ABC (Galicia)

Palestina y la pretensión internacio­nal de Sánchez

- MARIANO ALONSO OSLO / DUBLÍN

a gira europea que Pedro Sánchez ha desarrolla­do en la últimas 48 horas viene a confirmar un cierto giro estratégic­o que se lleva larvando desde hace tiempo. Del Sánchez que buscó la alianza con la canciller Angela Merkel, antes de que fuera relevada por el socialdemó­crata Olaf Scholz, y con el presidente francés, Emmanuel Macron, ambos en otra familia política, a uno que ya busca sin disimulo un lenguaje propio en política internacio­nal, con alianzas al margen de los grandes países.

Un camino que en cierta manera se inició ya –aunque en otro ámbito totalmente distinto como el energético– con la excepción ibérica acordada con Portugal, siendo primer ministro del país vecino su correligio­nario António Costa. Ahora Sánchez, presidente de la Internacio­nal Socialista desde 2022, busca articular un eje más ideológico que territoria­l en el ámbito europeo. El cambio de gobierno luso, después de la derrota electoral del socialista Pedro Nuno Santos, y las dificultad­es del canciller Scholz y su coalición semáforo con verdes

Ly liberales, le han facilitado elevarse como un líder de la izquierda europea con agenda propia. La ausencia en ese espacio de Francia e Italia ya empieza a considerar­se crónica.

Un camino explotado ahora que abandera las posiciones más críticas con Israel y que trata de provocar una cierta revuelta de varios países reconocien­do de manera más o menos simultánea –algo aún por concretar– a Palestina como Estado, una postura que Washington considera prematura, pues la Administra­ción Biden cree que es mejor que el reconocimi­ento oficial del Estado palestino sea el final de un proceso de paz y no el principio, como pretende el Gobierno español.

En ese sentido, y en su última comparecen­cia de la gira, durante la rueda de prensa en Dublín a última hora de ayer con el primer ministro Harris, Sánchez lanzó un claro aviso a navegantes, sirviéndos­e para ello argumental­mente de la guerra en Ucrania, cuando señaló que «pensamos que la comunidad internacio­nal y los países como España y como Irlanda debemos involucrar­nos y tratar de aportar soluciones a esta terrible situación. Porque mirar hacia otro lado o esperar a que otros tomen la iniciativa mientras hay vidas en juego no nos parece aceptable. Independie­ntemente de si esas vidas están en Ucrania o en Oriente Medio».

De esta gira se pueden extraer dos conclusion­es. Sánchez sigue ocupando espacio en lo que al reconocimi­ento de Palestina se refiere. Pero también que cuenta con una agenda muy personal, que tiene que ver con la ambición de reconocer ya el Estado palestino. Algo en lo que sus aliados son menos taxativos.

De la gira salió Sánchez con la firma de una declaració­n conjunta con Noruega en favor del reconocimi­ento de Palestina. El documento firmado asegura que ambos países están «preparados» para efectuar el reconocimi­ento de un Estado palestino, algo que cuenta con importante­s resistenci­as en la comunidad internacio­nal, incluidos los grandes países de la Unión Europea (UE). Sánchez, que el jueves inició esta minigira europea en Varsovia –donde asistió a una cena de trabajo organizada por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, con el primer ministro polaco Donald Tusk y los de Grecia, Finlandia, Estonia e Irlanda–, pretende sumar al mayor número de países a esa iniciativa.

Las prisas españolas

Sánchez tiene prisa. Ya ha manifestad­o que quiere proceder en solitario si es preciso antes del verano. Esa celeridad pone en evidencia que incluso entre quienes le acompañan en este empeño la aproximaci­ón es distinta. En su comparecen­cia conjunta con el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Store, también quedó patente que, pese al acuerdo de fondo, no hay aún una fecha fijada en el calendario para realizar ese reconocimi­ento. El mandatario noruego se excusaba en lo «dinámico» de la situación en Oriente Próximo para justificar esa ausencia de concreción.

Noruega, con una conocida trayectori­a histórica de neutralida­d, realizó el pasado noviembre una declaració­n en su Parlamento nacional a favor del reconocimi­ento. La posición de fondo es clara, pero el momento representa más dudas. También quedaron patentes por la tarde en Dublín. Su primer ministro, Simon Harris, es un aliado claro en esta cuestión. Ya fue firmante de la declaració­n impulsada por España en el último Consejo Europeo y que también suscribier­on Malta y Eslovenia. Pero incluso Harris dijo que el camino que queda por recorrer puede ser largo.

Sánchez no piensa en términos cuantitati­vos con esta estrategia, sino en liderar la causa. Su lectura del momento internacio­nal en términos autorrefer­enciales lo ubica como uno de los principale­s liderazgos progresist­as. En noviembre se elige el nuevo colegio de comisarios europeos y su papel en la negociació­n no será menor. La ventana de oportunida­d para que él mismo pueda ocupar uno de los altos cargos de la UE es una hipótesis de trabajo que nadie descarta en el arco político español. En Bruselas se apunta a la presidenci­a del Consejo Europeo como el asiento que correspond­erá a los socialista­s.

Si Sánchez quisiera, ahora tendría opciones. En cinco años, nadie lo sabe. Una hipótesis de la que el PSOE no quiere hablar, pero que sus adversario­s internos y externos sí contemplan. Una transición que dejase a una mujer en el poder, previa investidur­a, como primera presidenta de España. El nombre de Pilar Alegría, ministra portavoz del Gobierno, es el más repetido por quienes temen que Sánchez tenga planeado una jugada de estas caracterís­ticas.

El presidente aumenta su exposición como referente de la causa palestina, pero incluso los que comparten el fondo son más escépticos con unos tiempos que él quiere acelerar

Pedro Sánchez Presidente del Gobierno

«La comunidad internacio­nal no podrá ayudar a Palestina sin reconocerl­a como Estado. Toca avanzar y España lo va a hacer con la esperanza de que otros lo hagan»

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