«Quizá sea más fácil llegar al espacio que a las profundidades del mar»
▶ Patrik Svensson aborda en ‘Un inmenso azul’ la fascinación que genera el misterio del océano
La primera vez que Patrik Svensson (Kvidinge, Suecia, 1972) tocó el mar, era niño y no sabía leer. Su madre le llevó a casa un libro de la biblioteca y surgió el flechazo. «Era un libro sobre peces en el océano, con muchas imágenes y textos pequeños sobre las diferentes especies. Me obsesioné completamente con ese libro –recuerda–. Le hice leérmelo muchísimas veces seguidas, hasta el punto de que me propuso que cogiéramos otro. Así que cogí yo solo el libro y comencé a leerlo. Descubrí que podía. Aprendí a leer con este libro». Cuarenta años de descubrir el mar, Svensson, periodista especializado en investigación científica, es él quien escribe sobre esos peces. Y sobre Enrique de Malaca, el esclavo de Magallanes que probablemente circunnavegó el planeta por vez primera, y sobre Robert Dick, un panadero que encontró un fósil esencial en la teoría de la evolución... Sobre lo «desconocido», en definitiva. «Alrededor del 80 por ciento del océano profundo todavía está sin explorar. Ningún humano ha estado allí. No lo han observado y no saben qué hay. Es una gran parte del planeta que no conocemos».
Universo desconocido
Después de que en ‘El evangelio de las anguilas’ persiguiera el comportamiento de uno de los animales más esquivos que existen, ahora indaga en ‘Un inmenso azul’ (Libros del Asteroide) sobre el misterio del mar. «Siempre me han fascinado las personas que navegan por el océano y que viajan en busca de aventuras», dice Svensson. «Y esta idea de que el océano representa lo desconocido también es cierto desde un punto de vista científico, me fascina que todavía conocemos muy poco». Podría decirse que la histórica aproximación a esa inmensidad es comparable a las más recientes exploraciones del espacio. «Hay muchas similitudes. Ambos, océano y espacio, han sido representaciones de lo desconocido para los seres humanos. Y solo en el último siglo hemos desarrollado métodos técnicos para investigarlos, para ir allí y observar», concede el autor. «Ahora se invierte muchísimo dinero y tecnología en viajar al espacio, en conocer otros planetas, y no tanto a conocer el fondo del mar. Quizá sea incluso más fácil llegar al espacio que ir a las profundidades del mar».
Quizá sea también porque controlar el espacio sea sinónimo de poder. Así ocurrió con los océanos. La conquista de otros territorios, el control de las costas para repeler al enemigo... «El mar representaba el mayor poder de todos. Era tan enorme, tan profundo, tan peligroso y tan difícil de explorar y de controlar, que era el mayor poder natural para los seres humanos. De muchas maneras aún sigue siendo así, pero en los últimos años hemos descubierto que a la vez es muy vulnerable, y que el modo de explorarlo y explotarlo, en busca de pesca o petróleo, nos ha hecho descubrir que tiene efectos en todo el planeta», reflexiona Svensson. Un ejemplo es la caza de la ballena, ese empeño homérico que relata Melville en ‘Moby Dick’: «A principios del siglo XX, los balleneros simbolizaban la gran aventura. Los hombres salían y viajaban por todo el mundo, incluso durante años, para cazar a este animal enorme y majestuoso. Pero la aventura tiene también un lado oscuro, porque llegaron al extremo de hacerlas extinguir, ignorando que no son un recurso ilimitado. Esto se llega a decir en ‘Moby Dick’».
El libro de Melville, por cierto, es uno de los que más han ayudado a Svensson a entender los misterios de las profundidades. «Combina muy bien la parte de ficción con los hechos científicos sobre los balleneros, la pesca o las características de las ballenas. Otra autora importante para mí es Rachel Carson. Me fascinó su capacidad para divulgar el conocimiento científico a través de un estilo muy poético». Carson es la biógrafa del mar, y a ella le dedica Svensson un capítulo en su libro. Si el autor de ‘Un inmenso azul’ tocó por primera vez el mar en un libro infantil, Carson lo hizo el día que encontró el fósil de un pez en el bosque detrás de la casa de su niñez. Ninguno de ellos tuvo relación con las aguas durante sus años de formación; Svensson, de hecho, aún no ha navegado en alta mar. «Quizá no sea lo suficientemente valiente», admite. «Crecí bastante lejos del océano y en mi familia no había tradición de navegar. Mi fascinación por el océano se ha desarrollado desde la distancia».
El mar siempre seguirá ahí como elemento aventurero. Antes eran los navegantes y los balleneros; ahora los submarinistas y surfistas, nuevas maneras de explorarlo. «Es una forma de ser aventurero. Siempre va a haber gente atraída por lo peligroso: ir a lo más profundo del océano, surfear la ola más grande». El mar, concluye Svensson, explica la vida: «La vida viene de ahí, durante muchos años la vida solo existió en el océano».
«El mar representaba el mayor poder de todos. Era enorme, profundo, peligroso y difícil de explorar, pero a la vez es muy vulnerable»