ABC (Galicia)

DORMIR EN LA CALLE EN EL REINO UNIDO: ¿NECESIDAD O DELITO?

El aumento de las personas que pernoctan en lugares públicos ha llevado al Gobierno a derogar la Ley de Vagancia, en vigor desde hace dos siglos. A cambio, implementa­rá otras medidas más duras –y polémicas– que buscan que los británicos se sientan más seg

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Rebecca camina por los vagones del metro de Londres extendiend­o la mano para recibir lo que los demás pasajeros quieran darle mientras carga una manta de colores. Un joven le da una moneda, una adolescent­e una compresa. Otra mujer ve que va descalza y le pregunta su talla de zapatos. Al ver que coinciden, se quita los suyos y se los regala. Rebecca, con su pelo desaliñado, y sus manos hinchadas y sucias, no se lo cree. Sonríe agradecida, y pregunta varias veces, nerviosa, a la mujer, que si está segura. Ella le responde que no se preocupe, que lleva otros zapatos que acaba de comprar. Rebecca se sienta a ponérselos en el suelo, al lado de la puerta y no en un asiento, «porque huelo mal». La breve conversaci­ón deja claro que su opción favorita para pasar la noche no es al raso y bajo la lluvia, pese a que como dijo el pasado noviembre la entonces ministra del Interior, Suella Braverman, dormir en la calle es una «elección de estilo de vida».

No lo es para Lionel, que pide limosna frente a un cartel que reza «Help me. I just need a job» (Ayúdame. Sólo necesito un trabajo) en una calle de Londres. Conversa con ABC durante diez minutos mientras toma un café, su primera comida del día a las cuatro de la tarde. A la pregunta de si conoce la nueva legislació­n que quiere poner en marcha el Gobierno, responde que no. Y es que las declaracio­nes de Braverman se produjeron en el contexto de su defensa del Proyecto de Ley de Justicia Penal, que busca sustituir a la llamada

de Vagancia de 1824, una normativa que penaliza la vida en la calle y la mendicidad y que fue introducid­a para perseguir a los soldados heridos que comenzaron a mendigar en las calles después de regresar de las guerras napoleónic­as.

Medidas más duras

La nueva propuesta legislativ­a introduce medidas más duras contra quienes se considere que provocan «molestias» por dormir en la calle, incluso en casos donde la molestia puede ser tan trivial como «oler mal», lo que incluye la posibilida­d de una multa de 2.500 libras (2.900 euros) o una condena de prisión de hasta un mes. Un grupo de diputados, incluyendo a unos 40 conservado­res rebeldes, están en contra de esta iniciativa. Bob Blackman, que encabeza la rebelión, considera que «la Policía debería ayudar a las personas sin hogar a encontrar un lugar donde puedan quedarse de manera segura en lugar de arrestarla­s y ponerlas en una celda».

Lionel da una breve y triste carcajada: «Si en la cárcel no hace frío y hay comida, que me lleven ahora mismo, aunque sea una noche». DesLey pués de perder su trabajo como administra­tivo en la empresa donde trabajaba después de la pandemia, se enfocó en encontrar otro empleo, pero su esposa se suicidó (durante el Covid entró en una fuerte depresión) y quedó a cargo de dos hijas pequeñas. Agotó sus ahorros y no pudo pagar más el alquiler. Con pocos amigos o familiares que pudieran ayudarlo, se vio obligado a salir a la calle. Lleva más de año y medio aseándose y a veces durmiendo en albergues temporales, donde según las organizaci­ones benéficas que trabajan con las personas sin techo, la demanda supera a la oferta, sus hijas están con una familia de acogida y a pesar de sus esfuerzos por encontrar un trabajo que le permita vivir, la falta de una dirección permanente y el salario insuficien­te le han impedido encontrarl­o.

«QUE NOS ARRESTEN POR DORMIR EN LA CALLE O POR OLER MAL ES RIDÍCULO, SOBRE TODO CUANDO ES EL GOBIERNO EL QUE NOS HA ABANDONADO»

«Todo vendedor ambulante o pedigüeño que esté vagando y comerciand­o sin estar debidament­e licenciado, o de otro modo autorizado por ley; cada prostituta común que esté vagando en las calles, o en cualquier lugar de concurrenc­ia pública, y comportánd­ose de manera indecente; y cada persona que esté vagando, o colocándos­e en cualquier lugar público, calle, carretera, tribunal o pasaje, para mendigar o recoger limosnas, o causando o procurando o alentando a algún niño o niños a hacerlo; será considerad­a una persona ociosa y desordenad­a dentro del verdadero intento y significad­o de esta Ley; y será legal para cualquier juez de paz enviar a tal infractor (siendo convicto ante él por su propia vista, o por la confesión de dicho infractor, o por la evidencia bajo juramento de uno o más testigos creíbles,) a la casa de corrección, por un tiempo que no exceda un mes calendario». ayuda. Instamos al ministro de Interior a que escuche a sus colegas, así como a los diputados de toda la Cámara, y abandone estas medidas», pidió por su parte Francesca Albanese, de la organizaci­ón Crisis, desde donde aseveran que «la amplia definición de molestia» del proyecto «debería alarmarnos a todos», ya que «establece que alguien puede caer bajo esta definición si ha dormido en la calle, si ‘aparenteme­nte ha dormido en la calle’ o si ‘tiene la intención de dormir en la calle’, y ‘es probable’ que cause molestias».

Desde la organizaci­ón Shelter indican que el número de personas que duermen en la calle en Inglaterra se ha «más que duplicado desde 2010, cuando comenzaron a recopilars­e los datos, con un aumento del 120%». «En 2019, el Gobierno hizo la promesa en su programa electoral de que acabaría con el problema de las personas durmiendo en la calle para 2024, pero estas cifras muestran que está fallando en esta promesa y la situación está empeorando», dijeron, y Polly Neate, directora ejecutiva, considera que «las cifras son una prueba más de que el Gobierno no puede seguir haciendo la vista gorda ante la emergencia habitacion­al». «No hemos construido suficiente­s viviendas sociales en décadas, y con los alquileres en un nivel récord, miles de personas se ven obligadas a pasar sus noches congelándo­se en las esquinas de las calles. Ignorar una crisis de esta magnitud no puede continuar».

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