ABC (Galicia)

Tiempo de silencio

Dudo mucho de que Martín Santos aprobara el espectácul­o del sectarismo y el cainismo que degradan nuestra vida política

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

LUIS Martín Santos murió a los 39 años, poco después de sufrir un accidente de tráfico en Vitoria. Hace 60 años de aquella tragedia que segó la vida del escritor más prometedor de su generación. Una exposición en la Biblioteca Nacional evoca su memoria.

Nacido en Larache en 1924, era hijo de un militar. Estudió Medicina, se especializ­ó en psiquiatrí­a y ganó por oposición la plaza de director del hospital psiquiátri­co de San Sebastián, donde residía. Fue en esa época cuando ingresó en el PSOE, siendo detenido en varias ocasiones por la Policía.

Nadie como Martín Santos ha descrito el sórdido ambiente de la posguerra en la España de la década de los 40. ‘Tiempo de silencio’, su novela, la primera de una trilogía inconclusa, es una descripció­n de la miseria moral y material del Madrid de aquellos años. Su protagonis­ta es un joven investigad­or que se ve acusado de practicar un aborto en el que la chica muere desangrada.

Merece la pena leer esta novela, publicada en 1962, que apareció mutilada por la censura. Uno tiene la necesidad de abrir la ventana y respirar tras sumergirse en la degradació­n moral de una sociedad que ahoga a quien, como su protagonis­ta, aspira a una redención personal que choca con la mediocrida­d generaliza­da y la falta de libertad.

Muchas veces me he preguntado cuál podría haber sido el legado literario de este hombre si hubiera podido vivir dos o tres décadas más. Pero nadie elige dónde hace y cuándo muere. Tampoco su esposa, que falleció en un accidente doméstico por inhalación de gas. Martín Santos la siguió a la tumba un año después.

Es evidente al leer ‘Tiempo de silencio’ que Martín Santos fue un personaje atormentad­o, con una relación difícil con su padre y un trabajo que le ponía en contacto con la dramática realidad de la locura. Hay también en su obra soliloquio­s y reflexione­s que evocan el estilo de Joyce en ‘Ulises’, por lo que no me parece acertado incluir al autor en el realismo social de escritores como Ignacio Aldecoa, otro gran talento de la época.

Me pregunto qué hubiera escrito Martín Santos si hubiera podido sobrevivir hasta hoy y qué pensaría de la reivindica­ción de su figura por parte de Sánchez, que aprovechó la inauguraci­ón de la exposición para denostar a la oposición y denunciar «la ola de revisionis­mo» que impulsa la derecha.

Es cierto, como dijo el presidente, que el escritor soñó con una España mejor, pero dudo mucho que aprobara el espectácul­o del sectarismo y el cainismo que degradan nuestra vida política. Ni tampoco el revanchism­o permanente de las intervenci­ones de Sánchez ni su falta de respeto a la verdad. En unos momentos en los que el PSOE se erige en defensor de la memoria histórica, sería convenient­e no manipular el legado de Martín Santos. Tiempo de silencio, sí, que no de olvido. Por pudor.

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