ABC (Galicia)

Nervios en el PSOE ante un resultado que precipite el pacto con Bildu

▶ Los socialista­s llegan a la campaña negando una entente con Otegi que ya es una realidad en Madrid y Navarra

- MARIANO ALONSO MADRID

ELECCIONES EN EL PAÍS VASCO 21-A

En ocasiones, dos personas desean un romance mutuo, pero llevan ritmos distintos o una pareja estable pretende casarse, aunque discrepa en cuándo hacerlo. En el primero de los casos puede que alguno de los dos prefiera prolongar la etapa de flirteo y en el segundo, que uno tenga más prisa que el otro en pasar por la vicaría. Así, ‘mutatis mutandis’, parece suceder en el seno del PSOE y del Partido Socialista de Euskadi (PSE) con respecto a Bildu, ante la campaña electoral que acaba de comenzar en el País Vasco. En principio la idea de los socialista­s vascos y de Ferraz era enfriar esa eventual alianza, pero las circunstan­cias y, sobre todo, el veredicto de las urnas pueden complicar la estrategia.

En público el candidato del PSE a los comicios del próximo domingo 21, Eneko Andueza, que se estrena como tal, ha comprometi­do su palabra a que no habrá pacto poselector­al con los de Arnaldo Otegi o, lo que es lo mismo, que se mantendrá la actual entente con el PNV, con el que gobierna en coalición en Ajuria Enea y en lugares tan importante­s como el Ayuntamien­to de Vitoria. Una negativa que casa mal con los lazos cada vez más estrechos entre los socialista­s y el antiguo brazo político de ETA, que se traducen en tres puntos neurálgico­s: el Congreso, donde el grupo de EH Bildu se ha consolidad­o como un socio preferente del Gobierno de coalición de Pedro Sánchez; Navarra, donde la socialista María Chivite preside la Comunidad Foral gracias al apoyo de la izquierda abertzale y por último, pero no menos importante, el Ayuntamien­to de Pamplona, donde en diciembre Joseba Asirón recuperó el bastón de mando que, tras las elecciones de mayo, había mantenido Unión del Pueblo Navarro (UPN) en la figura de Cristina Ibarrola, cuya designació­n como alcaldesa no evitó el Partido Socialista de Navarra (PSN) justo antes de las elecciones generales del 23 de julio.

Otra legislatur­a

En privado varios socialista­s, y de mucho peso en lo concernien­te a Euskadi, admiten que ese rechazo a ir al altar de un acuerdo político de calado en el País Vasco, y más dados estos precedente­s inmediatos, no puede mantenerse mucho más en el tiempo. A lo sumo otra legislatur­a autonómica más, precisan. Y siempre y cuando la aritmética de las urnas dentro de quince días no precipite lo contrario, algo que, con la demoscopia en la mano, tampoco cabe descartars­e. El barómetro del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) conocido esta semana otorgaba al Partido Nacionalis­ta Vasco (PNV) una pírrica victoria con apenas dos o tres escaños de ventaja sobre Bildu. Y otros sondeos privados, como el de Aztiker para ‘Gara’ conocido ayer, daban esperanzas a los de Otegi de lograr el ‘sorpasso’ sobre los peneuvista­s, como ya hicieron en las elecciones generales del 23 de julio del año pasado en las tres provincias vascas. Esos mismos sondeos hacen viable que el PSE y el PNV puedan alcanzar o quedarse muy cerca de los 38 diputados, que dan la mayoría en el Parlamento de Vitoria. Pero ese pacto sería más difícil de vender en determinad­os sectores si el candidato designado por Otegi, Pello Otxandiano, terminase como ganador del que sin duda será un enconado mano a mano electoral con el nuevo candidato del PNV, Imanol Pradales. O si el PSE no aguantase sus 10 escaños actuales.

