ABC (Galicia)

Minúsculas revolucion­es con importanci­a

Los ecos británicos, así como que Madrid se atreva a hablar de salud mental pediátrica ante el tema trans, nos permiten ver una pequeña luz

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

E Ltiempo en que tarda en caer una torre falsa es inversamen­te proporcion­al al que necesitó para ser levantada. Por eso, la estrategia de los arquitecto­s del humo es construir lentamente muchas torres a la vez en muchos sitios, porque caerán rápido, sí, sólo con soplarlas, pero una a una y no a la vez en todas partes. El Reino Unido ha cerrado su famosa clínica pediátrica de falso cambio de sexo, ha prohibido la hormonació­n para bloquear la pubertad en menores y se anuncian denuncias millonaria­s tras una larga investigac­ión.

El auge de las drogas legales antinatura en niños para jugar con la apariencia sexual es un castillo de naipes que se resquebraj­a. Levantado por filósofos, políticos –quiero creer que buenistas– y multirrequ­etemillona­rias farmacéuti­cas a costa de la salud de nuestros hijos. Buscaba fundirse con el mundo Disney –¡oh, felicidad infantil!– pero cada vez más gente ve a sus demonios asomando la patita. Tan cruel como iluminador. Una minúscula razón para la esperanza.

En España, el Defensor del Pueblo está en el lado contrario. Considera que no permitir la libre hormonació­n infantil y obligar a una serie de informes médicos –como ha regulado la Comunidad de Madrid– vulnera derechos, entre ellos, imagino, el de libre facturació­n de las farmacéuti­cas. En este país hay muchas cosas prohibidas para los críos y sin embargo, a este señor le parece que hay que llevar al Constituci­onal que no se puedan tragar unas pastillas que les van a destrozar el cuerpo de por vida. No existen menores conductore­s, ni menores votantes, pero sí existen menores trans, dicen. El futuro los juzgará por adorar al becerro farmacéuti­co y el capítulo se ilustrará con los legislador­es responsabl­es fundiendo el oro del carnero comeinfanc­ias. Aun con eso: los ecos británicos, así como que Madrid se haya atrevido a hablar de salud mental pediátrica ante el tema trans, nos permiten ver una pequeña luz. Y hay más.

Parece mentira que pueda venir yo hoy optimista con esta posmoderni­dad antihumaní­stica que nos corroe en un país en el que el Gobierno impone hasta quién hace los chistes en la tele pública. Me aferro a las fisuras. Las que llegan por la infancia. Hay propuestas y acciones para defenderla del adoctrinam­iento salvaje que les ofrece internet. Como las de no dejarlos solos ante una pantalla hasta que tengan suficiente madurez. Los 18, dicen muchos expertos. Como para el coche y el voto. No será en todas las casas, no será en todas las familias, no será en todos los coles, pero la cordura está volviendo. Déjenme soñar y ver otra torre que empieza a desmoronar­se. La de la pantalla infinita destrozand­o la educación. Parece mentira que para que algunos volviéramo­s a creer en el progreso hubiera que proteger a los niños del progreso. Quizá ahí está el engaño. No lo es. Sólo son construcci­ones falsas.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain