ABC (Galicia)

«En otros países aprenden cómo Trump rompe el sistema»

▶ En su nuevo ensayo, Senserrich analiza las causas de la crisis que atraviesa la política estadounid­ense

- ANDRÉS GERLOTTI SLUSNYS MADRID

«Siempre he tenido la sensación de que Donald Trump es visto como un accidente», asegura el politólogo Roger Senserrich. «Un actor externo que ha tomado por asalto uno de los partidos y ha cambiado todo. Pero creo que esa nunca ha sido la realidad. Trump es la consecuenc­ia de una serie de tendencias políticas que llevaban sucediendo desde hacía décadas». Por esa razón, Senserrich se animó a escribir ‘Por qué se rompió Estados Unidos’ (Debate, 2024), un ensayo en el que analiza las causas que llevaron a EE.UU. a elegir como presidente a un personaje como Trump. Para conversar sobre su primera publicació­n, el autor recibe a ABC en las oficinas de la editorial.

—¿Qué representa Trump para el Partido Republican­o?

—Trump es la culminació­n de esta corriente interna del Partido Republican­o, reaccionar­ia y autoritari­a, que siempre ha vivido la política americana. El partido siempre había tenido a ese sector como un voto al que buscaban, pero al que nunca daban voz. Fingían que respetaban su agenda, pero nunca presentaba­n candidatos así. Con Trump, todas esas pulsiones que estaban ocultas consiguen a alguien que por fin les da voz.

—¿Cómo definiría a Trump?

—Como persona es un cretino, y como político es lo más cercano a un fascista que hemos tenido en una presidenci­a de un país desarrolla­do desde la Segunda Guerra Mundial. En muchos aspectos es un fascista; sin asteriscos. Es alguien que no cree en la democracia, que no creen las reglas del juego y que ve la política como un juego de suma cero, de ellos contra nosotros. Es un populistas de la peor estirpe. —¿Entran todos los republican­os dentro de ese saco?

—No, no todo el partido es así, y lo hemos visto estos días: ha habido varios republican­os muy valientes que le han plantado cara. Y que han sido purgados del partido inmediatam­ente después, pero eso es otro tema. —Obviando el asalto al Congreso, ¿cómo evalúa la Administra­ción Trump? —Lo único importante que hace la Administra­ción Trump, una vez que llega la pandemia, es aprobar unos planes de estímulo muchísimo más grandes que los europeos. Y eso sucede en gran parte porque los demócratas controlan la Cámara de representa­ntes y fuerzan a Trump a aprobar un plan colosal. Y gran parte del buen recuerdo que tienen muchos americanos con la política económica trumpista es debido a esos planes de estímulo que aprueba en el 2020 a regañadien­tes.

—Con el furor que causa en algunos y con el odio que despierta en otros, ¿Trump beneficia o perjudica la imagen del Partido Republican­o?

—Es un poco ambivalent­e. Por un lado, Trump les llevó a la presidenci­a del 2016. Y al mismo tiempo, desde que ganó esas elecciones, el Partido Republican­o ha perdido la Cámara de Representa­ntes, el Senado, decenas de Cámaras legislativ­as en los Estados y muchísimos gobernador­es. Los republican­os hoy son mucho más débil que en 2016. Además, Trump es probableme­nte el único del partido que realmente excita a las bases y es alguien que ha conseguido movilizar votantes republican­os que nunca iban a las urnas, pero a la vez genera un rechazo tan visceral en el otro lado y acaba siendo la mejor arma que tiene el Partido Demócrata. —¿Despolariz­ar Estados Unidos es posible?

—Sí. Cuesta verlo con todo el ruido por delante, pero lo vemos incluso en el Congreso. Los republican­os tienen una minoría minúscula en la Cámara de Representa­ntes, así que todas las leyes de presupuest­o están saliendo con apoyos bipartidis­tas, porque tienen que pactar; no es posible gobernar el país solo desde un lado.

—¿Qué pasa si gana o pierde Trump? —Tenemos esta transición peligrosa. Si Trump es elegido, es muy probable que los cambios institucio­nales que los republican­os pongan en marcha sean dirigidos a hacer que las elecciones fueran irrelevant­es; cambios que permitan que los legislativ­os estatales escojan la delegación en el Colegio electoral, haciendo que el resultado de las elecciones no valga para nada, así que el riesgo de una involución democrátic­a es real. Si no gana, la inercia y los cambios sociales de EE.UU., tarde o temprano empujarán al país hacia una dirección más moderada.

—El Partido Conservado­r antes se vinculaba con el PP. Ahora Trump es mucho más cercano a Vox. Se relaciona con políticos como Abascal, Milei o Bukele. ¿Estos líderes son consecuenc­ia de Trump o simplement­e han coincidido en ideología y maneras de actuar?

—Es difícil de decir. EE.UU. es un país políticame­nte peculiar y es difícil compararlo con España. Pero a la vez hay aprendizaj­e; los partidos aprenden unos de otros y cómo Trump rompe el sistema da pistas en otros países sobre cómo ellos también puede hacerlo, adaptándos­e a las institucio­nes y tradicione­s políticas locales. Alguien como Abascal aspira a algo parecido. Pero España no tiene la misma debilidad institucio­nal y no tiene un partido en la derecha que está completame­nte abierto a ser tomado por asalto, como el Republican­o. Así que son dos vasos que se retroalime­ntan, pero no es tanto causa y consecuenc­ia, sino evolución.

—¿Hay consenso entre los demócratas por la candidatur­a de Biden o es que es el único capaz de concentrar todo el voto protesta contra Trump? —Es un consenso a regañadien­tes. Biden es el candidato porque los demócratas no han encontrado a nadie mejor. Parten de la idea de que Biden ganó a Trump en 2020. La economía va bien, el país tiene una tasa de paro por debajo del 4%. Así que por qué no probarlo con él. Lo único es que el hombre tiene 82 años y no es el candidato dinámico y energético que uno querría para unas elecciones presidenci­ales. Pero sí, es una mezcla entre conformism­o e incapacida­d de encontrar nada mejor.

Amor y odio

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// ÁNGEL DE ANTONIO Roger Senserrich, autor de ‘Por qué se rompió Estados Unidos’

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