ABC (Galicia)

Así fue el cónclave de 2005 en el que fue elegido Benedicto XVI

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- J. MARTÍNEZ-BROCAL CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

En el cónclave de abril de 2005 había muchos elementos en juego. Juan Pablo II había fallecido 16 días antes, el 2 de abril. Este Pontífice gigante había guiado los designios de la Iglesia durante casi 27 años y algunas generacion­es no habían conocido otro Papa ni otro modo de guiar la Iglesia. Los cardenales entraron en la Sixtina con el peso del «luto» y la enorme presión de los tres millones de peregrinos que habían acudido a Roma para participar en el velatorio de Juan Pablo II y del homenaje de casi todos los líderes mundiales que asistieron a su funeral. No era posible una ruptura total. Sin embargo, sus últimos años habían sido tortuosos, pues su salud le había impedido tomar decisiones de gobierno, tarea que asumieron colaborado­res cercanos con la idea de gobernar ‘ad mentem Papam’, o sea, decidir lo que habría decidido Juan Pablo II si se le hubiera consultado.

Según escribe Roberto Regoli en su libro ‘El pontificad­o de Benedicto XVI’, en este cónclave había dos cuestiones en juego. La primera, «el reequilibr­io de las relaciones de poder entre obispos y Curia vaticana, que algunos cardenales residencia­les querían resolver a favor del episcopado». La segunda, «el papel de la Iglesia en el mundo», especialme­nte «en ámbito ético y la propuesta integral de la doctrina y la moral».

A la hora de la verdad, el único candidato sólido era el cardenal Joseph Ratzinger, a quien Juan Pablo II se había referido en su último libro como «un amigo de confianza» por el que «daba gracias a Dios». Además, acaparó muchas miradas durante la Sede Vacante por su cargo como cardenal decano. A él correspond­ió celebrar el funeral de Juan Pablo II, moderar las reuniones de cardenales y presidir el cónclave. Tenía en su contra la edad, 78 años, aunque esto se volvió a su favor para quienes buscaron un pontificad­o breve de transición que ayudara a asimilar el largo papado.

La regla del cónclave entonces vigente establecía que para ser elegido Papa eran necesarios dos tercios de los votos más uno en este caso, 77 de los 115 participan­tes. Pero si no se alcanzaba antes de 34 escrutinio­s, bastaba la mitad más uno. En la práctica, significa que «una minoría de 39 electores podría bloquear durante aproximada­mente diez días el resultado del cónclave», lo que podría obligar a la «mayoría» a «intentar una mediación en vistas a una elección con más consenso».

Reconstruc­ción fiable

La reconstruc­ción más fiable de lo que sucedió en la Capilla Sixtina es el diario de un cardenal anónimo, difundido probableme­nte con la intención de insinuar que Ratzinger había obtenido un apoyo un poco ajustado. La tarde del 18 de abril votaron por primera vez. Mientras atardecía en Roma, Joseph Ratzinger recibió 47 votos. Por

—¿Cuándo sucedió?

—El cónclave empezó el lunes 18 de abril de 2005. La primera votación fue por la tarde. Aquella operación fue en la segunda o tercera votación, el martes 19 por la mañana. Cuando me di cuenta por la tarde, le dije a un cardenal latinoamer­icano, el colombiano Darío Castrillón: «No embromen con mi candidatur­a, porque ahora mismo voy a decir que no voy a aceptar, ¿eh? Dejame ahí». Y ahí ya salió elegido Benedicto.

—¿Qué le pareció que eligieran papa al cardenal Joseph Ratzinger?

—Era mi candidato.

—¿Por qué lo votó?

—Era el único que en ese momento podía ser papa. Después de la revolución de Juan Pablo II, que había sido un pontífice dinámico, muy activo, con iniciativa, que viajaba... hacía falta un papa que mantuviera un sano equilibrio, un papa de transición.

—Ahora recuerdo que, en su primera rueda de prensa, durante el vuelo papal de regreso de Río de Janeiro, usted dijo que se alegró mucho de que Joseph Ratzinger fuera elegido papa. —Y es verdad. Si hubieran elegido a uno como yo, que hace mucho lío, no habría podido hacer nada. En aquel momento, no habría sido posible. Yo salí contento. El Papa Benedicto XVI fue un hombre que acompañó el nuevo estilo. Y no le fue fácil, ¿eh? Encontró mucha resistenci­a dentro del Vaticano. —¿Qué estaba diciendo el Espíritu Santo a la Iglesia con ese nuevo papa? —Con la elección de Joseph Ratzinger estaba diciendo: «Aquí mando yo. No hay espacio para maniobras».

Cardenal Jorge Bergoglio «Le dije al cardenal Castrillón: ‘No embromen con mi candidatur­a porque voy a decir que no voy a aceptar’»

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‘El Sucesor’, publicado por Planeta Testimonio sale a la venta el 3 de abril

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