«SI LOS BIENES NO CRUZAN LAS FRONTERAS, LO HARÁN LOS SOLDADOS»
El paladín sueco del capitalismo global recurre a un viejo refrán de los mercaderes para recordar que el libre mercado sigue siendo una buena guía para la paz y la prosperidad
que Estados Unidos. Suecia se levantó sobre una economía empresarial muy competitiva, con grandes firmas que operaban globalmente. Y eso es una innovación de las políticas empresariales, eso no vino de arriba a abajo, no fueron directrices del poder, sino que es fruto de actuar en un mercado global con una feroz competencia y luego el gobierno se lleva una parte del beneficio y lo redistribuye. Lo importante de esa economía no es la provisión de bienes públicos, la clave es que esto es fruto de un proceso empresarial competitivo, no de una orden gubernamental.
—La geopolítica ha desplazado a la economía en el mundo actual. ¿Cómo se desenvuelve el libre mercado en situaciones de guerra? —De mala manera.
—Porque la economía es cooperación y la política es conflicto. —Exacto. Como decían los comerciantes libres en el siglo XIX: «Si los bienes no cruzan las fronteras, entonces lo harán los soldados». Las tensiones geopolíticas, las guerras comerciales, el bloqueo de fronteras, eso es lo opuesto a lo que propugnamos. Por eso estoy preocupado. Por supuesto, por la guerra, que en sí misma es terrible, pero también porque se socava el crecimiento, la reducción de la pobreza, los beneficios que vienen de tener una economía abierta.
—El nacionalismo empieza a teñir la economía. Trump habla de MAGA, Biden de IRA y en Europa se habla de ‘campeones nacionales’ y de regulación. ¿Qué opina?
—Este el gran riesgo ahora mismo. Esta es una manera de erosionar la especialización competitiva que hizo grandes a nuestras economías. Si queremos ser una gran nación como América,
como España o como Suecia, entonces deberíamos atraer todo el talento posible. Si nos cerramos y nos aislamos, si subvencionamos nuestra producción local, esa es una manera de reducir nuestro acceso a las mejores habilidades, al talento y la productividad que necesitamos, así que es una manera de hacernos daño. —¿Qué debe hacer un país cuando ve que sus mejores empresas deciden marcharse?
—Bueno, depende de por qué lo hagan. Debemos preguntarnos por nuestras políticas: ¿hay algo aquí que les empuje a irse? ¿Puede ser la regulación o los impuestos? En ese caso es un problema. Sin embargo, si es el resultado de que ellos descubren mejores lugares para producir o encuentran acceso a otro talento, entonces podría ser una manera de beneficiar a esa empresa y a sus accionistas con
lo cual esa es una manera de facilitar el progreso económico.
—¿Y qué debe hacer una sociedad cuando ve que una de sus mejores empresas, que ha sido privatizada, es adquirida por un fondo soberano extranjero?
—¿Está pensando en algún caso en particular?
—Telefónica, por ejemplo.
—En general pienso que la propiedad extranjera puede ser buena. Obviamente es una manera de obtener capital, pero también puede ser una forma de conseguir ‘know how’ (conocimiento) y mejoras. Sin embargo, esta es un área en la que tengo que ser cauteloso porque cuando se trata de fondos soberanos, estos son propiedad de los estados, y si esos estados no son democráticos quizá no siempre sean amistosos. Si están comprando infraestructura digital en tu país hay un motivo por el cual hay que filtrar esas inversiones y analizarlas, y no puedo decir si en este caso es algo bueno o no.
—El Gobierno dice eso, que es un área estratégica, pero siempre hay argumentos para afirmar que todo es estratégico…
—Sí, acabas como en el caso francés… y esto es importante porque se utiliza como un argumento por parte de personas que no desean tener competencia por otros motivos. —Los liberales tienden a pensar que la apertura es buena en sí misma, pero olvidan que en el mercado de las ideas también hay malas ideas. ¿Siempre ganan las buenas ideas? —No, me temo que no, si ganaran automáticamente no tendría que escribir este libro. Si tu mente está abierta sin más se podría meter mucha basura allí. Creo que la revolución de la información, con su exceso de conocimiento y de debates, es maravillosa. Este es el mayor impulso para él progreso porque más personas tendrán acceso a más conocimiento y podrán elaborar soluciones y eso es maravilloso. Pero también habrá mucha basura.
—Ese es el problema, que hay desinformación.
—Y vamos a tener mucha. Y no hay forma de lidiar con esto diciendo: estas informaciones son buenas y estas malas. ¿Será el control político el que tome las mejores decisiones? No creo que el mercado de las ideas sea perfecto, hay mucha basura, muchas teorías de conspiración, mucha desinformación, pero la mejor manera de combatir eso es con más diálogo y con mejores discursos antes que intentar censurar ciertas ideas. Porque sabemos por la historia que de eso se ha abusado y no siempre con las mejores intenciones. De modo que lo único que podemos hacer es tener mejores