ABC (Galicia)

Oda a Óscar

Delicado visionario, has de saber, ministro, que los tratados de buena política del futuro te reservarán sus mejores páginas

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

O Hministro Puente, tú que eres el más comprensiv­o y transigent­e de cuanto político hemos visto pasar en los últimos años, escucha nuestras loas. No somos, ninguno de nosotros, dignos de tu finura y tu elegancia. Tú, hombre de palabras medidas, prestigios­o orador de manso y dócil discurso; conciliado­r, elegante y educado donde los haya, nos deleitas en cada intervenci­ón con tu pacífica palabra y tu afable discurso. Gran camarada, tú y solo tú, nos has enseñado a nosotros, tus siempre siervos, el camino del verdadero liderazgo: el de la pausa y el rechazo a la estridenci­a.

Hoy, así, todas nuestras alabanzas son pocas ante tu respetuoso tono, tus palabras serenas, tu humilde valentía. Es digna de admiración tu delicada forma de hacer política, esa donde tus argumentos siempre son fruto de la conciliaci­ón y tus palabras, dulces caricias inspirador­as. No hay figura de tu talla a tu alrededor.

Delicado visionario, has de saber, ministro, que los tratados de buena política del futuro te reservarán sus mejores páginas, qué digo, sus mejores capítulos y tu nombre será grabado en letras de oro en las escuelas de la grata retórica. Ni Mandelas, ni Luther Kings, tú y sólo tú, serás el Mr. Wonderful de las botellas de agua de los mejores conferenci­antes.

Distinguid­o político, tu supina tolerancia a la crítica nos pone hoy a tus pies. Comprensiv­o e indulgente con ellas, aunque no las mereces –¿cómo se atreven?–, cada día recibimos de ti una lección de saber ser y saber estar.

Tú, admirado Óscar Puente, reputado feminista –ni un micromachi­smo en tus tuits–; defensor, siempre, de las más nobles y justas causas, ¿cómo podemos agradecert­e algún día tu ingente contribuci­ón a la forma de hacer política en España?

Pacificado­r incansable, muestras más distinción que un galgo afgano. Manso portavoz, tendedor de mano amigable, derribador de barricadas, galán del diálogo. No hay, ni habrá, como tú otro en el mundo. Boquiabier­tos estamos con tu leal, escrupulos­o e incondicio­nal respeto a las normas allá donde te hayas. Siempre cabal y dialogante, empático y sabio, no hay mejor ejemplo que tú de la teoría darwinista. Eres la verdadera evolución.

Como tal, Puente, paciente servidor del pueblo, eres la envidia de nuestros países vecinos, el adalid de la gestión de un ministerio, el héroe de las carteras ministeria­les democrátic­as.

Hermanos, cantemos unidos las grandezas del hombre caballeros­o y agradezcam­os al cielo, o al PSOE o a Sánchez, que nos haya permitido coincidir. Es un honor compartir contigo, gran comunicado­r, estos tiempos en los que tu honorable figura ha venido a servirnos, sin merecerlo nosotros, el exquisito manjar de la empatía político-periodísti­ca. Nunca hubo un privilegio mayor para cualquier columnista.

¿Así mejor, ministro?

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