Coautoría, agravantes de discriminación sexual y peticiones a Estados Unidos
▶ Señalan a los cinco investigados por un asesinato con alevosía y ensañamiento
Tanto la fiscal como las acusaciones particular y popular atribuyen a los cinco investigados la misma responsabilidad en el crimen: todos serían responsables de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. Para las acusaciones, los cinco serían «coautores» pese a que, por ejemplo, Katy S. no golpeó a la víctima, pero sí participaría intentando evitar que la amiga de Samuel le socorriese.
En el auto en el que ordena la apertura de juicio oral, el magistrado del Juzgado de Instrucción número 8 de La Coruña cita jurisprudencia para justificarlo. Defiende el «principio de imputación recíproca», que «permite considerar a todos ellos autores de la totalidad con independencia de su concreta aportación al hecho»; es decir, a la muerte de Samuel. No es necesario, argumenta, que cada uno «ejecute por sí mismo los actos que integran el elemento central del tipo»; es decir, golpearle hasta la muerte. Puede haber una «división del trabajo» y que los coautores «sumen conscientemente sus actos en función de una finalidad». La traducción, en este caso, es la petición de 22 años de cárcel por el asesinato para cada uno, solicitud que para Kaio S. se ve incrementada por el robo del teléfono de Samuel, y, en los casos de Diego M. y de Katy S., por el agravante de discriminación por orientación sexual.
Esas son las cartas con las que jugarán las acusaciones en lo que se antoja un juicio largo y mediático. Los investigados se sentarán el banquillo tres años después del crimen. El retraso se debe, sobre todo, a la burocracia de las comisiones rogatorias a Estados Unidos para recabar información sobre las cuentas de las redes sociales de los investigados.
La Fundación Galega contra o Narcotráfico, en su gala celebrada en Vilagarcía, insistió en que la batalla antidroga debe incluirse en la «agenda política». Como cada año premió la labor de nombres propios que luchan contra esta lacra.
las excavaciones, dieron con la tumba del primer Papa.
‘Pío XII anunció al orbe cristiano el hallazgo de la tumba de san Pedro’, titulaba ABC el 24 de ese año. Así lo recordaba en ABC el escritor y sacerdote José Luis Martín Descalzo en 1968: «La tumba era uno de los más curiosos documentos arqueológicos existentes: una especie de caja china en la que cada tumba encerraba siempre otra más antigua [...]. Y en el corazón había una pequeña ‘edícula funeraria’ erigida en el año 150 para proteger una tumba muy humilde del siglo primero: un simple hoyo en la tierra cubierto por dos grandes tejas rojas».
Esta tumba, sin embargo, estaba vacía. Todo parecía indicar que los huesos habían sido guardados en otro lugar por temor a su profanación. El director de las excavaciones, Ludwig Kaas, encontró después una serie de restos humanos cerca. Pensó que podrían ser los huesos del apóstol y, preocupado porque no fuesen tratados con respeto, los trasladó a otro lugar dentro de la misma necrópolis sin contárselo a nadie. Y, cuando murió, en 1952, se llevó el secreto a la tumba.
Margherita Guarducci, su sucesora, descubrió por casualidad los supuestos restos, y unas inscripciones en latín que decían: «Pedro está aquí». En 1968, Pablo VI no dudó en anunciar oficialmente el «feliz acontecimiento del hallazgo de los restos de san Pedro».
abc.es/archivo