ABC (Galicia)

«La policía de la moral te dice lo que tienes que pensar y, si te sales de ahí, te llaman señoro»

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esfuerzo para crear un personaje; el personaje es real y te puede gustar o lo puedes detestar, pero ahí está.

—Escribe al final del libro: «Es un tío solitario, ese tal Boyero»...

—Eso de la soledad sé que queda muy de lírico, pero es una sensación real. He dejado de sentirme solo cuando estaba enamorado. El esplendor en la hierba existe y ocurre en compañía de la persona que te quería y a la que querías. Y luego la amistad, gente con la que no tienes que explicarte porque te conoce perfectame­nte. Ese es el título del libro, ‘No sé si me explico’, pero yo creo que se me ha entendido siempre.

—Siempre le ha gustado forzar los límites en lo que ha escrito.

—No lo hago a propósito... Es que veo tanta gente que no toca nada o toca exclusivam­ente lo que les conviene y lo que les procura el favor de sus medios... Son gente que solo quiere caerle bien a los jefes. Problemas he tenido siempre, y los sigo teniendo, porque son cincuenta años trabajando... pero bueno ahora estoy viejecito y acabado... (Risas). —De Boyero no se sabe qué escribirá... —He utilizado siempre el ‘yo’, y no por exceso de egolatría sino porque es una forma de decir «esto es lo que yo pienso, esta es mi opinión». Puedes estar de acuerdo o parecerte una majadería, o simplement­e ignorarme... lo que pasa es que nunca me han ignorado. —Ahora las películas tienen reseñas positivas si el crítico está de acuerdo con el tema y no hablan de la forma... —Por lo que me cuentan, yo acabo de tener un follón en las redes esas por una cosa que dije de ‘True Detective’. Conté que estaba todo organizado para contentar a los del Me Too, a los de la inclusión: una policía mayor que tiene una hija lesbiana e india, la compañera negra... Cada cosa está para que sea políticame­nte correcto y contente a las mayorías que ahora tienen el poder. Ahí se cometen excesos. Soy un ácrata, el poder nunca me ha gustado. Lo ejerza quien lo ejerza. Y es que el poder siempre te acaba jodiendo. Me da pavor. —¿Piensa en retirarse?

—No. Es que no sabría qué hacer. O sea, no es que haga mucho, porque cada vez hago menos, pero de cualquier forma tengo ciertas obligacion­es. Y eso en un estado como el mío, que no tengo... No tengo nadie, no... ni pareja, ni... Escribir me viene bien. Sin trabajar todo sería todavía más sombrío de lo que es. —Dice que no va a dejar de leer ‘Viaje al fin de la noche’ por mucho que Céline apoyara a los nazis...

—Y a mí qué cojones me importa. Claro que era nazi. Yo odio a los nazis, mucho, los detesto, pero quiero poder leer la literatura de Céline, esa forma de escribir que es pura dinamita en la utilizació­n del lenguaje. Y no solo Céline, hay muchos «reaccionar­ios», que dirían ahora... Mira a Woody Allen, que en EE.UU. ya no puede hacer nada. Y es terrible. —En eso de dar problemas... En el libro llama a Pedro Sánchez «trilero». —Es que me lo parece. A mí el personaje no me gusta nada. Es imposible creértelo, ¿no? Es que miente. Miente continuame­nte. Y luego, pues me puse particular­mente enfermo cuando salió con aquello de la ‘fachosfera’. Ahí ya dije, pero ¿cómo te atreves a llamar facha a la gente que no está de acuerdo contigo ni con tu política ? Es que además el término facha... Yo sé lo que eran los fachas. Y me dan mucha grima. Mucha. Igual más que a él. Pero que si no estás de acuerdo con él te encuadre en eso de o conmigo o contra mí, es reducir el universo a simplifica­ciones muy peligrosas. Voy a seguir contando, si me dejan, lo que pienso y lo que siento.

—En el libro habla de que le han censurado varias veces...

—La censura me repugna desde que era pequeñito. Pero hay una cosa a la que le tengo auténtico temor, que es a la autocensur­a. Estamos viviendo el esplendor de la autocensur­a. Tenemos a la policía de la moral contándote lo que tienes que decir, lo que tienes que pensar, lo que tienes que ser... Y lo otro es blasfemia. Si te sales de ahí te encuadran en el mundo de los reaccionar­ios, de los señoros como me han llamado alguna vez. —Esta será la primera vez que Boyero sale en páginas de ABC... ¿quién es mejor crítico, Oti o Carlos?

—Oti, por mogollón. Entre otras cosas, ve todas las películas y las ve hasta el final. Es al único crítico que leo, que me interesa. Oti sigue ahí. Es el último mohicano.

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// ISABEL PERMUY Carlos Boyero, fotografia­do en la Gran Vía de Madrid

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