Europa opta por una duración indefinida de las hostilidades en Ucrania
En el plano operativo, los combates más encarnizados se siguen produciendo en el Donbass, donde las tropas rusas mantienen la iniciativa. Su impulso ofensivo se concreta principalmente en tres zonas (de norte a sur): Chasiv Yar (oeste de Bajmut) con acciones simultáneas por el norte y el sur de la población buscando cercarla; frente de Berdychi Orlivka Tonen’ke (oeste de Avdivka) donde, ya alcanzadas las dos últimas poblaciones, siguen avanzando hacia el oeste en dirección a Umans’ke; y Novomykhailivka (sur de Marinka) tratando de facilitar la posterior progresión por la N15 en dirección a Zaporiyia.
Asimismo, en la última semana, se han recrudecido los bombardeos recíprocos contra objetivos en profundidad. Las acciones rusas, de mayor intensidad, se dirigen a minar tanto las capacidades energéticas como la moral tanto de la población como de las tropas ucranianas. Los drones Shaed y los misiles S-300 atacan centrales y redes eléctricas situadas en la retaguardia ucraniana (Kiev, Járkov, Dnipropetrovsk, Leópolis, Poltava y Sumi entre otros), logrando mantener a oscuras amplias zonas del país. Particularmente destructiva ha sido la acción contra la central hidroeléctrica de Dnipropetrovsk asociada a su gran presa en el Dniéper.
Consejo Europeo
Por su parte, las acciones ucranianas se focalizan sobre la capacidad rusa de refinado. Tal ha sido, por ejemplo, el incendio con drones de la refinería de Kuibyshev (óblast del Volga), a 875 kilómetros de la frontera ucraniana. O los múltiples ataques, hasta ahora desbaratados por la defensa antiaérea rusa, contra la refinería Kirishinefteorgsintez (Kinef), en Kirishi (100 km al sureste de San Petersburgo), que es la más importante del noroeste de Rusia. Una estrategia que está siendo desaprobada por los países donantes a Ucrania, al amenazar la estabilidad del mercado del petróleo y de sus derivados.
Mirando al futuro, el Consejo Europeo, reunido en Bruselas el 21 y 22 de marzo, ha manifestado su intención de seguir prestando el apoyo necesario a Ucrania tanto «a nivel político como diplomático, militar, financiero, económico y humanitario, durante el tiempo que haga falta y con la intensidad que se precise». Tan campanuda declaración de intenciones no expresa, en realidad, más que la mera continuación de la limitada y selectiva asistencia actual, que debe materializarse con el anteriormente aprobado paquete europeo de 50.000 millones de euros hasta 2027, y otros bilaterales por parte de Bélgica, Dinamarca, EE.UU. y el Reino Unido, así como, por ejemplo, por la iniciativa checa para cooperativizar la compra de municiones procedentes de países de la OTAN.
Desequilibrio democrático
El enfoque de tales apoyos se centrará sobre drones y defensa antiaérea que, junto con las municiones artilleras, son las más críticas carencias de las tropas ucranianas. Todo eso presupone un alargamiento indefinido de las hostilidades con el que se pretende persuadir al Kremlin de la conveniencia de un armisticio que, con una ganancia relativa rusa, permitiera a Putin finalizar las hostilidades salvando la cara. El sanguinario atentado yihadista en el Crocus City Hall de Krasnogorsk (Moscú) ha constituido un mazazo para todos. Pero, aparte de las imputaciones de Putin aventurando algún tipo de implicación de Kiev en la matanza, ésta no influirá, previsiblemente, en el desarrollo de la guerra.
Otra cosa es el desequilibrio democrático entre Zelenski y Putin. El primero ha decidido, unilateralmente, suspender las elecciones presidenciales previstas para marzo de 2024, cargando así una pesada mochila de déficit democrático. Peso agravado por el reciente relevo del Jemad ucraniano, general Zaluzhni, potencial candidato a la Presidencia, alejándole a la embajada en Londres. Putin, contrariamente, ha salido reforzado tras los apabullantes resultados electorales a su favor (87% de los votos) en los comicios presidenciales del 15-17 de marzo. De momento, podrá permanecer en el cargo hasta 2030, así como acometer una nueva movilización/reclutamiento de hasta 500.000 efectivos.
El líder ruso, sin duda, es un hombre de suerte al que sus oponentes, o aquellos que pudieran hacerle sombra, desaparecen oportunamente a consecuencia de accidentes fortuitos o enfermedades imprevistas. Aquel desequilibrio posicional añade al escenario de la guerra una nueva variable, que pudiera repercutir tanto en el respectivo orden interno como en el desarrollo de un potencial proceso de paz. Al fin y al cabo, y aunque sea al modo ruso/ucraniano, la esencia de la democracia no radica tanto en entenderla, como en practicarla.