Patton vs. Monty: la batalla interna por el combustible en la Segunda Guerra Mundial
▶ Tras el Día D, ambos iniciaron una carrera por llegar a Berlín en primer lugar
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Bernard Law Montgomery y George S. Patton eran dos personajes opuestos condenados a entenderse. El primero, un mariscal más británico que el té de las cinco, apostaba por los avances sosegados. A cambio, el norteamericano basaba su táctica en tres mandamientos: atacar, atacar y atacar. En su mente, dejar aire a los alemanes les permitía reorganizarse.
Aquella divergencia de opiniones a punto estuvo de provocar la debacle durante el último tercio de la Segunda Guerra Mundial. Porque sí, en el bando aliado también hubo una gran división a pesar de que los EE.UU. y el Reino Unido desembarcaron juntos en Normandía el 6 de junio de 1944 con los ojos puestos en Berlín.
En su 'Historia de la Segunda Guerra Mundial', sir Basil Liddell Hart es partidario de que el 1 de agosto se habían formado dos unidades bien diferenciadas: «El 21 Grupo de Ejércitos, al mando de Montgomery, conservaba solo a británicos y canadienses, mientras que los estadounidenses constituyeron el 12 Grupo de Ejércitos». Sobre el papel, los norteamericanos se hallaban bajo la batuta de Omar Bradley; de facto, era el vehemente Patton –a los mandos del Tercer Ejército– quien imponía su criterio. Y sobre ellos reinaba el conciliador Ike Eisenhower.
Ahí comenzó el jaleo. Montgomery, al que Ike respetaba, sugirió el 17 de agosto que los dos grupos debían actuar como uno solo tras cruzar el río Sena. Estaba convencido de que este gigantesco ejército podría avanzar sin oposición en dirección norte hacia Amberes. Además, insistía en que había que conquistar el territorio a paso lento para garantizar la llegada de suministros.
Pero se topó con Bradley y Patton, convencidos de que el plan perfecto consistía en dirigirse en un «frente amplio» al este, hacia el Rin. «Bradley quería que este fuera el avance principal. […] Eso supondría reducir el ataque hacia el norte a un papel secundario y, naturalmente, no era atractivo para Montgomery», añade.
Ike fue salomónico: permitió a los americanos avanzar hacia el este, pero entregó más recursos a Monty. Así, de la noche a la mañana, los suministros de combustible del americano se redujeron a 2.000 toneladas al día.
Patton no se mordió la lengua frente a Bradley: «¡Al infierno con Monty. Ganaré vuestra maldita guerra si mantienes en marcha al Tercer Ejército». El norteamericano hizo oídos sordos y ordenó a sus tanquistas que siguieran a todo galope hacia el este. Creía que Ike recularía, pero no fue así. Y pasó lo que tenía que pasar. A finales de agosto se quedó sin oro negro y se detuvo en seco en espera de un combustible que le llegó con cuentagotas. Mientras, Monty se quedó bloqueado.
Liddell Hart es partidario de que Ike cometió un error al ser equitativo. Según recoge, la posibilidad de terminar a toda velocidad con la guerra se esfumó cuando se cortaron los suministros al Tercer Ejército y se priorizó a un Monty que se estrelló en todas sus ofensivas. ¿Ustedes qué opinan? abc.es/archivo