La Ribeira Sacra se juega otra vez optar a Patrimonio Mundial
▶ La Xunta defiende en La Palma la reforzada candidatura, para su remisión a la Unesco
El futuro de la Ribeira Sacra pasa hoy por La Palma. Que «uno de los mayores tesoros patrimoniales de Galicia» y «toda España», en palabras de Alfonso Rueda, tenga opciones de ser reconocido por la Unesco en 2026 se dirime este viernes a cientos de kilómetros del sur de Lugo y el norte de Orense. Donde alberga, en 16.000 hectáreas, repartidas en 22 concellos, una «enorme riqueza cultural paisajística» y «enogastronómica», ensalzó el presidente en funciones de la Xunta. La decisión está en manos del Consejo del Patrimonio Histórico Español –con representación del Estado y regiones–, que decidirá si lo presenta ante la Unesco como candidata a Patrimonio de la Humanidad.
Será el conselleiro de Cultura, Educación, Formación Profesional y Universidades en funciones, Román Rodríguez, respaldado por la directora xeral de Patrimonio Cultural, quien encabece la delegación que expondrá la propuesta gallega, para su debate y votación. Si hay fumata blanca, la candidatura será abordada en el Comité del Patrimonio Mundial. Cuenta, reivindicó Rueda, con «argumentos de sobra». Rodríguez, que compareció tras el Consello después del presidente, aseguró hasta en tres ocasiones que tienen «grandes expectativas y esperanzas». Pese a la «complejidad» añadida que conlleva que España sea el tercer país del mundo con más bienes declarados como Patrimonio
de la Humanidad, lo que hace que la Unesco nos mire con lupa, con una «enorme exigencia».
Segundo intento
No en vano, la Xunta ya tuvo que replantearse la candidatura en 2021, tras el jarro de agua fría de los peros que puso al expediente –que apostaba por hacer hincapié en la sacralidad del territorio– el Icomos, el órgano asesor de la Unesco. Una decisión «difícil, dura y desilusionante, en cierta medida», evocaba ayer el titular en funciones de Cultura. Porque el reconocimiento que se persigue para la Ribeira Sacra se intensificó ya en 2017 –en el 18 fue declarado BIC–. «Por parte de la Xunta, nunca dejamos de creer en el potencial» del proyecto, defendió el conselleiro. «En el año 21 teníamos otra posibilidad, que era enterrar el expediente y olvidarnos. Lo que hicimos es abrir una nueva fase». Que se adoptó en coordinación con los ministerios de Cultura y Asuntos Exteriores (embajada ante la Unesco). Y en el que, entre otras decisiones, se ampliaron los perfiles del equipo técnico.
El resultado, dijo el político lalinense, es una candidatura «reformulada, fortalecida y mejorada», que pivota en torno al «agua». El «protagonismo» tan «significativo» que tiene, pero no tanto por sí misma, sino por cómo se ha gestionado, como «interviene» el ser humano, no sólo en la perspectiva del encaje del Miño y el Sil, sino también las «técnicas constructivas»; la lucha para sacar adelante, por ejemplo, una cosecha de vino; cómo repercute en el paisaje y en la vertiente cultural. Ese es, sintetizó el conselleiro, el «leit motiv central». De convertirse en Patrimonio Mundial, se dispararía su promoción, al entrar en uno de los «clubes más exclusivos». «Un antes y un después».