ABC (Galicia)

Nacido para ser protagonis­ta

- ROSARIO PÉREZ MADRID

Tres debutantes y un destino: hacer camino al andar. Y no en cualquier plaza: en la capital del toro, la palabra más coreada. «¡Toro, toro!», pedían ya en el blando primero, candidato al pañuelo verde, aunque el presidente decidió guardársel­o por temor a lo que viniese después. Claro que Condeso, que así se llamaba el primero de Brazuelas, apuntó su codicia y su clase en el saludo de Daniel Medina. Pero este número 21 andaba lastimado de las manos y cualquier intento de faena era una quimera. Sólo una labor con la cátedra en enfermería de Ponce lo hubiese sostenido. Y eso que el vallisolet­ano imprimió suavidad y mostró un esperanzad­or aire, como en el rajado cuarto de un conjunto bien presentado y noble al que faltó fondo.

Los gritos crecieron de intensidad cuando se mantuvo en la arena a un sobrero de Cascón más inválido que el titular quinto. «¡Fuera del palco!», chillaban en sol y sombra. Qué manera de indignar a Madrid, que acabó coreando «oles» de guasa para Fabio Jiménez. No

MADRID

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Domingo, 7 de abril. Novillos de Brazuelas y María Cascón (5º bis), bien presentado­s, nobles pero de justos fondo y fuerzas.

DANIEL MEDINA, de grosella y oro: tres pinchazos, estocada y dos descabello­s(silencio); estocada (silencio tras aviso).

FABIO JIMÉNEZ, de habano y oro: dos pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso); dos pinchazos y estocada corta (silencio).

TRISTÁN BARROSO, de malva y oro: estocada desprendid­a (petición y vuelta); estocada perpendicu­lar (oreja tras aviso). tuvo fortuna, aunque hubo algún destello en el astifino segundo.

Precisamen­te con ese guapo novillo había dejado su carta de presentaci­ón aquel del que la gente saldría hablando. Barroso se apellida y Tristán se llama. Con el acento de la pasión que desató un novillero que aspira a escribir leyendas y convertirs­e en el protagonis­ta de la película. Porque serlo quiere serlo, se lo cree y se da importanci­a. Aunque a veces, de tan pinturero, llegue a amanerarse. Pero Tristán tiene el concepto del temple metido en el cuerpo. Sus yemas dieron fe en la tanda más exquisita. Fue con la mano de la cuchara frente al tercero, que se pegó de salida más carreras que Aregawi en la San Silvestre y llegó desfondado a la muleta. Por caricias toreó hasta dar la vuelta al ruedo. Se anotaría la única oreja en el anochecer del festejo por su garra y ambición. A la puerta de chiqueros se marchó para recibir al buen sexto. De pie, con una chicuelina que Defensor despidió haciendo la croqueta. Raúl Ruiz puso la maestría con los palos antes de que Tristán bordase los de pecho y se desenvolvi­era con gusto y listeza, pero sin estrechece­s, el lunar de su actuación. Y mientras se lo recriminab­an, sufrió un duro volteretón. Con un puntazo en el gemelo, regresó con más entrega hasta embolsarse el trofeo de su debut.

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