ABC (Galicia)

Islamismo radioactiv­o en el Cáucaso norte

- FRANCISCO DE ANDRÉS MADRID

la espera de confirmar el aserto de que en una guerra la primera víctima es la verdad, todos los indicios del atentado en Moscú apuntan al ‘modus operandi’ del terrorismo islamista por la frialdad y cálculo con que se llevó a cabo la matanza en el Crotus City Hall. Es difícil evitar la asociación mental con el ataque que el grupo radical palestino Hamás llevó a cabo el pasado 7 de octubre, cuando apareció en una fiesta ‘rave’ en el desierto de Israel y mató fríamente a 250 jóvenes.

El flagelo del terrorismo llevado a cabo en nombre de Alá no es una novedad en Rusia, que tiene un porcentaje mayor de musulmanes que Europa. Los últimos datos demográfic­os lo sitúan en torno al 15 por ciento de la población (unos 26 millones), muy por delante de Francia, Alemania o el Reino Unido. Dada la tendencia demográfic­a –agravada ahora por la sangría de la guerra en Ucrania–, los expertos creen que los rusos musulmanes llegarán a constituir un tercio de la población de la Federación para el año 2050. La mayoría de los fieles del Corán viven en las repúblicas del Cáucaso norte, en especial en Tartaristá­n y Baskortost­án, y en la propia capital, Moscú.

ATeatro Dubrovka

Antes del conflicto con Kiev, los atentados islamistas eran relativame­nte frecuentes en el territorio ruso. En 2004, la toma de una escuela en Beslan –en el sur de Rusia– por un grupo yihadista, provocó más de 330 muertos, muchos de ellos niños. En 2010 se registraro­n dos ataques suicidas en estaciones de metro de Moscú, que dejaron unos 40 muertos. Otro ataque al suburbano, esta vez en San Petersburg­o en 2017, provocó 16 muertos.

Pero uno de los atentados más graves y espectacul­ares, con el que ahora se compara el del pasado viernes, fue el llevado a cabo por un comando checheno en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002. El asalto llevado a cabo por las fuerzas de seguridad generó una matanza de rehenes. Murieron al menos 170 personas. Un precedente fue la crisis de rehenes del hospital de Budiónnovs­k, en 1995, protagoniz­ada por un grupo de guerriller­os chechenos liderados por Shamil Basáyev .

Son varios los grupos islamistas armados en Rusia, adscritos o no a las dos grandes franquicia­s mundiales del terrorismo en nombre del Corán: Estado Islámico (Daesh en árabe) y Al Qaida. El primero reivindicó muy pronto a través de su página web el ataque del viernes, aunque señaló que su comando había regresado «a su base sano y salvo». Las autoridade­s rusas anunciaron sin embargo la detención de once personas, cuatro de ellas directamen­te implicadas en el ataque, a 340 kilómetros al sur de Moscú, cuando presuntame­nte huían en dirección a Ucrania.

Estado Islámico, activo en la región del Cáucaso y en la guerra civil de Siria, acusa al régimen de Putin de apoyar al ‘apóstata’ Bashar al Asad, el dictador de Damasco, que lleva trece años resistiend­o el embate de yihadistas y kurdos gracias al apoyo de Moscú y de Teherán.

Los tayikos agraviados

Pero hay otros actores posiblemen­te implicados en la matanza del viernes en Moscú. Varios medios rusos y el diputado Alexander Khinstein señalan que hay ciudadanos de Tayikistán entre los detenidos, y que en el coche en que huían se encontraro­n pasaportes de esa antigua república soviética, de mayoría musulmana.

Los tayikos guardan una relación de agravios contra los rusos, aunque no tanto como los chechenos, que han luchado y perdido en dos ocasiones recientes en su vano intento de secesionar­se de Moscú. Putin ha puesto al frente de Chechenia a un discípulo aventajado, Ramzan Kadírov, que reprime sin piedad a los islamistas se cesionista­s y al que se acusa además de difundir el sufismo, una corriente que la mayoría suní musulmana considera altamente herética.

El sunismo radical vende muy bien su producto fundamenta­lista en los círculos más exaltados del islam ruso. Un documento elaborado en 2015 por 55 clérigos de la secta radical wahabí –la que impone la ley islámica en Arabia Saudí a cambio de dar legitimida­d a la monarquía de los Saud– es hoy un referente del terrorismo islamista en la Federación Rusa. En el manifiesto se dictaba una fatua contra Vladímir Putin , y se calificaba a los rusos como «los fanáticos de la cruz» que habían hincado la rodilla ante los muyahidine­s afganos en 1989 y volverán a hacerlo ahora.

Para el islam radical, la yihad o ‘guerra santa’ es una obligación de todo buen musulmán en la batalla por la defensa de la comunidad de creyentes. Esa visión poco tranquiliz­adora, tal como se describe en el texto wahabista dirigido a los musulmanes rusos, dibuja una presunta alianza de «césares y zares en guerra contra el islam».

Solo un contexto de fanatismo explica sucesos de una crueldad contra inocentes como la cometida el viernes en Moscú. Los terrorista­s actúan con frialdad y con una disposició­n a morir en el acto, convencido­s de las recompensa­s en la otra vida que gran parte de los eruditos musulmanes otorgan a los caídos en la yihad. Entre otras, la concesión del Paraíso, donde a cada yihadista muerto en acción aguardan 72 vírgenes. Las mujeres, en cambio, recibirán en el Cielo a un solo hombre «con el que estarán satisfecha­s».

La guerra de Putin en Ucrania ha opacado la acción terrorista del islam radical en Rusia, que hasta la pasada década se había anotado ataques espectacul­ares contra civiles

Un manifiesto de clérigos wahabíes saudíes instaba en 2015 a los musulmanes rusos a combatir la alianza de «césares y zares»

JOSÉ M.

 ?? // AFP ?? Soldados de las fuerzas especiales liberando rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002
// AFP Soldados de las fuerzas especiales liberando rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002
 ?? // ABC ?? Crisis de rehenes en Budiónnovs­k
// ABC Crisis de rehenes en Budiónnovs­k

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain