Puigdemont fuerza un plebiscito: si no es presidente, abandona la política
▶ Descarta presentarse en España antes del 12 de mayo: «No haré un mitin, solo volveré para la investidura»
Puigdemont, sí o no. O todo o nada. El líder de Junts centró ayer el debate de la precampaña en términos plebiscitarios, pero sobre su persona, su figura. Restitución, sí o no. El expresidente de la Generalitat descartó este martes un golpe de efecto durante la campaña electoral, como, por ejemplo, presentarse en España para ser detenido a solo unos días de que los catalanes acudan a las urnas, y fijó el plano de la cita del 12 de mayo en un marco con él como eje central: vendrá para la sesión de investidura en el Parlament, porque la ley de amnistía ya estará en vigor, pero si no consigue ser reelegido presidente autonómico, dejará la primera línea de la política.
No hay mayor amenaza para Pere Aragonès (ERC) y Salvador Illa (PSC), segundo y primero en las elecciones de 2021, respectivamente, que responder cada día a la agenda que marca Puigdemont. Tras casi siete años residiendo en Bélgica para evitar la acción de la Justicia española, el eurodiputado desde 2019 quiere convertir estas elecciones autonómicas en un referéndum que valide toda su política desde 2017, cuando tras el 1-O y la aplicación del artículo 155 de la Constitución, optó por salir a la fuga del país.
Su estrategia, distinta a la del líder de ERC, Oriol Junqueras, fue dando frutos –evitó el juicio y la cárcel, mantuvo el escaño en el Parlamento Europeo...– y ahora quiere recoger el resto de la siembra: volver a Barcelona como el presidente legítimo de la Generalitat. Con esta idea, que ya plasmó en Elna (Francia) el día de la confirmación de su candidatura, Puigdemont añadió ayer un nuevo ingrediente: o es presidente o deja la política, pues considera que un presidente autonómico catalán no puede ocupar, después, otro cargo institucional.
«Discurso de la victoria»
El líder de Junts solo piensa en ganar el 12-M, pero tiene decidido qué hará si no consigue ser escogido presidente de la Generalitat y, en cualquier caso, no retornará antes del domingo electoral. «La vuelta no puede ser un acto de provocación, esto es muy serio. Estamos al final del trayecto. No haré el mitin final en Barcelona, no lo haré, solo volveré para la investidura [gane o pierda]. Es un acto de país, no de partido», dijo ayer durante una entrevista para Rac1 desde Perpiñán (Francia).
Puigdemont defendió que su vuelta será el cierre de «una etapa política y personal» y que no se plantea trabajar desde la oposición: «No, honestamente no, una persona que ha sido presidente de la Generalitat no puede ser líder de la oposición, ni estar en el Senado ni en un consejo de administración».
Curiosamente, de todos los expresidentes catalanes solo él y el socialista José Montilla –por motivos distintos, ciertamente– han disfrutado de otro cargo público tras su ‘jubilación’ del palacio de la plaza de San Jaime de Barcelona. De todas formas, se mostró convencido de su victoria la noche del 12-M y aseguró que, por lo tanto, no está trabajando con el discurso del perdedor: «No estoy preparando el discurso de la derrota, estoy preparando el discurso de la victoria».
En relación a la celebración de un posible debate electoral cara a cara con Aragonès o a tres con ambos e Illa, el fugado de la Justicia descartó la posibilidad y, en cierto modo, trató de menospreciar al candidato del PSC. «Tiene poca relevancia un debate a tres para hablar de cosas autonómicas, quiero tratar asuntos nacionales. Si Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo quieren un cara a cara o un debate a tres bandas, estaré encantado».
Con todo, Puigdemont tratará de situarse en un plano superior al resto de candidatos y llevar el debate al aspecto personalista. La restitución del presidente independentista. Ayer reiteró la idea de que el movimiento secesionista debería volver a «la unidad» de acción. «La unidad quiere decir que nos sentemos todos en una mesa con un guion muy claro, unas condiciones precisas y sabiendo que conocemos mucho mejor al adversario y el mundo nos conoce mejor», concretó.
El líder de Junts tratará de situarse en un plano superior al resto de candidatos y llevar el debate al plano personalista
BRUSELAS
Josep Borrell descartó ayer presentarse como cabeza de lista de la candidatura del PSOE a las elecciones europeas del próximo 9 de junio, alegando que en la actualidad ocupa un puesto que «no puedo abandonar». Formalmente no se había planteado la cuestión directamente por parte del PSOE, pero se había mencionado en diversos medios el interés del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por contar con el actual Alto Representante de la UE para la Política Exterior como candidato estrella. Además de varias veces ministro en España, Borrell ha sido también presidente del Parlamento Europeo.
Sin embargo, cuando se le ha preguntado sobre su disposición a asumir esta tarea, Borrell ha respondido con una frase elusiva que no aclara si se lo han propuesto formalmente, pero que en todo caso deja claro que no está entre sus planes: «Todo el mundo entiende que tengo un trabajo que no puedo abandonar. La situación es mala y va a ser peor, por lo que el Alto Representante tiene que seguir hasta el final del mandato». Borrell se refiere al hecho de que el mandato de su actual cargo no expira hasta noviembre, mientras que para ser candidato a las elecciones comunitarias, según las reglas de la Comisión Europea, debería dimitir de su cargo en las próximas semanas, lo que obligaría a buscar un sustituto para ocupar su presente cometido.
Aunque dice sentirse bien en su actual papel, Borrell tiene en la actualidad 76 años y, si permaneciese una legislatura más, la terminaría con 81. Además, no es evidente que pudiera repetir en el cargo de Alto Representante, que ha estado tradicionalmente en manos de socialistas y que los populares pretenden obtener esta vez.
Borrell se descarta ahora tras haber sido dos veces, en distintos momento, candidato europeo de su partido. La primera en el año 2004, cuando se midió a Jaime Mayor Oreja, entonces candidato del Partido Popular (PP), al que derrotó en las urnas.
Quince años después, en 2019, volvió a ser el candidato socialista justo después de haber ejercido como ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno de Pedro Sánchez, el surgido inmediatamente después de la moción de censura contra Mariano Rajoy en el año 2018. En aquella ocasión volvió de nuevo a ser el candidato más votado en España, antes de convertirse en el Alto Representante de la UE.
Nacido en la Pobla de Segur (Lérida) en 1947, Borrell fue ministro en los gobiernos de Felipe González antes de convertirse en candidato de los socialistas a la presidencia en 1998, tras derrocar en unas primarias inéditas a Joaquín Almunia. Sin embargo, no llegó a presentarse a las elecciones, pues dimitió tras destaparse el caso de fraude fiscal de dos de sus colaboradores cuando fue secretario de Estado de Hacienda.