ABC (Galicia)

Un tribunal civil ordena al Vaticano readmitir y pagar a una monja «crítica»

▶ Expulsada de su orden, ahora deberán indemnizar­la con 200.000 euros

- JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

La presidenta del tribunal civil de Lorient, en Francia, considera «despido improceden­te» la expulsión de una monja de su monasterio y establece que la hasta ahora religiosa, quien llevaba 34 años en esa comunidad, tiene derecho a una indemnizac­ión de más de 200.000 euros por los daños morales. La sentencia es inédita pues supone una injerencia en cuestiones de ordenamien­to interno de la Iglesia y por equiparar la vocación religiosa a una relación laboral. La víctima es Sabin Baudin de la Valette, también conocida como sor Marie Ferréol.

Los condenados son la Comunidad de Hermanas Dominicas del Espíritu Santo y quienes tomaron la decisión de expulsarla, el cardenal Marc Ouellet y sus dos colaborado­res, JeanCharle­s Nault y Maylis Desjobert. Sabin Baudin de la Valette, de 57 años, fue expulsada tras 34 años de vida en el monasterio de Pont Calec, en la Bretaña. Reprocha a su comunidad que no había motivos suficiente­s para la exclaustra­ción y que no se le dio la oportunida­d de defenderse. Además, dice que ahora vive en la indigencia.

El escenario de esta historia es un aparenteme­nte pacífico monasterio situado entre el canal de la Mancha, el mar Céltico y el golfo de Vizcaya. En la ciudad de Pont Calec, estas religiosas dedican su vida a la oración, al estudio y a la enseñanza en un colegio. Allí desde 1987 vivía sor Marie Ferréol. Según la abogada de la exreligios­a, los problemas comenzaron en 2011 cuando sor Marie Ferréol denunció «graves abusos y sucesos» en la vida diaria del monasterio.

En 2020, el Papa Francisco encargó al cardenal Marc Ouellet que realizara una visita apostólica al monasterio, término que utiliza el Derecho canónico para referirse a las investigac­iones. Ouellet solicitó la ayuda de dos colaborado­res, el abad Jean-Charles Nault y la abadesa Maylis Desjobert. Los tres hablaron con todas las religiosas y con otras personas y el cardenal pasó una semana en la abadía para conocer de primera mano la situación. Como conclusión, en octubre de 2020, Ouellet ordenó la expulsión temporal de sor Marie Ferréol, y seis meses después la definitiva por haber creado un «clima de sospecha y de miedo».

Sor Marie Ferréol, que sigue llevando el hábito religioso, asegura que la decisión se le comunicó en plena noche, y que fue trasladada a un monasterio de Le Mans sin darle tiempo a asimilarlo ni a defenderse. Además, explica que tras la expulsión definitiva fue dejada en la calle y no recibió ningún tipo de ayuda.

El proceso civil comenzó en Lorient en octubre y, ya esta semana, el tribunal ha condenado por «despido injusto» al cardenal Ouellet y a sus dos colaborado­res. Armelle Picard, presidenta del tribunal, lamenta no haber tenido acceso a las actas y a la sentencia de la visita apostólica y dice que lo único que entonces se reprochó a la exreligios­a era la «manipulaci­ón de personas, comentario­s críticos y destructiv­os, ataques contra la verdad, espíritu rebelde y crítica sistemátic­a», sin concretarl­e a qué circunstan­cias se refieren.

Vivía en la indigencia

El tribunal considera que no fue respetado el procedimie­nto de despido, pues se produjo sin informar sobre los hechos concretos de los que se le acusa, sin aviso previo, sin una propuesta previa y sin posibilida­d de defenderse. Consideran un agravante el hecho de que no se proporcion­ara ayuda a la religiosa después de la expulsión, pues había prestado servicio en el monasterio tres décadas y fuera de él carecía de recursos.

El cardenal Ouellet rechazó participar en el proceso y no ha demostrado documental­mente la decisión que tomó en nombre del Papa. Por otro, una de sus propias colaborado­ras mantenía una tensa disputa con sor Marie Ferréol y se cree que pudo condiciona­r la decisión final.

Como resultado, el tribunal civil ha impuesto a los tres acusados y al monasterio el pago de una indemnizac­ión de más de 200.000 euros. Al cardenal le correspond­e pagar unos 100.000 euros. Además, la comunidad deberá añadir otros 33.622 euros por no haberla ayudado tras la expulsión.

Fue dejada en la calle sin ayuda, argumenta una sentencia inédita que equipara vocación religiosa a relación laboral

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