«Después de veinte años, ya puedo vivir de jugar al golf»
gente es muy buena». Y en las primeras campañas, aunque me mantenía en el tour, pasé por algunas crisis por problemas fuera del campo y tuve una trayectoria curiosa, con sus altos, sus bajos y sus intermedios, como todas. –¿Qué diferencia hay entre la Carmen actual y la de antaño? –Básicamente, la experiencia que ahora tengo. Siempre he sido muy trabajadora y me he centrado mucho en el físico, la técnica y la psicología. Pero en este tiempo he pasado por situaciones en las que la gente no ha estado y cuando vuelven a pasar, trato de tomármelas con más calma. Es un proceso de aceptación y de seguir para adelante.
Una nueva era femenina
En estos últimos tiempos se está viviendo una época dorada en el deporte femenino a la que no es ajeno el golf. De hecho, el Circuito Europeo, de la mano de las españolas Marta Figueras-Dotti
«Fui número uno del mundo amateur, pero me hice profesional con 19 años y vi que aquí son muy buenas»
y Alexandra Armas, atraviesa por su mejor momento.
–¿En qué ha cambiado el golf profesional europeo en estos veinte años? –Bueno, ahora tenemos muchos más torneos y han subido los premios, aunque todavía estamos muy lejos de estar donde queremos. Pero vamos por ello. Y el que los árabes se hayan metido en nuestro Tour nos ayuda bastante. Ya no hablamos sólo de cubrir costes, sino que, si tienes la suerte de contar con patrocinadores, te puedes permitir vivir de esto, tener entrenadores y buen material. Esto va a hacer que el golf femenino crezca mucho. –Y si se le suma el éxito de la pasada Solheim Cup celebrada en Andalucía, el futuro para España se presenta muy halagüeño.
–Por supuesto. Ojalá. Creo que los números han sido bastante buenos y que cada vez hay más niñas que quieren jugar. Sobre todo de hacerlo a nivel profesional, dado que gracias a que cada vez hay más torneos en el Tour y empieza a haber ligeramente más dinero, puedes forjarte una carrera. Que se haya producido en España un gran evento así solo puede traer cosas buenas.
–¿A quién ve como la próxima Carlota Ciganda en el golf nacional? –Quizás Ana Peláez, aunque no sé si llegará a ser como ella porque Carlota solo hay una. Para mí, tanto como persona como jugadora, está en otro nivel. Pero Ana lo está intentando y lucha mucho para poder hacer grandes cosas; a ver si tiene suerte, porque al final es un poquito de eso. Y luego de las amateurs tenemos unas buenas jugadoras que vienen pegando fuerte, como son Cayetana Fernández o Andrea Revuelta, que pueden hacer grandes cosas. Ahora, que no se olviden de que esto es trabajo, estudio y calma. No hay más secretos.
–Habla de sus compañeras con ilusión y respeto. ¿Cómo la consideran ellas a usted? ¿Es posible que sea un poco la madre de todas?
–Jeje, pues sí, pero lo llevo bien. Intento ayudarlas a todas porque el golf femenino es muy difícil y cuando llegas lo haces a un sitio en el que nadie te sostiene. Entonces, que sepan que tienen una persona en la que se pueden apoyar tanto técnica como psicológicamente o de cualquier manera, es fundamental.
–Aparte de ayudar, también tendrá que pensar en su propio juego. ¿Cómo afronta su vigésima temporada en el Ladies European Tour?
–Pues bien. ¿Y por qué no pensar en un segundo triunfo? Para eso trabajo, aunque por experiencia ya sé que no merece la pena centrarse en el más allá, sino en lo que tienes hoy aquí. –¿Y otro sueño antes de retirarse? –Me gustaría mucho llegar a jugar en el Circuito Americano, evidentemente. Muchas veces suelo entrenar con Carlota en los torneos que viene por aquí y hablamos mucho de eso, que nos gustaría estar a las dos allí y viajar juntas. Para mí Carlota es mi referente y una muy buena amiga. Ojalá pueda vivirlo.