar importancia a la candidatura de Puigdemont. «Creo que es la tercera vez que se presenta», señaló, al tiempo que mostró su convencimiento en la victoria del candidato del Partido Socialista de Cataluña (PSC), Salvador Illa, e incluso remarcó, en varios momentos, que lo haría «por un margen mayor al que dan los sondeos». Y esto después de que el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat otorgase a Illa una hipotética victoria en las urnas con una horquilla de entre 35 y 42 escaños sobre 135.
Orillar el debate territorial
A juicio del jefe del Ejecutivo, esta comunidad vive ahora «un tiempo nuevo» en el que el debate es el de «una Cataluña que mire hacia adelante o una Cataluña que mire hacia atrás». Se trata, dijo, de «una disyuntiva» que los electores de las cuatro provincias catalanas tienen ante sí en los comicios del próximo 12 de mayo.
Sánchez evitó pronunciarse sobre la posible vuelta a España del expresidente catalán, fugado de la Justicia, que será el mayor beneficiado de la ley de amnistía que él mismo negoció con el PSOE, a cambio de su apoyo a la investidura del pasado mes de noviembre, tras las elecciones generales del 23 de julio.
En un discurso claramente orientado hacia la campaña de mayo, Sánchez elogió al candidato de los socialistas catalanes y exministro de Sanidad de su Gobierno como el hombre idóneo para el futuro de Cataluña. «Más allá de lo que pueda decir uno u otro candidato, lo importante es mirar hacia el futuro, tener un ‘president’ que se dedique ‘a las cosas’, como dice Salvador Illa, que una y que sirva al conjunto de la ciudadanía catalana», concluyó el líder del PSOE.
Este «a las cosas», a su juicio, «tiene que ver con la sequía, tiene que ver con la sanidad pública, tiene que ver con la educación, tiene que ver, también, con el autogobierno, su reforzamiento y su desarrollo y su ejecución, y tiene que ver también con la reindustrialización», añadió Sánchez, en una intervención en la que elogió el papel de Cataluña como «motor» económico de España.
En definitiva, y en línea con el discurso que tanto el presidente como Illa empezaron a ensayar el pasado domingo en Barcelona en la clausura del congreso del PSC, un discurso centrado en los aspectos económicos que orilla ahora la ley de amnistía, en trámite de aprobación definitivo, tras habérsela concedido a Puigdemont y los partidos del independentismo.
Abundando en esas cuestiones concretas, en particular sobre los problemas de abastecimiento de agua en Cataluña, y en un dardo velado a los partidos independentistas, Sánchez sacó a colación un dato durante su comparecencia en la sede del Consejo Europeo en la capital comunitaria: «Se habla mucho de la sequía y hay que recordar que en Cataluña la última desaladora que se abrió fue en el año 2005. Bueno, pues hay que estar ‘a las cosas’, y eso es lo que propone Salvador Illa. Y eso va a ser bueno para Cataluña y bueno para el conjunto de España», sentenció.
Esta diplomacia, que se entiende en tanto que seguir en La Moncloa depende de aceptar las exigencias del líder de Junts, chocó con las quejas que, al menos, dos de los barones socialistas mostraron ayer por la escasa o nula respuesta que el PSOE está dando a los retos de los partidos secesionistas, especialmente, a Puigdemont.
Las dudas en el PSOE
García-Page, en declaraciones a los medios, mostró su preocupación respecto al paso dado por el expresidente de la Generalitat, sus formas, su tono y sobre todo lo que promete, «después del esfuerzo que se está haciendo por parte del Gobierno de pasar página», en referencia a la ley de amnistía. Y es que el presidente de Castilla-La Mancha señaló que, si «después de todo eso», la meta final es que Puigdemont vuelva, «no solo para amenazar, sino para intentarlo», «el ridículo al que nos exponemos es histórico».
El presidente castellanomanchego alabó a Illa, como también hizo el madrileño Lobato en declaraciones a RNE, quien tras asegurar que la celebración de un referéndum de independencia no es legal, pidió al independentismo «que haga un esfuerzo de reconocimiento de la generosidad del PSOE, empezando por no faltarles al respeto». Un descontento que no se oyó por boca del secretario general del PSOE.
Por otro lado, los socialistas y ERC anunciaron ayer que aplazan las próximas reuniones de la mesa de diálogo, a nivel internacional y con mediadores, hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio.
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