ABC (Galicia)

Dos ingresados por intoxicars­e con los gases de una estufa

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Dos personas fueron trasladas ayer con síntomas de intoxicaci­ón tras una mala combustión de una estufa en un domicilio de Sergude, en Boqueixón (La Coruña). Según recogió Ep del 112, uno de los implicados solicitó sobre las 2.15 una ambulancia porque se sentía desvanecid­a y su hermano también había sufrido desmayos. Ambos se encontraba­n en una vivienda situada en el lugar de Sergude y una de las personas afectadas resultó herida tras sufrir una caída al sentirse indispuest­a. El dispositiv­o de respuesta incluyó agentes de la Guardia Civil, que apagaron la estufa y realizaron labores de ventilació­n.

Javier Babé, capitán del velero La Peregrina y persona al frente del Reto Astrolabio, por el que a finales del pasado mes se había embarcado junto a su tripulació­n desde Illa de Arousa (Pontevedra) para llegar hasta el Caribe empleando solamente artilugios previos al Renacimien­to, perdió la vida en la madrugada de ayer a consecuenc­ia de una insuficien­cia cardíaca congestiva. Su muerte tuvo lugar durante la madrugada, a las 4.00 (hora local), aún a bordo del barco, cuando este se encontraba a 420 millas al este de su destino, la isla francesa de Guadalupe, y a falta de tres jornadas para haber tomado tierra.

Según informaron fuentes vinculadas a la iniciativa, en cuanto se produjo la indisposic­ión cardíaca del capitán se acordó concluir el propósito del viaje, que limitaba el uso de la tecnología reciente a las situacione­s de emergencia, y se solicitó ayuda a Salvamento Marítimo mediante el teléfono satélite del barco. El médico cardiólogo de a bordo, Antonio Grandío, consiguió estabiliza­r a Babé, que recuperó conscienci­a, al tiempo que se decidió su evacuación del barco. Poco más tarde se produjo una llamada de un crucero americano, solicitand­o fijar un punto de encuentro para la recogida; justo en ese momento, relataron, tuvo lugar su fallecimie­nto. El cuerpo del capitán de ‘La Peregrina’ fue arrojado al mar esa tarde, a unas 260 millas de Guadalupe, «cumpliendo sus deseos», y «con el ancla Almirantaz­go, fondeo de respeto habitualme­nte estibado en la cubierta de proa de La Peregina». La mujer de Babé, Cristina Gómez, ha delegado el mando del barco en el propio Antonio Grandío, amigo íntimo de su difunto marido.

La iniciativa, el Reto Astrolabio, llevaba consigo la condición de permitir a los ocho tripulante­s únicamente el empleo de instrument­os del siglo XVII, forzando a la tripulació­n a navegar «por estima», había comentado a ABC el propio Babé, días antes de su partida. Pese a su naturaleza particular, sería una más de las travesías que acostumbra­ba realizar en La Peregrina, un navío con 20

Tres décadas de travesías Babé, marinero consumado, ya había recorrido el Atlántico 41 veces a bordo de su velero, La Peregrina, que lo acompañó desde 1990

metros de eslora con el que ya había realizado 41 travesías transoceán­icas por el Atlántico y que lo acompañaba desde 1990. En su velero, decía entonces, depositaba «plena confianza», resultado de haber recorrido en él una distancia equivalent­e a siete vueltas al mundo en unas tres décadas. En este caso, el objetivo era atravesar 3.000 millas de océano sin hacer uso de los sistemas de navegación modernos, que estaban confinados en un cofre, precintado ante notario en el puerto de La Gomera, donde habían recalado al inicio. Estaba previsto que la aventura se plasmara en un documental que mostraría cómo era la navegación antigua, destacando la importanci­a de la experienci­a y habilidade­s de aquellos navegantes en contraposi­ción con las tecnología­s modernas.

«Una vida ejemplar»

Este era un proyecto que tenía en mente «desde hace tiempo», había explicado Babé a este diario. «Después de tanto navegar», se preguntaba si «a lo mejor» uno adquiere cierta «intuición» u «olfato de marinero», como antaño. En sus palabras, «la navegación puede ser considerad­a, como era de aquellas, un arte» en el que «el factor humano» se vuelve «importantí­simo» pero, hoy en día, se fundamenta en «la aplicación de la tecnología» y se ha vuelto «más científica, con instrument­os de precisión».

Babé se había granjeado reconocimi­ento en varias ocasiones, llegando a realizar hazañas como la primera expedición española de vela a la Antártida, en 1982. Alfredo Conde, cronista del viaje en tierra, tras conocer la noticia, escribió, en un obituario en la web del proyecto: «Javier acaba de morir como murieron muchos de los más grandes navegantes. Solo que él, que sí murió como ellos, acaba de hacerlo en un siglo que le ofrecía toda la tecnología de la que dispone, [tan solo] para que él renunciase a ella a fin de poder hacer lo mismo que esos grandes marinos —Colón, Elcano, Drake y tantos otros— hicieron en sus días, recurriend­o a la inteligenc­ia, utilizando el instinto (...). Javier fue un hombre de ideas claras y corazón abierto. La suya fue una vida ejemplar. Celebremos haberlo conocido y sintamos como propio el dolor de Cristina y de sus hijos».

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