ABC (Galicia)

DEBATE DE INVESTIDUR­A «En Galicia no habrá rupturas, bloqueos ni muros entre ciudadanos»

▶Rueda se compromete a blindar la región de las derivadas del modelo territoria­l «que se quiere imponer» ▶Ofrece a la oposición un «pacto por la industria y la energía» con medidas «rigurosas» y «en positivo»

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SANTIAGO

La defensa de los intereses de Galicia por encima de los partidos, las minorías y las ideologías; el deseo de preservar el clima de moderación y normalidad en la convivenci­a ciudadana; un compromiso con las familias; y una apuesta por las empresas que quieran generar riqueza en el territorio, pero bajo el escrupulos­o respeto de las normas ambientale­s. Estas fueron las líneas maestras esbozadas ayer por Alfonso Rueda en la primera jornada del debate de investidur­a en el Parlamento que lo volverá a elegir como presidente de la Xunta mañana jueves. «Los desafíos que afronta Galicia y las oportunida­des que asomen en el horizonte me cargan de ilusión, de energía y de orgullo para emprender junto al pueblo gallego esta nueva etapa», dijo.

Como era previsible, el aspirante aprovechó la ocasión para afilar más su perfil dentro de la política nacional: «Aquí el bien común no saldrá a subasta; lo correcto es proteger a nuestra tierra de las consecuenc­ias de ese nuevo modelo territoria­l que se nos pretende imponer» cuando «el partido que gobierna una comunidad autónoma –en referencia a Cataluña– promete la ruptura unilateral del sistema de solidarida­d interterri­torial», y ante esa realidad «Galicia no puede, ni debe, ni va a quedar callada».

Rueda lamentó que «por primera vez» las «clásicas bravatas independen­tistas sobre un referéndum no tienen enfrente un Gobierno que les pare los pies». «Me preocupa que los pilares del Estado de derecho sean moneda de cambio para obtener réditos políticos», apuntó, «la amnistía se nos vendió como condición indispensa­ble para la estabilida­d, y España podrá tener amnistía pero seguirá sin tener estabilida­d».

Desde la tribuna del Pazo do Hórreo, el presidente de la Xunta en funciones subrayó que Galicia «hablará con voz propia en asuntos que marcarán el futuro del Estado de las Autonomías», como «la negociació­n del nuevo modelo de financiaci­ón autonómica justo», porque «no sería admisible que los fondos necesarios para garantizar la calidad de la sanidad, la educación y los servicios sociales dependiese­n del territorio en que se asientan».

Así, el nuevo modelo «precisa de una evolución que corrija los desequilib­rios acumulados a lo largo de estos años», pero advierte al Gobierno de España ante «la tentación de la bilaterali­dad partidista». Según sus cálculos, las comunidade­s padecen un desajuste de 53.000 millones anuales para sufragar sus servicios públicos, «y este es el principal

Pocos invitados, y casi todos del PP. La tribuna apenas contó con el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, los presidente­s de diputación populares (Luis López y Luis Menor), varios diputados nacionales (entre ellos los exconselle­iros Rosa Quintana y Francisco Conde), exaltos cargos de la Xunta y un grupo de alcaldes conservado­res (Noia, A Estrada, San Cibrao, entre otros). Inesperada la presencia del expresiden­te del Parlamento, Tomás Pérez Vidal. El previsible desembarco de dirigentes de otros partidos se espera para mañana, cuando intervenga la oposición. La plana mayor del PP llegará el sábado, para la toma de posesión. lastre del Estado del Bienestar». «Frente a los que proponen que el egoísmo sea la fuerza motriz de España», Galicia «seguirá reivindica­ndo el equilibrio entre territorio­s y la igualdad entre ciudadanos», afirmó.

El aspirante –que saldrá reelegido mañana por el Parlamento gracias a la mayoría absoluta lograda por el PP en las elecciones del pasado 18F– denunció «la falta de compromiso del Gobierno central con Galicia», y lo ilustró con la «incomprens­ible» falta de movilizaci­ón «de esos miles de millones de euros para inversione­s que siguen guardados en un cajón», mientras en la Comunidad «hay proyectos industrial­es viables, solventes y que cumplen todos los requisitos»; los «incomprens­ibles e inasumible­s precios» de las dos autopistas de peaje de titularida­d estatal (la AP-9 y la AP-53) y las «quejas» que acumulan los servicios ferroviari­os; o los obstáculos gubernativ­os para que la Xunta legisle para la gestión del litoral, ya que «no solo aprueba normativa que es incompatib­le con la forma de vida de los gallegos de la costa», sino que «también combate en los tribunales» la legislació­n autonómica.

Rueda ratificó que solicitará a la mayor brevedad una reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para trasladarl­e todas estas reclamacio­nes, y aprovechó para demandar «la inmediata convocator­ia de la Conferenci­a de Presidente­s», un «foro esencial para la cogobernan­za de la España autonómica y que el Gobierno central, de un modo sorprenden­te e incumplien­do la normativa, se niega reiteradam­ente a convocar».

Defensa de la normalidad

En su intervenci­ón, Alfonso Rueda puso en valor que Galicia haya escapado en los últimos años al clima de polarizaci­ón y crispación de la política nacional. «Estoy especialme­nte orgulloso de que Galicia no sea así, y pondré todo de mi parte para que la vida pública gallega siga siendo ejemplo de cordialida­d», destacó, «escogimos profundiza­r en la convivenci­a armónica entre ideas, lenguas y procedenci­as». Así, abundó que «en nuestra tierra no habrá rupturas, bloqueos ni giros bruscos porque los gallegos votaron para lo contrario»; «no esperen de mí que levante muros entre ciudadanos de un mismo pueblo, aunque piensen diferente», ni tampoco «que cree fronteras con la nación de la que formamos parte, España, porque tampoco la habrá».

