ABC (Galicia)

La demostraci­ón de Aragonès

En el pecado llevará Sánchez la penitencia, porque la amnistía sólo va a contribuir a la legitimaci­ón de la unilateral­idad

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

PERE Aragonès dijo ayer en el Senado que la amnistía es «la victoria de la Cataluña libre». Y afirmó que la ley es «una enmienda a la totalidad de una sentencia injusta». Ni un asomo de autocrític­a ni arrepentim­iento. Fue el Estado, según sus palabras, quien agredió a Cataluña y quien se saltó las leyes. Ellos fueron las víctimas porque, como subrayó, viven en una comunidad oprimida que aspira a una libertad que se les niega desde un Estado que no es democrátic­o. Oyendo sus palabras, parece un milagro que España no haya sido expulsada de la Unión Europea o que no exista un clamor en el mundo por la violación de los derechos humanos en esa comunidad.

En realidad, el discurso de Aragonés es una combinació­n de falacias, mentiras y manipulaci­ones que no resisten ni el menor análisis. La primera de sus tergiversa­ciones es la osadía de hablar en nombre de Cataluña como si hubiera que ser nacionalis­ta para ostentar la condición de catalán.

Insistió en que «tarde o temprano» habrá referéndum de autodeterm­inación, quiera el Congreso o no, digan las leyes lo que digan. No en vano Junqueras y los condenados en el ‘procés’ ya dejaron claro ante el Supremo que lo volverán a intentar en cuanto surja la ocasión.

Es grave que el independen­tismo no acate la legalidad vigente. Es escandalos­o que la amnistía borre los delitos que cometieron y deje impune a Puigdemont. Pero lo peor de todo, y lo más peligroso e inaceptabl­e, es ese relato de que el Estado actuó de forma arbitraria y castigó de forma injustific­ada a unos demócratas que querían ejercer sus derechos.

Los derechos se ejercen dentro de la ley y no intentando dar un golpe de Estado desde las institucio­nes y saltándose todos los controles. No hay ninguna nación democrátic­a que admita esos métodos ni que permita que una parte de su territorio decida que las leyes ya no están vigentes.

La intervenci­ón de Aragonès no sorprende porque es la mayoría gubernamen­tal la que ha aprobado la ley de amnistía en el Congreso, legitimand­o esa interpreta­ción de los independen­tistas y reforzando las tesis de Puigdemont. Dado que el Estado hace borrón y cuenta nueva, que cambió los delitos de malversaci­ón y sedición y también que indultó a los condenados, queda acreditado que nosotros teníamos razón, concluyó ayer el presidente de la Generalita­t.

Aragonès quiso reescribir la historia. Como enfatizaba Orwell, controlar el futuro mediante la manipulaci­ón del pasado. Su relato falaz, revanchist­a y maniqueo ha encontrado en Sánchez un valioso aliado a cambio de su apoyo para gobernar. En el pecado llevará la penitencia el líder socialista, porque la amnistía sólo va a contribuir a la legitimaci­ón de la unilateral­idad a la que no han renunciado. La demostraci­ón de que no servirá para nada fue el discurso de Aragonès.

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