DEBATE DE INVESTIDURA «En Galicia no habrá rupturas, bloqueos ni muros entre ciudadanos»
▶Rueda se compromete a blindar la región de las derivadas del modelo territorial «que se quiere imponer» ▶Ofrece a la oposición un «pacto por la industria y la energía» con medidas «rigurosas» y «en positivo»
La defensa de los intereses de Galicia por encima de los partidos, las minorías y las ideologías; el deseo de preservar el clima de moderación y normalidad en la convivencia ciudadana; un compromiso con las familias; y una apuesta por las empresas que quieran generar riqueza en el territorio, pero bajo el escrupuloso respeto de las normas ambientales. Estas fueron las líneas maestras esbozadas ayer por Alfonso Rueda en la primera jornada del debate de investidura en el Parlamento que lo volverá a elegir como presidente de la Xunta mañana jueves. «Los desafíos que afronta Galicia y las oportunidades que asomen en el horizonte me cargan de ilusión, de energía y de orgullo para emprender junto al pueblo gallego esta nueva etapa», dijo.
Como era previsible, el aspirante aprovechó la ocasión para afilar más su perfil dentro de la política nacional: «Aquí el bien común no saldrá a subasta; lo correcto es proteger a nuestra tierra de las consecuencias de ese nuevo modelo territorial que se nos pretende imponer» cuando «el partido que gobierna una comunidad autónoma –en referencia a Cataluña– promete la ruptura unilateral del sistema de solidaridad interterritorial», y ante esa realidad «Galicia no puede, ni debe, ni va a quedar callada».
Rueda lamentó que «por primera vez» las «clásicas bravatas independentistas sobre un referéndum no tienen enfrente un Gobierno que les pare los pies». «Me preocupa que los pilares del Estado de derecho sean moneda de cambio para obtener réditos políticos», apuntó, «la amnistía se nos vendió como condición indispensable para la estabilidad, y España podrá tener amnistía pero seguirá sin tener estabilidad».
Desde la tribuna del Pazo do Hórreo, el presidente de la Xunta en funciones subrayó que Galicia «hablará con voz propia en asuntos que marcarán el futuro del Estado de las Autonomías», como «la negociación del nuevo modelo de financiación autonómica justo», porque «no sería admisible que los fondos necesarios para garantizar la calidad de la sanidad, la educación y los servicios sociales dependiesen del territorio en que se asientan».
Así, el nuevo modelo «precisa de una evolución que corrija los desequilibrios acumulados a lo largo de estos años», pero advierte al Gobierno de España ante «la tentación de la bilateralidad partidista». Según sus cálculos, las comunidades padecen un desajuste de 53.000 millones anuales para sufragar sus servicios públicos, «y este es el principal
Pocos invitados, y casi todos del PP. La tribuna apenas contó con el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, los presidentes de diputación populares (Luis López y Luis Menor), varios diputados nacionales (entre ellos los exconselleiros Rosa Quintana y Francisco Conde), exaltos cargos de la Xunta y un grupo de alcaldes conservadores (Noia, A Estrada, San Cibrao, entre otros). Inesperada la presencia del expresidente del Parlamento, Tomás Pérez Vidal. El previsible desembarco de dirigentes de otros partidos se espera para mañana, cuando intervenga la oposición. La plana mayor del PP llegará el sábado, para la toma de posesión. lastre del Estado del Bienestar». «Frente a los que proponen que el egoísmo sea la fuerza motriz de España», Galicia «seguirá reivindicando el equilibrio entre territorios y la igualdad entre ciudadanos», afirmó.
El aspirante –que saldrá reelegido mañana por el Parlamento gracias a la mayoría absoluta lograda por el PP en las elecciones del pasado 18F– denunció «la falta de compromiso del Gobierno central con Galicia», y lo ilustró con la «incomprensible» falta de movilización «de esos miles de millones de euros para inversiones que siguen guardados en un cajón», mientras en la Comunidad «hay proyectos industriales viables, solventes y que cumplen todos los requisitos»; los «incomprensibles e inasumibles precios» de las dos autopistas de peaje de titularidad estatal (la AP-9 y la AP-53) y las «quejas» que acumulan los servicios ferroviarios; o los obstáculos gubernativos para que la Xunta legisle para la gestión del litoral, ya que «no solo aprueba normativa que es incompatible con la forma de vida de los gallegos de la costa», sino que «también combate en los tribunales» la legislación autonómica.
Rueda ratificó que solicitará a la mayor brevedad una reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para trasladarle todas estas reclamaciones, y aprovechó para demandar «la inmediata convocatoria de la Conferencia de Presidentes», un «foro esencial para la cogobernanza de la España autonómica y que el Gobierno central, de un modo sorprendente e incumpliendo la normativa, se niega reiteradamente a convocar».
Defensa de la normalidad
En su intervención, Alfonso Rueda puso en valor que Galicia haya escapado en los últimos años al clima de polarización y crispación de la política nacional. «Estoy especialmente orgulloso de que Galicia no sea así, y pondré todo de mi parte para que la vida pública gallega siga siendo ejemplo de cordialidad», destacó, «escogimos profundizar en la convivencia armónica entre ideas, lenguas y procedencias». Así, abundó que «en nuestra tierra no habrá rupturas, bloqueos ni giros bruscos porque los gallegos votaron para lo contrario»; «no esperen de mí que levante muros entre ciudadanos de un mismo pueblo, aunque piensen diferente», ni tampoco «que cree fronteras con la nación de la que formamos parte, España, porque tampoco la habrá».