Todo ello teniendo en cuenta la evolución exponencia­l de la actitud de Bildu respecto al PSOE, que pasó del apoyo pasivo a la investidur­a de Sánchez en enero de 2020, con una abstención que junto a la de ERC le permitió al socialista alcanzar su primera investidur­a como jefe del Ejecutivo, al ‘sí’ de la investidur­a del pasado noviembre, el primero que recibió Sánchez antes de su proceloso proceso de negociació­n con Carles Puigdemont. Y por medio la coalición que lidera Sortu se ha convertido en un socio de referencia para Moncloa, tanto en los Presupuest­os Generales –todos los de Sánchez han contado son su ‘sí’– como en leyes señeras, sin ir más lejos, y de plena actualidad,

La campaña de las vascas, dos paredes, una pelota, tú y yo, Peláez. Saco yo, si te parece bien. Imagínate que el primer tema de la campaña sea esta noticia de que el Athletic busca 300 camareros que sepan euskera para atender la fan zone de los Leones en Sevilla. Imposible, imagínate. Como no abran un euskaltegi en la Torre del Oro…

No sé si se puede beber en la de Memoria Democrátic­a. Los socialista­s, en definitiva, se quedan sin excusas para rechazarle­s.

Curiosamen­te Eneko Andueza llegó hace tres años a liderar el PSE con la vitola de ser quien podría abrir el camino del acuerdo con Bildu, que él mismo enfría ahora, incluso por razones generacion­ales. Y es la cúpula socialista la que, acuciada por las circunstan­cias de una difícil gobernabil­idad en toda España, podría estar inclinada a pasar pantalla más rápido de lo previsto. euskera. Hay una forma de beber en andaluz, que es distinta, y no es lo mismo media de manzanilla que un katxi de kalimotxo. Pepe Monforte decía que el latido del universo era pegarle dos buchitos a la manzanilla y comerse un langostino, dos buchitos, un langostino, consecutiv­amente. Ya sabes, porque eres mi amigo, que mi idea de España es una puerta con una barra de chapa caliente de darle el sol de verano, una sombrilla descolorid­a de helados Camy y unas vacas bravas sembrando el terror por la calle.

Dicen que la patria es la lengua,

pero yo creo que la patria son los bares. La costumbre es que en las sociedades gastronómi­cas vascas no se habla de política ni de fútbol, que es una manera como otra de anestesiar­se como ciudadanía. Desde el fin de ETA, los vascos solo pensamos en comer y de ahí el desinterés en la campaña y la desmemoria, pero ese es otro tema. A hablar de política los del PNV van al batzoki y los aberzales a la herriko.

Estas elecciones deciden entre los dos modelos de bar: a ver en cuál se quedan los socialista­s. No veo a Andueza en una barra con fotos de etarras y hucha para los presos, si te digo la verdad. No sé a ti qué te parece.

Me gusta esto del mano a mano. Quién me diría a mí que iba a convertirm­e en manomanist­a, como Retegi II, habiendo nacido a orillas del Pisuerga. Tú eres donostiarr­a y eso que llevas ganado. O perdido, nunca se sabe. Porque, como te he escuchado decir alguna vez, para entender por qué los vascos no votan a partidos constituci­onalistas quizá habría que empezar por entender por qué hay casi 200.000 fuera de su tierra.

Tú sabes que yo voy mucho por allí porque un día decidiste curar mi vértigo y agorafobia haciéndome subir a lo alto del Igeldo para observar la inmensidad del Cantábrico. Aún me estoy recuperand­o. Y ya que hablas de beber en euskera, veremos en qué sede sacan el txakoli el domingo 21. Te reconozco que me surgen dudas y, aunque las encuestas descuentan una victoria del PNV y un gobierno de los jeltzales con el PSE, yo no lo veo claro. No descarto una victoria de Bildu y tampoco que los socialista­s no vayan a repetir el pacto de Pamplona. Ya lo dijo Puente: «Bildu es un partido democrátic­o y progresist­a». No engañan a nadie y, aunque le duela a Andueza, su palabra tiene el mismo valor que la de su jefe.

En Ferraz tienen pánico a una victoria de Bildu que reventaría la legislatur­a. Recuerda que, si no hay mayoría absoluta en Vitoria, Bildu podría gobernar como partido más votado si el PSE se abstiene salomónica­mente. Creo que la campaña puede ser decisiva y estoy deseando comentarla contigo en este frontón que nos hemos buscado. Y ya que hablas de Sevilla, podríamos llamarlo ‘Musho Beti

Jai’. ¿Hace?

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// EFE El expresiden­te Zapatero ayer en Irún con el líder y candidato del Partido Socialista de Euskadi, Eneko Andueza
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