Merecía la pena
No me hace falta demasiada imaginación para saber quién podría pronunciar este discurso
«Admirados gudaris y patriotas: merecía la pena». Todavía nos queda un tramo del camino, que no será fácil, pero la noche del domingo 21 de abril veremos que el sacrificio de tantos buenos patriotas –que todavía siguen en un injusto encarcelamiento– está dando sus frutos, y que no nos equivocamos en el sendero a seguir».
«Nos han llamado asesinos, nos han perseguido, pero un puñado de valientes fueron capaces de dejar fuera de combate a más de 200 guardias civiles, a cerca de centenar y medios de ‘txacurras ‘policías, y a casi un centenar de miembros del Ejército del Estado Opresor. Ellos eran unos gigantes, pero nosotros con sacrificio, con entrega y coraje, logramos que tuvieran miedo, que se desconcertaran, hasta obligarles a negociar un alto el fuego, que fue un paréntesis que nos ha llevado hasta este nuevo tiempo. Y no ha sido gratis, no. Algunos de nuestros mejores gudaris dieron la vida, al manejar artefactos contra el ejército enemigo. Otros valientes siguen en la cárcel, desde donde les sacaremos. Ya han venido a nuestra tierra, superando ese tormento malicioso de martirizarles en cárceles alejadas de nuestra patria vasca, pero eso es lo mínimo, porque lo justo es que nuestros gudaris salgan en libertad y reciban nuestro justo homenaje».
«Merecía la pena no doblar la cabeza y no acusar a quienes han dado la vida entera, o muchos de sus años de vida, para llegar hasta dónde estamos. Merecía la pena enfrentarnos al Estado Opresor, y organizar actos de respeto y honor a quienes cumplían las injustas condenas y regresaban a sus casas. Merecía la pena aguantar el tipo, y no obedecer las leyes fascistas, y habréis observado que, últimamente, ningún representante del Estado Opresor, esos criados llamados gobernadores civiles, han tomado ninguna iniciativa en nuestra contra. Merecía la pena que echaran sobre nuestras espaldas la terrible acusación de que, por nuestra culpa, desde 1976, 180.000 vascos abandonaron su patria por miedo a nuestras acciones, porque no eran vascos, eran fascistas vascos, colaboracionistas del Estado Opresor, que sólo pensaban, egoístamente, en hacer dinero oprimiendo al pueblo vasco. Merecía la pena que secuestráramos a esos empresarios avarientos, y exigirles que ayudaran a nuestros gudaris, y dieran algo del dinero obtenido oprimiendo a los trabajadores, porque nunca lo habrían hecho de manera voluntaria. Merecía la pena que esos 180.000 cobardes se marcharan de Euskalherría, porque así, ahora, tenemos una patria más auténtica y con menos traidores».
«Merecía la pena, compañeros, porque hemos sufrido mucho, pero con astucia y sin prisas gobernaremos en Nafarroa, directamente, sin intermediarios, y en toda Euskalherría hasta que, de manera irreversible, alcancemos la independencia de nuestra patria, tras aplastar a esa burguesía egoístas que se oculta tras el PNV. Merecía la pena, sí, merecía la pena».
No me hace falta demasiada imaginación para saber quién podría pronunciar este discurso.