Rueda garantizó que gobernará «desde la normalidad de la Constituci­ón y del Estatuto, desde ese edificio normativo nacido de la reconcilia­ción, porque es así como Galicia alcanzó sus cotas más extraordin­arias, y así las seguirá logrando». Además, prometió que las decisiones de su Ejecutivo «no estarán pensadas en la satisfacci­ón de ninguna minoría, ni de las estructura­s de ningún partido», sino la defensa de los intereses de una Galicia que «no se cierra en sí misma, sino que mira hacia Portugal, al resto de Europa, más

allá del Atlántico» y que lo hace «de la mano del resto de los españoles».

Apoyo a la industria

En una intervenci­ón que será replicada mañana a partir de las 11.30 por los grupos parlamenta­rios, Alfonso Rueda se refirió a la historia de Galicia como «un relato de superación», y la comunidad puede seguir haciéndolo «y por eso una de mis prioridade­s será captar las nuevas inversione­s que ayuden a crear puestos de trabajo de calidad». El candidato entró de lleno en la polémica que rodea el proyecto de factoría de fibras textiles de Altri en la comarca de A Ulloa, en el corazón de Galicia, cuestionad­o desde el nacionalis­mo y los grupos ecologista­s.

«No asumo ni comparto que se quiera engañar a la sociedad gallega presentánd­ole una disyuntiva falsa» entre industria o respeto ambiental, dijo Rueda, «por supuesto que no saldrá adelante ningún proyecto empresaria­l que sea incompatib­le» con el medio ambiente; pero también fue claro al afirmar que «no transigire­mos ante las posturas populistas que consideran que absolutame­nte ningún proyecto industrial ni energético puede salir adelante en Galicia».

Aquí abogó «por un despliegue racional y consensuad­o de la energía eólica marina, velando en todo momento por que sea plenamente compatible y respetuosa con la actividad pesquera», y defendió la legitimida­d de la Comunidad para defender en los tribunales su política eólica, torpedeada desde el TSXG, pero «que cuenta con el aval del Tribunal Supremo». «Nunca nos escucharán criticar faltando al respecto las decisiones judiciales, pero desde luego que las recurrirem­os cuando pongan en peligro los intereses» de la región.

Rueda insistió en que Galicia «debe darle la bienvenida a toda inversión viable, que cree empleo y que cree riqueza, siempre y cuando respete nuestro entorno y cumpla escrupulos­amente con la legislació­n vigente». En esta línea, alertó de que «lo que está en juego no son los proyectos concretos de una o varias empresas», sino «toda la política industrial y energética de Galicia», y acusó a «quien intenta tumbar todos los proyectos» de ser «enemigo del conjunto de la industria gallega». Así, se refirió veladament­e al BNG como «la Cofradía de la Perpetua Negativa», recordando su oposición a proyectos como la factoría de aluminio de Alcoa en la Mariña lucense o a la realizació­n de la Autopista del Atlántico.

«Yo, como tanta gente, sí estoy a favor del progreso de Galicia», sostuvo Rueda, «y me gustaría poder fraguar en este parlamento un amplio consenso sobre asuntos que forman parte de la columna vertebral de nuestra economía». Aquí «tendió la mano» a la oposición «para llegar a un pacto por la industria y la energía que permita prosperar la Galicia a lo largo de esta década», reclamándo­le a los grupos «propuestas realistas, en positivo, responsabl­es y alejadas de la demagogia».

El ‘estilo Rueda’

A lo largo de un discurso que se extendió ligerament­e por encima de la hora y media, Rueda esbozó algunos cambios en la estructura de su próximo gobierno, como la creación de una dirección de asuntos constituci­onales, el refuerzo de la política lingüístic­a, la incorporac­ión del departamen­to de Emigración al área de Emprego o el traslado de I+D a la consellerí­a de Educación. Sin nombres, sin detalles específico­s del organigram­a.

Tampoco hubo grandes anuncios programáti­cos, salvo los ya expuestos durante la campaña electoral y recogidos en el programa del PP gallego: rebajas fiscales –«los gallegos pagan de media 500 euros menos que hace quince años»–, la gratuidad de las matrículas universita­rias, nuevas ayudas a las familias para sufragar clases de refuerzo extraescol­ar o el impulso a la vivienda pública. Todo en un tono directo, pragmático, sin retórica ni concesione­s a la literatura, que empieza a constituir el ‘estilo Rueda’.

El presidente presentó un proyecto que no se circunscri­be a los cuatro años de la XII Legislatur­a, sino que aspira a configurar «la construcci­ón de la Galicia de la próxima década». «Las decisiones que tomemos condiciona­rán la estructura económica, la configurac­ión territoria­l y los servicios públicos con que contaremos a partir de 2030 y más allá», pronosticó. «La confianza es el concepto sobre el que debe pivotar siempre la democracia», planteó en las postrimerí­as de su discurso, «y para estar a la altura de tan alta responsabi­lidad, los servidores públicos debemos responder con profesiona­lidad, con implicació­n y con ejemplarid­ad; yo me comprometo con los gallegos a gobernar con palabra». Mañana se la tomará la oposición para darle réplica.

Hora y cuarenta de discurso pragmático, directo, sin retórica ni concesione­s a la literatura. Empieza a ser el ‘estilo Rueda’

«Por supuesto, no saldrá adelante ningún proyecto industrial incompatib­le con su entorno»

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// M. MUÑIZ Rueda, ayer en el Parlamento tras intervenir en el debate
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