Rueda garantizó que gobernará «desde la normalidad de la Constitución y del Estatuto, desde ese edificio normativo nacido de la reconciliación, porque es así como Galicia alcanzó sus cotas más extraordinarias, y así las seguirá logrando». Además, prometió que las decisiones de su Ejecutivo «no estarán pensadas en la satisfacción de ninguna minoría, ni de las estructuras de ningún partido», sino la defensa de los intereses de una Galicia que «no se cierra en sí misma, sino que mira hacia Portugal, al resto de Europa, más
allá del Atlántico» y que lo hace «de la mano del resto de los españoles».
Apoyo a la industria
En una intervención que será replicada mañana a partir de las 11.30 por los grupos parlamentarios, Alfonso Rueda se refirió a la historia de Galicia como «un relato de superación», y la comunidad puede seguir haciéndolo «y por eso una de mis prioridades será captar las nuevas inversiones que ayuden a crear puestos de trabajo de calidad». El candidato entró de lleno en la polémica que rodea el proyecto de factoría de fibras textiles de Altri en la comarca de A Ulloa, en el corazón de Galicia, cuestionado desde el nacionalismo y los grupos ecologistas.
«No asumo ni comparto que se quiera engañar a la sociedad gallega presentándole una disyuntiva falsa» entre industria o respeto ambiental, dijo Rueda, «por supuesto que no saldrá adelante ningún proyecto empresarial que sea incompatible» con el medio ambiente; pero también fue claro al afirmar que «no transigiremos ante las posturas populistas que consideran que absolutamente ningún proyecto industrial ni energético puede salir adelante en Galicia».
Aquí abogó «por un despliegue racional y consensuado de la energía eólica marina, velando en todo momento por que sea plenamente compatible y respetuosa con la actividad pesquera», y defendió la legitimidad de la Comunidad para defender en los tribunales su política eólica, torpedeada desde el TSXG, pero «que cuenta con el aval del Tribunal Supremo». «Nunca nos escucharán criticar faltando al respecto las decisiones judiciales, pero desde luego que las recurriremos cuando pongan en peligro los intereses» de la región.
Rueda insistió en que Galicia «debe darle la bienvenida a toda inversión viable, que cree empleo y que cree riqueza, siempre y cuando respete nuestro entorno y cumpla escrupulosamente con la legislación vigente». En esta línea, alertó de que «lo que está en juego no son los proyectos concretos de una o varias empresas», sino «toda la política industrial y energética de Galicia», y acusó a «quien intenta tumbar todos los proyectos» de ser «enemigo del conjunto de la industria gallega». Así, se refirió veladamente al BNG como «la Cofradía de la Perpetua Negativa», recordando su oposición a proyectos como la factoría de aluminio de Alcoa en la Mariña lucense o a la realización de la Autopista del Atlántico.
«Yo, como tanta gente, sí estoy a favor del progreso de Galicia», sostuvo Rueda, «y me gustaría poder fraguar en este parlamento un amplio consenso sobre asuntos que forman parte de la columna vertebral de nuestra economía». Aquí «tendió la mano» a la oposición «para llegar a un pacto por la industria y la energía que permita prosperar la Galicia a lo largo de esta década», reclamándole a los grupos «propuestas realistas, en positivo, responsables y alejadas de la demagogia».
El ‘estilo Rueda’
A lo largo de un discurso que se extendió ligeramente por encima de la hora y media, Rueda esbozó algunos cambios en la estructura de su próximo gobierno, como la creación de una dirección de asuntos constitucionales, el refuerzo de la política lingüística, la incorporación del departamento de Emigración al área de Emprego o el traslado de I+D a la consellería de Educación. Sin nombres, sin detalles específicos del organigrama.
Tampoco hubo grandes anuncios programáticos, salvo los ya expuestos durante la campaña electoral y recogidos en el programa del PP gallego: rebajas fiscales –«los gallegos pagan de media 500 euros menos que hace quince años»–, la gratuidad de las matrículas universitarias, nuevas ayudas a las familias para sufragar clases de refuerzo extraescolar o el impulso a la vivienda pública. Todo en un tono directo, pragmático, sin retórica ni concesiones a la literatura, que empieza a constituir el ‘estilo Rueda’.
El presidente presentó un proyecto que no se circunscribe a los cuatro años de la XII Legislatura, sino que aspira a configurar «la construcción de la Galicia de la próxima década». «Las decisiones que tomemos condicionarán la estructura económica, la configuración territorial y los servicios públicos con que contaremos a partir de 2030 y más allá», pronosticó. «La confianza es el concepto sobre el que debe pivotar siempre la democracia», planteó en las postrimerías de su discurso, «y para estar a la altura de tan alta responsabilidad, los servidores públicos debemos responder con profesionalidad, con implicación y con ejemplaridad; yo me comprometo con los gallegos a gobernar con palabra». Mañana se la tomará la oposición para darle réplica.
Hora y cuarenta de discurso pragmático, directo, sin retórica ni concesiones a la literatura. Empieza a ser el ‘estilo Rueda’
«Por supuesto, no saldrá adelante ningún proyecto industrial incompatible con su entorno»