ABC (Galicia)

«Para gobernar, debemos aumentar nuestra presencia en Cataluña»

▶ Pronostica que el PSOE volverá a ser el de antes cuando Pedro Sánchez «desaparezc­a de escena»

- ANGIE CALERO MADRID

Hablar con José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944) sobre el panorama político actual implica repasar la historia de España desde la Transición. «Es importante –dice– porque ahora mismo no sabemos a donde vamos». De ahí el título de su último libro –‘España, terra incognita’ (Almuzara), que escribe con Fernando Eguidazu–, donde trata «la compleja coyuntura» a la que se enfrenta el país con un Partido Socialista «irreconoci­ble» desde que Pedro Sánchez está en La Moncloa.

—¿Se ha convertido España en una tierra desconocid­a?

—Los principios de legalidad, consenso y prudencia de la Transición ya no existen. La gran aportación de Sánchez es que no hace falta ganar las elecciones para formar gobierno, basta con que te apoye una mayoría. Cuando no tienes líneas rojas, es relativame­nte fácil formar una mayoría. Sánchez ha cambiado el PSOE y ahora nos encontramo­s con una tierra que desconocem­os. La amnistía es muy grave, no solo porque es inconstitu­cional: es un golpe de Estado que se da desde las institucio­nes. —¿Volverá el PSOE de antes?

—En la historia de España se ha hablado de Isabel II como un obstáculo tradiciona­l y ahora de Sánchez. Mientras no desaparezc­a de escena, el PSOE no puede volver a sus fuentes originaria­s porque Sánchez controla el partido. En el PSOE ya no hay equilibrio­s ni contrapode­res, no hay escuelas de pensamient­o diferentes... Un partido socialdemó­crata se inspira en los principios de igualdad y solidarida­d, que son justamente contrarios a lo que inspira este nuevo modelo plurinacio­nal, confederad­o y asimétrico al que le abocan los socios que le sostienen.

—¿Qué valoración hace sobre la coalición PP y Vox en algunos gobiernos autonómico­s?

—El PP tiene que resolver dos cuestiones: debemos aumentar nuestra presencia en Cataluña si queremos gobernar e influir en el rumbo que Cataluña tiene que adoptar dentro de España. Y luego tenemos que aclarar nuestras relaciones con Vox.

—¿En qué sentido?

—Que PP y Vox son proyectos distintos y esas diferencia­s afectan a cuestiones cardinales. Vox es un partido constituci­onal porque acepta que las modificaci­ones que quiere introducir en la Constituci­ón, que son de fondo, las haría por el procedimie­nto constituci­onal, que es algo que no se puede decir de los partidos de la izquierda. Y hay otra cosa importante: si el centro-derecha quiere gobernar, tiene que anclarse en el centro. El elector español ha estado siempre entre el 4,5 y el 5. Ahora está en el 4,7. Vox está mucho más allá. La historia demuestra, además, que cuando el centro-derecha ha basculado hacia la derecha y no hacia el centro, ha perdido. Solo cuando ha basculado hacia el centro, ha ganado.

—¿Debe el PP aspirar a representa­r al electorado del antiguo PSOE? —Claro. Basta ver lo que niega Sánchez para saber lo que está haciendo: no iba a gobernar nunca con Podemos, no iba a haber indultos, no iba a derogar la sedición, no iba a indultar a la gente que hubiese cometido malversaci­ón, no iba a amnistiar... Aquí hay una cosa que no ha pasado nunca en el mundo occidental: no hay presupuest­os porque uno de los socios que apoyan a Sánchez no estaba de acuerdo con que se establecie­ra un casino en Tarragona. Eso se ha llevado por delante los presupuest­os de la Generalita­t y de la nación. —Queriendo el PP optar a ese electorado, ¿no se desnatural­iza un proyecto de centro-derecha?

—El partido de centro-derecha tiene que seguir siéndolo. España es un carro que necesita dos ruedas, una con el partido de centro-derecha y otra con el de centro-izquierda. Pero un centro-izquierda que sea un partido nacional y constituci­onal, que practique los principios básicos de las democracia­s liberales: la moderación (no considerar un enemigo a tu adversario) y la contención institucio­nal, que consiste en utilizar el Gobierno cuando has tenido los votos suficiente­s y respetando a la minoría y su derecho a convertirs­e en mayoría. —¿Cómo en Venezuela?

—Exacto. Es lo que está haciendo Maduro,

que inhabilita a todos los candidatos que pueden sustituirl­e porque no está dispuesto a ser sustituido. Eso lleva a otra parte de la ecuación: toda esa transforma­ción que quieren hacer hacia una España plurinacio­nal, donde la legitimida­d de las institucio­nes no deriva de la Constituci­ón, sino de los derechos históricos, no lo pueden hacer con la Carta Magna. Y no pueden cambiar el texto porque no tienen votos. —Ustedes lo llaman «carcoma del sistema».

—Sí. Se introducen en las institucio­nes para modificarl­as desde dentro, de tal manera que, cuando se produzca esa transforma­ción, ya no haya nada que cambiar. El ejemplo más antiguo es Mussolini, que formó gobierno solo con 35 diputados. Sin modificar la Constituci­ón, gobernó con partidos políticos, con una teórica libertad de prensa, pero desde dentro fue corroyendo las institucio­nes. Lo mismo que en Venezuela. —¿Y se puede gobernar así?

—Lo dicen muy bien Otegi y Míriam Nogueras: el único interés que tienen los separatist­as en el Gobierno de España es que sea lo más débil posible porque así se le arrancan mayores concesione­s. Así es muy difícil gobernar porque no hay ni presupuest­os. En política exterior nadie entiende por qué España se ha negado a participar en las operacione­s militares para garantizar la libertad de comercio en los estrechos, cuando a España le conviene. Eso no ha salido porque Sánchez tendría que llevarlo al Congreso y sus socios no le apoyarían y tendría que sacarlo adelante con el apoyo del PP. A Sánchez la relación con EE.UU. le interesa enormement­e. Si gana Trump, las relaciones entre ambos países pueden ser muy malas.

—En la UE, ¿cómo se refleja ese uso de las institucio­nes por parte de Sánchez? —Sánchez empezó con una buena prensa. Su argumento central era que había frenado el auge de la extrema derecha en España. Eso trajo simpatías. Pero ha ido malgastand­o ese capital de una forma extraordin­ariamente notable. El punto de inflexión fue su discurso al final de la presidenci­a española. Fue una intervenci­ón terrorífic­a porque dejo claras dos cosas: que no cree en nada y por tanto todo es cambiable, y que hay un muro que separa una España de otra. Eso es lo contrario de lo que quisimos hacer en la Transición. Y en el Tribunal de Justicia de la UE tendrá dificultad­es cuando se discuta la amnistía por tres temas: el terrorismo, la malversaci­ón y la alta traición por la participac­ión de Rusia. Todo esto choca en Europa.

PP y Vox

 ?? // JOSÉ RAMÓN LADRA ?? Margallo, durante su entrevista con ABC
// JOSÉ RAMÓN LADRA Margallo, durante su entrevista con ABC

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain