El terrorismo yihadista moderniza su financiación con criptomonedas
▶Las Fuerzas de Seguridad encuentran este tipo de activos en la mayoría de las operaciones contra esta lacra ▶«Esa es la tendencia actual», explican fuentes especializadas de la Comisaría de Información de la Policía Nacional
Además de manuales para fabricar explosivos y abundante propaganda yihadista, los agentes de la Guardia Civil encontraron criptomonedas durante la detención de un presunto miembro del Daesh el pasado 16 de marzo en Barcelona. Algo que, si bien sorprendió a los responsables de la operación Numidas, ven como algo «habitual» quienes investigan en el día a día las redes de financiación del terrorismo. «Se está utilizando cada vez más, es la tendencia actual», explican a ABC fuentes de la Sección de Financiación del Terrorismo de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional.
Un fenómeno al que apunta el Informe de Seguridad Nacional de 2023, que identifica un aumento en el uso de activos virtuales en «actividades de recaudación de fondos y el movimiento de los mismos». Recabados mediante actividades ilícitas como «el comercio ilegal, la extorsión, el secuestro de personas o fraudes en la web», estos fondos son posteriormente convertidos en criptodivisas como el bitcoin –que pueden transformar en USDT (dólar digital de internet) para evitar la volatilidad en los mercados–, aprovechando la mayor opacidad y anonimato. Son, en definitiva, «instrumentos ascendentes en la financiación del terrorismo». Sin embargo, Fernando Reinares, uno de los mayores expertos españoles en terrorismo yihadista, advierte poniendo por ejemplo la célula de Ripoll, responsable de los atentados en Cambrils y las Ramblas de Barcelona en 2017: «Para perpetrar grandes atentados en Europa occidental no hacen falta ni recursos extraordinarios ni medios sofisticados».
Aún así, el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) señala que las criptomonedas son usualmente empleadas por simpatizantes de las organizaciones yihadistas para efectuar donaciones. También que «actores solitarios y pequeñas células yihadistas en España» hacen campañas de ‘crowdfunding’ a través de códigos QR en redes sociales que, en ocasiones, acaban derivando a «monederos de activos virtuales». En última instancia, los montos de dinero transferidos virtualmente en el mercado cripto son extraídos para ser usados en las actividades logísticas de las células terroristas, que cada vez están más descentralizadas, a causa del reiterado descabezamiento de las cúpulas de organizaciones como Daesh o Al Qaida que, sin embargo, no ha conseguido terminar con estos grupos.
De acuerdo con el DSN, Daesh ha reducido su impronta en Irak o Siria, sin embargo, sus filiales en el Sahel, donde Europa está de retirada, y en el continente asiático «continúan siendo relevantes». Por otro lado, la actividad de franquicias regionales afines como ISSP (Pakistán) o ISWAP (África Occidental), resulta relevante como forma de «mantener la financiación de su central, alimentar la propaganda y rentabilizar sus acciones». En consecuencia, y en relación con el carácter transnacional que tienen los mercados de criptomonedas, los investigadores señalan que ahora llevan a cabo operaciones que afectan al mundo entero: «Ya no estamos sólo en España».
Adaptarse a los tiempos
Ante este nuevo paradigma, denuncian que los medios tradicionales para hacer el seguimiento de estos grupúsculos –entre cuyas intenciones sigue estando atentar en Occidente y, en concreto, en España– ya no son suficientes. Los ‘pinchazos’ «dan para poco», en contraposición a la interceptación remota de terminales para poder acceder a las aplicaciones móviles de estos y así enterarse de los movimientos financieros que se producen a través de los ‘exchange’, plataformas en la que se realizan los intercambios de divisas digitales.
A diferencia de lo que pueda parecer, los expertos explican que los movimientos con criptomonedas sí son trazables, siendo determinante para las Fuerzas de Seguridad encontrar uno de estos ‘exchange’ que tenga una política de ‘conoce a tu cliente’. Es el caso de Binance, por ejemplo, que, según explican desde la Comisaría General de Información, habría colaborado en el seguimiento de capital destinado a actividades terroristas durante alguna operación.
El problema es si estas plataformas están ubicadas en jurisdicciones que no están abiertas a cooperar como es el caso, según apuntan, de países como «Emiratos Árabes, Dubái o Irán». Es por esto que la colaboración en materia antiterrorista es fundamental, también por el hecho de que los grupos que coexisten en el panorama internacional cada vez son «más diversos y heterogéneos». Los investigadores reclaman mejoras legislativas que faciliten la identificación y el rastreo de los activos. En esa línea, el DSN expone que en las zonas del Sahel y del Golfo de Guinea existen indicios de la relación entre grupos terroristas, redes de crimen organizado y piratería como forma de financiación. «Las líneas entre el terrorismo y el crimen organizado cada vez están más difusas», apuntan desde la Comisaría de Información.
Lo nuevo y lo antiguo
Esta complejidad hace que, en el abanico de prácticas que emplea el terrorismo yihadista para financiarse, convivan los métodos más vanguardistas con otros más rústicos. Como apunta Reinares, los modos difieren depen
Los responsables de investigar estas redes de financiación apuntan a países como Irán o Dubái por su falta de colaboración
Explican que los métodos tradicionales «ya no son suficientes» para rastrear las transacciones de activos financieros
Imágenes de los agentes de la Guardia Civil durante la reciente detención en Barcelona del presunto miembro de
Daesh a quien encontraron criptomonedas. Arriba a la derecha, un cajero de este tipo de activo, que ya se puede encontrar en ciudades españolas funciona de forma que un cliente en un país deposita una cantidad en un ‘hawaladar’ –este percibe una comisión– que le entrega a cambio un código. El ‘hawaladar’ se pone entonces en contacto con un corresponsal en otros país indicándole que debe entregar ese dinero a otra persona una vez le sea desvelado el código correcto.
de Vía Layetana. Detestaban a los murcianos y andaluces que llegaron a Barcelona para trabajar en las obras de la Exposición de 1929. Sin esa fuerza de trabajo de otras partes de España, no habría sido posible la transformación de una Barcelona que pasó del medio millón de habitantes en 1900 al millón de 1930.
«El pan de los catalanes»
La frase «todos los murcianos eran de la FAI» maridaba la xenofobia con el terror a la revolución: un millón de anarcosindicalistas en su mayoría residentes en Barcelona. En 1933 Carlos Sentís publicó en el semanario ‘Mirador’ su ‘Viaje en Transmiseriano’, crónica sobre los murcianos y almerienses que arribaban en autobuses destartalados por carreteras secundarias para esquivar los controles de entrada a la Ciudad Condal. El cronista destacaba que muchos de aquellos inmigrantes padecían el tracoma, una enfermedad que provocaba ceguera. Bajo la «excusa» sanitaria subyacía la lucha de clases: aquella masa inmigrante acabaría enrolada en la CNT-FAI.
La vieja memoria de la burguesía catalanista que marcó la frontera entre Barcelona y el suburbio anarquista, que espetó al emigrante «habéis venido a comeros el pan de los catalanes» la destiló Jordi Pujol en ‘La inmigración, problema y esperanza de Cataluña’, libro de 1958 reeditado en 1976: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (...) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad».
En marzo de 2011 Pujol iba a presentar en el Ateneo ‘¿Qué piensa Heribert Barrera?’ entrevistas del periodista Enric Vila con el exlíder de Esquerra Republicana (ERC): el acto fue boicoteado por manifestantes que denunciaban la xenofobia de Barrera, Pujol adujo que no había leído el libro –cosa rara en él– y pasó de puntillas sobre los exa