ABC (Galicia)

EE.UU. experiment­a cómo bombardear las nubes con sal para enfriar el planeta

▶ Los científico­s prueban por primera vez al aire libre en Norteaméri­ca la técnica para desviar la radiación solar Cómo se detiene la radiación solar 4.

- ISABEL MIRANDA MADRID

Un cañón pulverizad­or empezó a lanzar partículas de sal en Alameda, California, con el mayor de los secretismo­s esta semana. Era la primera prueba de campo en territorio norteameri­cano en busca de un sistema para blanquear las nubes marinas, lo que serviría para reducir la radiación solar que llega a la tierra y enfriar el planeta. Pero no será el último test. El programa ‘Marine Cloud Brightenin­g’ (MCB), que lidera la Universida­d de Washington, tiene previstas pruebas durante toda la primavera.

En un planeta que registra cada año mayores niveles de calentamie­nto, hay una línea de investigac­ión científica cada vez más extendida que intenta frenar las consecuenc­ias del cambio climático: se trata de la geoingenie­ría o modificaci­ón del clima. Es un tema polémico. Por una parte, porque las consecuenc­ias de estas tecnología­s ni se conocen bien ni discrimina­rán fronteras. Por otra, porque si existe un «freno de emergencia» para el cambio climático, puede que haya quienes renuncien a la solución en origen: recortar las emisiones de gases de efecto invernader­o.

El blanqueami­ento de nubes marinas es solo una de las ideas que se están explorando para modificar la cantidad de radiación solar que llega a la tierra. En este caso, pequeñas partículas de sal marina generadas a partir del agua del océano serían rociadas desde barcos hacia zonas con nubes bajas. Esto lograría que aumentara su capacidad para reflejar la radiación solar hacia el exterior, lo que reduciría el calentamie­nto global.

«Mejorar nuestra comprensió­n de la influencia de los aerosoles en las nubes y el clima es esencial para comprender los riesgos climáticos a corto plazo y saber si el blanqueami­ento de las nubes marinas podría ayudar a reducirlos», asegura la científica atmosféric­a y directora del programa, Sarah Doherty, en un comunicado.

Por ahora, las dispersion­es en Alameda se realizarán en periodos máximos de 30 minutos a bordo del portaavion­es USS Hornet, hoy expuesto al público como parte del Museo del Mar, el Aire y el Espacio, para acabar con el ocultismo. Según la universida­d, la escala en la que se realiza el experiment­o es tan limitada que no tendrá influencia ni siquiera en el clima local. Además, estas partículas no duran eternament­e en la atmósfera, ya que se disipan. Para tener un efecto duradero en el clima deberían ser rociadas de forma constante y abundante.

A los científico­s de la Universida­d de Washington les servirá para experiment­ar con el tamaño y la concentrac­ión de las partículas de sal marina emitidas por la máquina, hacer mediciones y compararla­s con sus simulacion­es en modelos de alta resolución. 4 No hay muchas referencia­s previas. Este tipo de experiment­o con sal marina solo se ha llevado a cabo sobre el terreno una vez antes, en la Gran Barrera de Coral, en un proyecto liderado por la Universida­d Southern Cross (Australia) en 2020.

El grupo norteameri­cano espera refinar su fórmula de sal marina y averiguar si podría enfriar el planeta de manera significat­iva. Las simulacion­es proyectan que si el 15% de las nubes marinas de la Tierra se blanqueara­n, el globo se enfriaría aproximada­mente un grado, según dijo Rob Wood, científico principal del proyecto, al periódico ‘San Francisco Chronicle’.

En realidad, la idea de modificar el clima no es nueva, pero los proyectos se están expandiend­o. De 2018 a 2023, según el portal ‘Geoenginee­ring Monitor’ que dirige un grupo de ONGs, se contabiliz­aron más de un millar. La inmensa mayoría se refieren a la captura de gases de efecto invernader­o desde la atmósfera, aunque también figuran casi medio centenar sobre modificaci­ón de patrones de lluvia y una veintena de investigac­iones sobre el bloqueo de la radiación solar, algunos con dióxido de azufre, otros con sal.

Creciente preocupaci­ón

Para las autoridade­s también ha dejado de ser una idea remota. El pasado mes de junio, la Comisión Europea se dirigió al Consejo y la Eurocámara sobre los riesgos de la geoingenie­ría y la necesidad de abordar un tratado a nivel global, mientras que la Casa Blanca se mostraba a favor de estudiar cómo bloquear la luz solar, aunque no participa en el ‘Marine Cloud Brightenin­g’. Sin embargo, el mes pasado, la Oficina Nacional de Administra­ción Oceánica y Atmosféric­a (NOAA, por sus siglas en inglés) y otras agencias federales propusiero­n una hoja de ruta para investigar la ‘iluminació­n’ de nubes marinas.

«Si no mejoramos nuestros conocimien­tos ahora, estaremos yendo a ciegas. La comunidad internacio­nal necesita la mejor informació­n que pueda obtener para trazar un rumbo responsabl­e hacia un futuro con un clima que cambia rápidament­e», dice Doherty. Porque todavía se sabe poco sobre los efectos secundario­s de la geoingenie­ría solar, que podrían ir desde impactos en la flora y fauna, hasta un ‘efecto rebote’ si de pronto se frena la dispersión de partículas.

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// ABC El cañón pulverizad­or que se usó en la Gran Barrera de Coral en 2020, en el primer experiment­o con sal marina
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