Rueda mantiene el tándem PazosPrado para la pugna en O Hórreo
▶Premia el «buen» papel de su portavoz parlamentario en la pasada legislatura; junto a la secretaria general, un dúo rocoso para contrarrestar a la oposición ▶Dos caras nuevas en la dirección del grupo: Cristina Sanz y María M. Allegue
Presume el PP gallego de ser previsible. Lo era con Alberto Núñez Feijóo y no ha dejado de serlo con Alfonso Rueda. Lo lógico era seguir apostando por quien ya se fajó durante algo más de tres meses, tiempo suficiente para probar su valía, pero muy escaso para considerar que ya había agotado su cometido. Y no hubo sorpresas. El líder conservador mantiene su confianza en Alberto Pazos como portavoz del Grupo Popular en el Parlamento gallego. «Merecía continuar ya en esta legislatura desde el principio», comentó ayer Rueda ante los medios, después de que el PPdeG informase de los nombres que encabezarán el grupo parlamentario, registrado por la mañana en la Cámara. Rueda elogió a Pazos por su desempeño tras sustituir a Pedro Puy, reclamado por Feijóo en Madrid – «lo hizo francamente bien»-, y lo situó como principal argumento para darle continuidad. Era el «mejor» candidato, lo alabó Paula Prado, número dos del PPdeG.
La de Pazos es una designación que se daba prácticamente por descontada, por la experiencia que acumula, fogueado ya en la portavocía, tiempo en el que le tocó fajarse con la oposición, sin ir más lejos, durante la politización del vertido de pélets, antes de la campaña electoral. A esto suma su recorrido en el Parlamento, como diputado en las dos últimas legislaturas y el precedente de 2012-13. Para redondear su ‘expertise’, Feijóo confió en él como secretario de Organización del PPdeG, y fue director xeral de Administración Local de la Xunta (2013-16).
En septiembre, su nombramiento ya fue saludado por BNG y PSdeG con aspereza y sin el menor asomo de cortesía parlamentaria. Especialmente por parte de Ana Pontón, quien aseguró que Rueda optaba por la opción más ultra. Todo un piropo para Pazos, que no elude entrar en el cuerpo a cuerpo con sus rivales ni escamotea los debates más caldeados. Justo lo contrario. Es más de la escuela de Miguel Tellado que de Puy. En todo caso, Pontón ya dijo, antes de arrancar la legislatura, que esperaba a un PP gallego «más prepotente y más absolutista que nunca».
Tampoco causó ninguna sorpresa que la secretaria general del PPdeG, Paula Prado, continúe como viceportavoz; la exigencia de ser la número dos del partido ya provocó en su momento que Rueda no le sobrecargase de trabajo, ante el encargo de diseñar (con éxito, se demostró el 18F), la campaña de las autonómicas. Pasado el ciclo electoral, sigue antojándose más razonable no compaginar dos funciones de alta demanda. Diputada en las cuatro últimas legislaturas, con bagaje como viceportavoz, pocas presentaciones precisa. Junto a Pazos, un tándem rocoso para repeler los ataques de la oposición. Completan la dirección del grupo dos rostros nuevos: Cristina Sanz Arias (Lugo) y María Martínez Allegue (Pontevedra); sustituyen a Marisol Díaz Mouteira y Raquel Arias. «Mezclamos una parte de experiencia» con una «dosis de renovación importante», expuso Rueda. Las dos incorporaciones, aseguró, «aportan esa potencia en femenino que tiene una gran parte del grupo».
El presidente del PPdeG avaló que ambas cuentan con «experiencia política» y «conocen bien la administración», con el matiz de que una ya conoce la ‘casa común’ de los gallegos y la otra es novata. Sanz Arias, edil en Lugo, ya se sentó en la bancada popular en la anterior legislatura, tras ostentar el cargo de subdirectora de inversión del Igape. En O Hórreo llevó cuestiones econó
Primera discordancia El Grupo Socialista, con 9 diputados, pretende tener tres viceportavoces, como PP y BNG, con las pertinentes retribuciones económicas
En ese momento de ilusión ofreció el polígono de Ribadeo como sede
Cuando el BNG suspiraba por Altri
Corría el año 2021, estábamos saliendo de la pandemia, y la multinacional Altri comunicó su intención de instalar una fábrica de fibra textil vegetal en Galicia.
No tenían claro donde, pero sí que querían aprovechar la masa forestal gallega para convertirla en un material con el que después hacer tejidos.
Todas las comarcas querían albergar un proyecto que supondría generar más 2.000 empleos directos en un sector, el industrial, que paga más y ofrece mejores condiciones que otros. ¿Por qué la situación económica de País Vasco o Madrid es mejor que la de Galicia? ¿Por qué hay más oportunidades? No es que sean más listos ni que estén tocados por la barita de Dios, sino porque tienen más fábricas.
En ese momento de ilusión el BNG ofreció el polígono industrial de Ribadeo, en Lugo, como sede de Altri. Lo hacían por boca de Fernándo Suárez, entonces alcalde y que llegó incluso a enviar una carta a la dirección de la multinacional portuguesa para explicarles por qué su pueblo era una buena localización.
Los argumentos se los compro todos: revalorizaría la masa forestal de la Mariña de Lugo y supondría un revulsivo económico para la zona.
Tres años después, ese mismo partido define el proyecto de Palas de Rei (el mismo que querían para Ribadeo) como una «bomba medioambiental» que va a arruinar la comarca. Presionan para que no salga adelante y se suman con entusiasmo a los grupos que solo ven inconvenientes en un proyecto industrial único en Europa.
¿Ecologismo convencido o miedo a que el proyecto salga bien y el mérito sea de otros? La situación da que pensar, no es lógico compatibilizar el «Alcoa non se pecha» con el «Altri non se abre».
Se iba a acabar el mundo cuando se levantó la planta de Reganosa en Mugardos, a día de hoy los mismos que se concentraban a la entrada de los gaseros en la ría de Ferrol clamarían contra la destrucción de empleo industrial si se anunciase un cierre. Son las contradicciones de la izquierda en Galicia. Nada nuevo bajo el sol.