‘Peneuverías’
Competición a ver quién la tiene más vasca
ABERRI Eguna. Domingo de Resurrección hace ocho días, que ya se sabe que el Sepulcro estaba en una oquedad del Pagasarri en ese blog presuntamente lírico que escribía Iñaki Anasagasti de su monte vizcaíno (lo del Pagasarri, no lo del Sepulcro). Qué suerte tienen los chicos de las nueces, que el grito de Arzalluz les entró por un oído y les salió por el pendiente. Uno, que conoce el paño, que lo ha sufrido a mil kilómetros, o a cuatro, de una casa familiar sabe que esa ‘Union Jack’ daltónica no trae nada bueno.
Se dice y se cuenta en los ambientes que Sabino Arana era un enamorado hasta las trancas de España en los estertores, como lo será Pujol, otro bendito por el sanchismo. Ya dijo García Márquez que el «olor de las almendras amargas (cambie por bellotas o nueces) le recordaría siempre el destino de los amores contrariados». Están aquí las elecciones vascas, y de las Encartaciones hasta Irún todo será un Pasapalabra, un ir a la zaga de los catalanes.
La tronera de hoy va al PNV y sus votantes. De corbata, flojos de lengua vascuence, entre la ensoñación, la vaca, el niño a por setas y el ‘aita’ embriagado de verde, que te quiero verde. El PNV, la hipocresía con traje, sin escrúpulos ha sostenido al Estado con sus mangoneos y, ahora, ven que los mentados chicos de las nueces les pueden dar un ‘sorpasso’. Se acuerda uno de las excepciones, de Iñaki Azkuna, que cabalgó, y bien, esas contradicciones que otro vasco, Unamuno, tuvo sobre Dios y sobre los puentes del Tormes.
El PNV ha hecho de la sangre viva del vasco una razón de ser. De Miranda de Ebro para abajo miraremos con infarto español todo lo que suceda. Uno ve a las Vascongadas y todo es fascinante, caro, y en silencio. Converger con Europa como nación, piden, y hay que imaginar a Von der Leyen de caserío en caserío, testando el paraíso del Idiazábal mientras el miedo, la delación, quedan en la prehistoria, y Ucrania es lo que importa.
El PNV, taimado, nos dejó sin ‘lereles’ en el bolsillo. Y hay que agradecérselo. Llegan las elecciones. A ver quién la tiene más vasca.