Prietas las filas
Para la UPG el dogma es intocable y avisa que la ideología no se toca
Para que nadie se llame a engaño, la UPG, es decir, la organización que marca el paso al BNG, advierte que la ideología no se toca y que los principios son antes que los candidatos, los programas electorales y las urnas. Incluso reconociendo el carácter general del tablón de anuncios, no hay duda de que la admonición va especialmente dirigida a Ana Pontón, la persona que ha conseguido –ella, personalmente ella– para el BNG los mejores resultados de su historia, mediante una táctica basada en lo que una persona tan poco sospechosa como Gramsci llamó «evolución de la realidad a partir de la objetividad». Dicho de otro modo: puso los pies en la tierra y entendió lo que los gallegos demandan y valoran. Así pasó de los 19 escaños del 2020 a los 25 del 2024.
Privilegio de la edad: algunas cosas me suenan de cerca, como un eco a la vuelta de la esquina. Aunque con empuje del exilio gallego en México, lo cierto es que el certificado de nacimiento de la UPG hay que fecharlo en aquella reunión (Bautista, Patiño,
Arjona, Ferrín, Luis ‘Foz’, Celso Emilio) del 25 de julio de 1964 en Compostela. Es del año siguiente la creación del PCG, comisionado autónomo del PCE. Divergencias surgidas por los sucesos de Castrelo de Miño, que algún anciano lector recodará, impidieron la fusión UPG y PCG, que los nacionalistas consideraban hasta entonces no solo factible sino conveniente. Frustrada la anexión, cada cual se fue por su lado. Allá ellos.
Para la UPG, el dogma es intocable. La lengua es la médula de la identidad; la identidad fundamenta la nación y la nación justifica la soberanía. Nadie debe llamarse a engaño. Ni observadores, ni analistas, ni Ana Pontón ni sus votantes. El pontonismo quizá puede ser esa utopía que se elabora para envolver las intransigencias en papel de celofán. Recordemos, con Heisenberg, que no conocemos la realidad, sino tan solo la realidad sometida a nuestro modo de interrogarla. Sí, sí, de acuerdo: pero el dogma, ni tocarlo.