Oda a Óscar
Delicado visionario, has de saber, ministro, que los tratados de buena política del futuro te reservarán sus mejores páginas
O Hministro Puente, tú que eres el más comprensivo y transigente de cuanto político hemos visto pasar en los últimos años, escucha nuestras loas. No somos, ninguno de nosotros, dignos de tu finura y tu elegancia. Tú, hombre de palabras medidas, prestigioso orador de manso y dócil discurso; conciliador, elegante y educado donde los haya, nos deleitas en cada intervención con tu pacífica palabra y tu afable discurso. Gran camarada, tú y solo tú, nos has enseñado a nosotros, tus siempre siervos, el camino del verdadero liderazgo: el de la pausa y el rechazo a la estridencia.
Hoy, así, todas nuestras alabanzas son pocas ante tu respetuoso tono, tus palabras serenas, tu humilde valentía. Es digna de admiración tu delicada forma de hacer política, esa donde tus argumentos siempre son fruto de la conciliación y tus palabras, dulces caricias inspiradoras. No hay figura de tu talla a tu alrededor.
Delicado visionario, has de saber, ministro, que los tratados de buena política del futuro te reservarán sus mejores páginas, qué digo, sus mejores capítulos y tu nombre será grabado en letras de oro en las escuelas de la grata retórica. Ni Mandelas, ni Luther Kings, tú y sólo tú, serás el Mr. Wonderful de las botellas de agua de los mejores conferenciantes.
Distinguido político, tu supina tolerancia a la crítica nos pone hoy a tus pies. Comprensivo e indulgente con ellas, aunque no las mereces –¿cómo se atreven?–, cada día recibimos de ti una lección de saber ser y saber estar.
Tú, admirado Óscar Puente, reputado feminista –ni un micromachismo en tus tuits–; defensor, siempre, de las más nobles y justas causas, ¿cómo podemos agradecerte algún día tu ingente contribución a la forma de hacer política en España?
Pacificador incansable, muestras más distinción que un galgo afgano. Manso portavoz, tendedor de mano amigable, derribador de barricadas, galán del diálogo. No hay, ni habrá, como tú otro en el mundo. Boquiabiertos estamos con tu leal, escrupuloso e incondicional respeto a las normas allá donde te hayas. Siempre cabal y dialogante, empático y sabio, no hay mejor ejemplo que tú de la teoría darwinista. Eres la verdadera evolución.
Como tal, Puente, paciente servidor del pueblo, eres la envidia de nuestros países vecinos, el adalid de la gestión de un ministerio, el héroe de las carteras ministeriales democráticas.
Hermanos, cantemos unidos las grandezas del hombre caballeroso y agradezcamos al cielo, o al PSOE o a Sánchez, que nos haya permitido coincidir. Es un honor compartir contigo, gran comunicador, estos tiempos en los que tu honorable figura ha venido a servirnos, sin merecerlo nosotros, el exquisito manjar de la empatía político-periodística. Nunca hubo un privilegio mayor para cualquier columnista.
¿Así mejor, ministro?