ABC (Galicia)

Luis Font, del grupo Locomía: «Me convertí en un zombi»

▶En un encuentro íntimo y conmovedor con ABC, el artista revive los momentos más oscuros de su pasado

- LAURA G. CALLEJA MADRID

Luis Font, fundador y miembro del grupo Locomía, lleva días siendo noticia por su regreso musical en el metro de Madrid. A sus 55 años, el artista reconoce que «no voy al metro con la intención de pedir nada. Primero, llego para presentarm­e tal como soy, y si alguien está cerca, extiendo mi mano. Sin embargo, lo que recibo es como un dulce que guardo en el bolsillo sin mirarlo. No estoy mendigando, estoy mostrando quién soy. He actuado en escenarios con más de 60,000 personas, pero en el metro, canto con el mismo respeto y sentimient­o», confiesa emocionado. Para Luis Font, ser parte de Locomía no es simplement­e una etapa pasada, es una parte de su identidad. «No me gusta decir que soy un exmiembro de Locomía. Yo soy un miembro de Locomía que no ejerce, pero soy Locomía. Eso está arraigado en mi sangre y en mi ADN», expresa con pasión.

Su historia comienza en la adolescenc­ia, cuando tenía 15 años. Su vida dio un giro inesperado debido a un trauma familiar, lo que lo llevó a marcharse con su madre y a encontrars­e cara a cara con la realidad. Fue su hermano Font quien, por petición de su madre, se lo llevó consigo a Ibiza. Allí floreció el mundo de Locomía, un oasis de fantasía donde llegó a codearse con figuras como Freddie Mercury o la duquesa de Alba. Pero detrás de las hombreras y los abanicos, la realidad era otra. Luis confiesa que su hermano manejaba el dinero dejándolo sin nada material a pesar de su contribuci­ón al éxito del grupo. «Ojalá a mí me hubieran hecho con menos corazón y más ambición y a mi hermano con menos ambición y más corazón». Recuerda con tristeza cómo incluso el premio que ganó en Mister Ku Ibiza fue arrebatado por Xavier. «Me dieron 100.000 pesetas de la época, que ahora sería un pastizal. Mi hermano me agarró el talón y se lo llevó. No me dio ni un beso ni me dio nada», reconoce emocionado. «Yo solo quería un hermano».

Salida inesperada

La ruptura llegó cuando Xavier le negó un simple favor: «Un amigo mío coreógrafo de la discoteca Joy Eslava me pidió la furgoneta para hacer un traslado y le dije: ‘¡Claro!, ¿cómo no te la voy a dejar?’ Se lo comenté a Xavier y me dijo que de ninguna manera». Ese acto de desprecio fue suficiente para que Luis tomara la decisión de alejarse y regresar a Barcelona en busca del apoyo de su madre. El momento en que descubrió que había sido reemplazad­o en el grupo por otro, marca el comienzo de una época oscura en su vida. Mientras Locomía alcanzaba la cima del éxito, él luchaba por sobrevivir en Ibiza, viendo cómo su lugar era ocupado por otro. «Imagina cómo me sentía viéndolos crecer, viéndolos viajar, viéndolos con éxito y en el lugar que me correspond­ía un boceto». La oportunida­d de regresar al grupo llegó años después. «Incitados por mi hermano el grupo se separa del mánager por un tema económico y termina disolviénd­ose. José Luis Gil, que tenía un contrato de tres LP, y aún le quedaba uno por hacer, recurre a mí, a Pablo Robledo, a Frank Romero y a Antonio Abella. Y de repente volví al lugar que me pertenecía por derecho». El grupo no consigue el éxito esperado de los últimos años y «termina por disolverse también. Para entonces, las secuelas emocionale­s al verse solo y sin saber que hacer con su vida, llevan a Luis a recurrir al mundo de la droga. «Descubrí que con ellas estaba calmado pero sacaba al Luis vulnerable, al Luis avergonzad­o. Llegué a convertirm­e en un zombi». Pero un día: «Me doy cuenta que he tocado fondo cuando cojo la tarjeta de una persona con la que mantenía una relación y saco dinero para comprar cocaína. Discutimos y me echó de su casa», confiesa arrepentid­o. Sin embargo, y cuando más lo necesitaba, un amigo suyo le tendió

A la izq., la primera formación del grupo con Manolo Arjona, Xavier Font, Gard Passchier y Luis Font. A la dcha., Frank Romero, Luis Font, Antonio Abella y Pablo Robledo

la mano para viajar a Dinamarca y comenzar una nueva vida allí.

Nacho Delfierro

«Descubro que tengo un físico y unos atributos que salen de lo corriente. Por una proposició­n indecente que me hacen, me creo un ‘alter ego’, Nacho Delfierro, de origen italiano». A través de este personaje, Luis recupera sus ganas por vivir. «Yo venía a ser un zombi y Nacho era una persona que durante 60 minutos se sentía deseado. Hacíamos un intercambi­o, un trueque pero curiosamen­te

«Nunca pensé en el suicidio como una solución a mis problemas»

empecé a sentirme otra vez yo. Nacho me ayudó a avanzar en momentos puntuales. Este personaje que me inventé, y que ya no está en mi vida, me ayudó en un momento concreto a seguir avanzando. No me oculto de nada, para seguir uno tiene que ir cerrando etapas de su vida».

En la actualidad, Luis ha comenzado recienteme­nte a trabajar a media jornada como camarero en un hospital, donde tiene el privilegio de brindar cuidado a quienes cuidan a otros: los médicos. «Estoy realmente feliz», declara con una sonrisa radiante en el rostro.

En su tiempo libre, planea seguir cantando en el metro, ya que no puede dejar de lado su pasión por la música; la necesita como el respirar. Los programas han vuelto a ponerse en contacto con él para que regrese a los platós, pero Luis va con cautela, ya sabe lo volátil que es la fama y no quiere perderse en eso. Ahora se siente «indestruct­ible», caminando hacia la felicidad y en búsqueda constante de la paz interior.

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