VIDA A OSCURAS EN LA COLMENA GIGANTE DEL DESARROLLISMO
El centro de la megalópolis brasileña se hunde en un
Todo en Brasil tiene un tamaño desmesurado. La selva, las distancias, las ciudades y hasta la desigualdad. Los apagones no podían ser menos. En días recientes, hasta entrado el fin de semana, cortes de luz intermitentes han dejado a cientos de miles de personas sin suministro eléctrico en el centro de Sao Paulo. Y, algo insólito, hasta el edificio Copan llegó a oscurecer.
Los vecinos de este icónico inmueble lamentan su suerte, pues nunca antes sucedió algo semejante, cortes eléctricos tan prolongados, tan seguidos, ligados a una entrada insólita en el otoño, con un calor de 40 grados y tormentas repentinas de una violencia inusitada. Desde luego, Vlademir Almeida, que desde hace 17 años es empleado administrativo del edificio, en el que viven unas 5.000 personas, nunca vio apagones tan persistentes. «Sólo uno de seis ascensores funciona, todas las tiendas están cerradas».
El de los cortes de luz es un problema añadido para el centro de una megalópolis ya asediado por los robos, la violencia y la drogadicción. El Copan es una pequeña isla de residentes de clase media, artistas e intelectuales aferrados a un estilo de vida que va desapareciendo entre apartamentos de alquiler turístico y un barrio tomado por adictos al ‘crack’ y ladrones comunes que operan en moto o bicicleta.
Este edificio, una ciudad dentro de otra ciudad, es una de las viviendas más emblemáticas del mundo, la referencia absoluta de las moles de hormigón que años después proliferarían en tantas y tantas costas del mundo, incluida la española. ¿Han visto alguna vez un edificio de apartamentos con una leve curvatura? Entonces está endeudado con el Copan, esté en Miami o en Benidorm.
El edificio es diseño de uno de los arquitectos más reputados del mundo, el brasileño Oscar Niemeyer. Tiene más de 1.100 apartamentos, 35 plantas, 5.000 habitantes. Su propio código postal. Un cine que dejó de usarse, y hoy es una iglesia evangélica. Un alcalde, al que le hace la oposición un fotógrafo comunista. Su propia oficina comercial para gestionar los cientos de alquileres turísticos. Pasillos en los que se hacen pases de modelos y se graban películas y series. Dos récord Guinness. Paracaidistas furtivos. Y dicen sus moradores que hasta fantasmas, aunque esto es más bien un reclamo turístico.