«Mi cuerpo no me deja»
▶ Rafael Nadal anuncia que no jugará en Montecarlo: «Están siendo tiempos difíciles para mí»
Tenis
Vive Rafael Nadal (37) en dos realidades contradictorias. Su cabeza, su ilusión y su corazón, en una batalla sin igual contra su cuerpo, que es quien dirige todas sus operaciones en los últimos tiempos. El balear anunció ayer que no jugará en Montecarlo, el primer Masters 1.000 de la temporada de tierra, y que ha ganado en once ocasiones. Y no jugará por una razón tan simple como desmoralizante para él, y el resto del planeta tenis: «Simplemente, mi cuerpo no me deja».
Así lo explica en su comunicado: «Están siendo tiempos difíciles para mí deportivamente hablando. Desgraciadamente os comunico que no voy a jugar en Montecarlo. Aunque sigo trabajando y esforzándome al máximo cada día con la ilusión de poder competir en torneos que han sido muy importantes para mí, la realidad es que a día de hoy no puedo», razonaba.
Confiaba el balear en que la operación que se realizó en junio para limpiar la zona de la cadera, la recuperación posterior y el descanso durante 2023, fueran suficientes para sumar a su carrera un año más, al menos, sólo un año más. Y así pareció en esa semana estupenda e ilusionante que protagonizó en enero, con tres partidos en los que demostró que de tenis y de hambre iba sobrado, como siempre, con victorias ante Thiem y Kubler. Pero en el tercer encuentro, el 5 de enero, ante Thompson, la derrota. No sólo en el marcador, sino ante su peor enemigo. Otra lesión, también en la zona de la cadera izquierda, aunque indicara que nada tenía que ver con la anterior, lo mandaba de nuevo a la casilla de salida. Bajas en el Abierto de Australia y en Doha, y tímidas esperanzas de su regreso a medio plazo: buena imagen, aunque sin forzar, en la exhibición de Las Vegas ante Carlos Alcaraz, pero más reposo para Indian Wells y Miami. Desde entonces se entrenaba con precaución, pendiente de cualquier molestia, guardando fuerzas y energía para la temporada de tierra batida, su tierra.
Apostaba el balear por esta superficie, menos lesiva para los apoyos, pero más desgastante por los desplazamientos y los puntos largos. Pero, sobre todo, por todo lo que significa para él y todo lo que él significa para esta gira. Pero sigue Nadal viviendo en un querer y no poder diario. Obligado a tomar otra de esas decisiones que no aparecen cicatrizadas en la piel, pero sí se quedan clavadas. «No os imagináis lo difícil que es para mí no tener la oportunidad de poder jugar estos eventos una vez más…», esgrimía en su escrito, acompañado de un vídeo suyo entrenándose en Manacor.
El cuerpo le impide estar al nivel que él quiere para competir, y lo aparta, por el momento, de Montecarlo (del 7 al 14 de abril). Aspira, desea, trabaja para acudir al Conde de Godó, del 15 al 21 de abril. Pero ni él lo sabe. Por físico, por sentirse preparado. «No me queda más que aceptar la situación e intentar mirar hacia el futuro inmediato manteniendo la ilusión y las ganas para intentar darme la oportunidad de que las cosas mejoren. ¡Un abrazo fuerte a todos y gracias por el cariño y apoyo siempre!», se despedía el balear, que sigue teniendo en París sus dos máximos objetivos: Roland Garros, que ha conquistado en 14 ocasiones, y los Juegos Olímpicos, donde fue oro olímpico en Pekín 2008, individual, y en Tokio 2020, en dobles.
Pero es cierto que, aun sin necesitar demasiados partidos para encontrar su versión óptima, vuelven a ser ya tres meses sin tenis de competición, que siguen siendo, a pesar de todo lo que él es, pruebas necesarias para valorar el estado de forma propio y el de los rivales. Más en un deporte que se intensifica y aumenta la potencia y la velocidad por momentos, y en el que nadie espera a nadie. Ni siquiera si tienes 22 Grand Slams en tu palmarés y te llamas Rafael Nadal.