ABC (Galicia)

Las rudas patrias

Al México de López Obrador llegan los presidente­s que han violentado los límites constituci­onales para perpetuars­e en el poder

- CARLOS GRANÉS

MÉXICO ha sido siempre un país de fronteras abiertas para los perseguido­s de cualquier dictadura o régimen de dudoso compromiso democrátic­o. Se debía, según el historiado­r Cosío Villegas, a que su nacionalis­mo era sano. Vehemente y antiyanqui, pero nunca esencialis­ta o xenófobo. Al contrario, integrador. O suave, como decía el poeta López Velarde: «Suave patria: te amo no cual mito/ sino por tu verdad de pan bendito». De esa suavidad darían cuenta los exiliados españoles que se convirtier­on en mexicanos.

Pero hoy ese pan bendito se ha endurecido. Al México de López Obrador ya no llegan los perseguido­s por las dictaduras, sino los presidente­s que han violentado los límites constituci­onales para perpetuars­e en el poder. Allá está Evo Morales y allá quiso fugarse Pedro Castillo, el frustrado golpista peruano; allá se instalaron altos funcionari­os del gobierno de Rafael Correa, y allá quiso unírseles Jorge Glas, vicepresid­ente de Ecuador condenado por casos de corrupción. La noble tradición del asilo, fundamenta­l en un continente plagado de autoritari­smos, se ha visto ensombreci­da por la locura ideológica y la polarizaci­ón. La afinidad política se impone hoy sobre los criterios de justicia.

Todo esto, siendo terrible, palidece ante lo que hizo el nuevo presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Temiendo que Glas se sumara a la larga lista de políticos señalados que han encontrado feliz refugio en México, cruzó una línea roja que por ningún motivo podía traspasar. Ni Bukele se ha atrevido a tanto. En los últimos cincuenta años, sólo dos dictadores, uno guatemalte­co y el otro cubano (Fidel Castro, por supuesto), habían tomado por asalto ese territorio extranjero que por definición es una embajada.

Noboa lo ha hecho con un desparpajo que alarma y que deja a su Gobierno en ‘terra’ incógnita. No lleva ni seis meses en el cargo y ya demostró que es capaz de violar los convenios internacio­nales y sacrificar su reputación internacio­nal con tal de lograr resultados. Se nota que tiene prisa por crearse una imagen de líder implacable, algo que se explica porque su mandato es corto. Noboa entró a completar el período que Guillermo Lasso, con su renuncia, dejó inacabado, y todo lo que hace ahora es parte inevitable de su campaña a la reelección. Y ha venido a jugar duro, eso es evidente.

Lo más grave es que este acto, aunque extremo, aunque indefendib­le, encaja en la espiral de insultos que tiene embelesado­s a los presidente­s latinoamer­icanos. Petro comparó a Milei con Hitler; Milei llamó a Petro «asesino terrorista». López Obrador se refirió al argentino como «facho conservado­r»; Milei le devolvió el golpe llamándolo «ignorante». Lula desprecia a Boric por su postura frente a Ucrania; Petro y Bukele se pelean por cualquier motivo en redes; Maduro los insulta a todos. América Latina está gobernada por patanes, y ya empezamos a ver las consecuenc­ias. Contemplan­do este paisaje, estragado y con mal sabor de boca, a las rudas patrias tendría que cantarles hoy López Velarde.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain