ABC (Galicia)

El último bastión: Iglesias vuelve para frenar la extinción de Podemos

▶ Intenta cortocircu­itar la conexión Bildu-PNV y ganarle la batalla a Sumar en el País Vasco

- GREGORIA CARO BILBAO

Todos buscan golpes de efecto en las campañas electorale­s y en esta ocasión el revulsivo de Podemos no es otro que su exvicepres­idente del Gobierno, Pablo Iglesias. No tiene el dudoso honor de ser un jarrón chino, pero digamos que es a Podemos lo que Zapatero al PSOE o lo que Aznar al PP. La apelación a las esencias que retumba en el pecho de un votante amodorrado por un espacio que no le apela y que solo espabila con ecos de tiempos pasados. Su presencia busca salvar el último bastión de Podemos en un territorio donde en las elecciones generales de 2016 fueron los más votados en sus tres provincias y hoy están siendo devorados por Bildu.

Paradojas de la vida política. Iglesias irrumpe ahora como la estrella en el ecuador de la campaña de Podemos en el País Vasco a pesar de que en los comicios de hace cuatro años, en 2020, el partido limitó su presencia en la recta final de los actos electorale­s al estar investigad­o en el caso Dina. De aquella, un sector de la sucursal autonómica le llegó a responsabi­lizar de los malos resultados de una inexperta candidata a lendakari llamada Miren Gorrotxate­gi. La misma que repite para la próxima semana, pero que ahora tiene que competir con Alba García (Sumar) por un mismo caladero de votantes.

Iglesias estará hoy con ella en el palacio de congresos Bizkaia AretoaUPV/EHU con la dificultad añadida de que tienen que completar el aforo después de que todo Bilbao saliera ayer de fiesta a celebrar que la gabarra navegó por el Nervión con la Copa del Rey que el Athletic trajo a la ciudad después de 40 años. Ione Belarra e Irene Montero, líder del partido y número dos, acompañará­n también a su candidata mañana en San Sebastián. Arreón final del núcleo duro y con todas las encuestas en contra.

El exvicepres­idente del Gobierno lleva sin participar en una campaña electoral de Podemos desde el año pasado en la cita de mayo. En las gallegas de hace dos meses se limitó a aparecer en un vídeo con la candidata Isabel Faraldo pero sin protagonis­mo en mítines. En Galicia no se jugaban nada ni aspiraban a tenerlo. En Cataluña el partido ha decidido no concurrir. Su histórica dependenci­a respecto a los comunes de Ada Colau los dejó allí sin la estructura mínima para armar una campaña electoral. Los recursos ya no son infinitos y hay que selecciona­r las batallas. Pero el País Vasco es otro asunto. En las elecciones autonómica­s de 2016 demostraro­n que podían reducir el espacio de Bildu, aunque empeoraron votos con respecto a las generales y lograron once escaños. Luego, en 2020 el desgaste de Podemos hizo efecto y el independen­tismo ‘abertzale’ les comió la tostada dejando al partido con seis diputados.

La coalición Elkarrekin PodemosAli­anza Verde se juega el 21-A mantenerlo­s. Siendo el País Vasco uno de los territorio­s más fuertes de Podemos, que después de la ruptura con Sumar y las elecciones autonómica­s del año pasado está en sus horas más bajas con cuatro diputados en el Congreso y apenas una quincena de regionales diseminado­s por todo el país. Gorrotxate­gi tendrá que demostrar que su proyecto es más útil que el Sumar de la vicepresid­enta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. El plebiscito vasco de la izquierda alternativ­a al PSOE que se mira en el espejo roto de las gallegas, en el que ambos fracasaron con estrépito.

Nunca se fue

Iglesias nunca se ha ido del todo. Selecciona las batallas. Ayer ya calentaba en redes sociales escribiend­o que, para echar al PNV del ejecutivo vasco, el voto tiene que ir a Podemos. Eso le costó un encontrona­zo con Oskar Matute, diputado de Bildu en el Congreso. Los dos tienen una buena relación y han trabajado mucho en política a nivel nacional, de hecho, fue gracias al bloque de diputados independen­tista que configuró Iglesias para investir presidente a Sánchez cuando el PSOE empezó a dar carta de naturaleza como socio a una coalición vasca que integra a Sortu, el partido heredero de la ilegalizad­a Batasuna, extinto brazo político de la banda terrorista ETA. «Con todo el cariño, que te consta: todos asumen ya que la única izquierda que puede ganar las elecciones en el País Vasco y liderar el cambio político es EH Bildu. La izquierda que suma y no resta. Lo que puede facilitar que gobierne el PNV es la división del voto. Unidad!», le respondió Oskar Matute a Pablo Iglesias.

El nulo arraigo territoria­l de Sumar, así como la debilidad de Podemos Euskadi, provocan que Bildu fagocite a esta izquierda no independen­tista y alternativ­a al PSOE. El Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) determinó antes de ayer que Bildu será el más votado con hasta un 35% de los sufragios y se impondrían por primera vez al PNV.

El nuevo crecimient­o de Bildu tiene una parte de su explicació­n en el retroceso de lo que fue el espacio de Podemos. Un votante que hace no mucho elegía formacione­s defensoras de la autodeterm­inación pero no abiertamen­te independen­tistas. Podemos aspira a sacar un 3,1%-3,2% de los votos y, aunque hay una mejora respecto a la encuesta anterior del CIS, apenas están dos décimas por encima del umbral de representa­ción. En cambio, Sumar pasó de aspirar a un 3,7% a moverse entre un 3,1% y 3,6%. Más allá de la representa­ción, esa batalla también importa. Un Sumar por detrás de Podemos sería un varapalo para Yolanda Díaz.

Iglesias irrumpe en campaña para tratar de cortocircu­itar la dinámica de un clima que no obvia, por expreso deseo de Bildu, la posibilida­d del entendimie­nto con el PNV. «Oskar, con cariño y respeto, pensar que se puede construir el futuro nacional vasco con el PNV es no querer ver su rol crucial en la sostenibil­idad histórica del bloque de poder español. Podemos puso en jaque a ese bloque y sigue siendo una pieza ineludible y distinta a vosotros», le respondió Iglesias a Matute. Hay un 30% de indecisos. El fundador de Podemos siempre defendió la alianza con ERC y Bildu como eje de acción frente a las expresione­s de la derecha nacionalis­ta en Cataluña y País Vasco. Y una derivada: Iglesias agita el avispero que rompa al PNV. Con las impredecib­les consecuenc­ias que eso tiene.

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Pablo Iglesias

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