Los días de gloria del Barcelona femenino llegan a su fin
Manuel Merinero explicaba ayer el poco interés con que el Real Madrid se toma e históricamente se ha tomado el fútbol en su sección femenina; el Barcelona hizo su decidida apuesta hace casi diez años, pero hoy Joan Laporta lo ve como un gasto inasumible.
Entre otros motivos, porque a la masa salarial que ha de presentar a LaLiga le imputan también los sueldos del equipo femenino –así como el de todas las secciones deportivas del club– y para las últimas inscripciones del primer equipo masculino, él mismo, el exvicepresidente Romeu y el tesorero Ferran Olivé tuvieron que avalar personalmente 15 millones de euros, que Javier Tebas les ejecutará a final de temporada si el club presenta pérdidas.
El actual esplendor del fútbol femenino del Barcelona tiene su origen en la anterior presidencia, la de Josep Maria Bartomeu, que no sabía con qué ocupar a su vicepresidente deportivo, Jordi Mestre –el de «Neymar se queda al 200%» y el que arruinó y mal vendió el holding hotelero que había creado su padre–, que no tenía un cometido definido porque todas las decisiones las tomaba la propia plantilla del primer equipo, y así le fue al presidente. Un poco sin saber ni cómo le encargó impulsar el fútbol femenino y para que no tuviera la sensación de que se le daba aquello por darle cualquier cosa, el presupuesto llegó a los 3 millones de euros, una cantidad insólita para la sección y que acabó pagando Stanley, una marca de herramientas de bricolaje profesional que quería patrocinar al Barça y tampoco le encontraban un hueco.
Entre remiendos, pues, y con la valiosa colaboración de la joven directiva Maria Teixidor y de Markel Zubizarreta como director deportivo,
Jordi Mestre hizo del
Barça femenino un equipo campeón en España y en Europa. Pero la noche del 7 de marzo de 2021 quedó claro que esta sección no sería una prioridad del presidente que justo acababa de ganar las elecciones. Laporta fue preguntado por el fútbol femenino y ante la vaguedad de sus respuestas –las llamaba genéricamente «las chicas»– le pidieron que dijera el nombre de por lo menos tres jugadoras y fue incapaz de dar ninguno.
Los éxitos continuaron e incluso crecieron por la inercia del buen trabajo previo, pero pronto el proyecto empezó a resquebrajarse. A la automática salida de Jordi Mestre y Maria Teixidor por el cambio de directiva se añadió la renuncia de Markel Zubizarreta, harto de las presiones del entorno del presidente –sobre todo los directivos María Elena Fort y Xavier Puig–, que además nunca eran por motivos deportivos.
Joan Laporta no cree en el fútbol femenino porque no cree en nada que no le dé dinero y ya no digamos si encima le cuesta, y desde luego no está dispuesto a avalar más pérdidas personalmente. Además no tiene con qué. Por lo tanto, al final de esta temporada, estrellas como Alexia Putellas, y al final de la próxima, Aitana Bonmatí serán invitadas a marcharse si insisten en sus pretensiones de mejora salarial, de modo que el esplendor que se empezó a gestar hace poco menos de diez años se volverá decadencia.
La industria corrobora la falta de interés de los clubes, sobre todo españoles y también europeos, en el fútbol femenino, que no genera suficiente negocio para atender los sueldos que las jugadoras piden. En Estados Unidos está manifiestamente creciendo gracias a la inversión mucho más caudalosa de las marcas deportivas, que están desarrollando el negocio no sólo de vender camisetas de los distintos equipos sino el de vender moda femenina urbana con su marca deportiva, y consideran que el fútbol femenino es una gran pasarela de entrada a este mercado.