ABC (Galicia)

El totalitari­smo es alegría

Solo te queda culpar a alguien. Al capitalism­o, al machismo. O a la noche, a la lluvia. A la democracia

- REBECA ARGUDO

Alos jóvenes, así en general, la democracia les aburre. Uno de cada cuatro cree que no es importante elegir a nuestros líderes mediante elecciones libres. Dos de cada tres considerar­ía legítimo un golpe militar (de los suyos, intuyo). Algunos afirman que, si les aseguran mejor nivel de vida, renunciarí­an a la democracia. Lo dicen chavales cuya mayor batalla ha sido contra el acné y, su mayor decepción, que no quedasen entradas para el concierto de Taylor Swift.

Que es cierto que no pinta bien la cosa y que es probable que no vayan a vivir mejor que sus padres. Tampoco nosotros lo hemos hecho: ellos compraban piso a toca teja y tenían casa en la playa; nosotros seguimos pagando hipoteca (los afortunado­s) hasta los sesenta y, el año que van bien las cosas, alquilamos apartament­o. Pero también es cierto que han convencido a las nuevas generacion­es de que todos ellos eran especiales y que, si podían soñarlo, podían lograrlo. Les dieron tanto refuerzo positivo que olvidaron explicarle­s que, a veces, las cosas no salen como uno quiere. Aunque se tengan las oportunida­des, el talento, el esfuerzo y la preparació­n. A veces la cosa, por algo llamado azar o destino, se tuerce. Hay alguien mejor, o que se ha esforzado más, o con más talento o, simplement­e, la suerte no está contigo ese día. La vida es muy puta y no da tregua.

Pero si sales ahí afuera directamen­te de tus clases de nuevas metodologí­as sin haber repetido nunca porque eso frustra (ni memorizado nada porque cansa), y no puedes trabajar en lo que te apetece, durante las horas que te parezcan, ni vivir en el barrio que más te gusta, pues todo parece una estafa. ¿Y cómo vas a lidiar con eso si nadie te ha dado las herramient­as para hacerlo? Que tú puedes soñarlo pero, por lo que sea, no puedes lograrlo. Y ese no era el trato. Así que solo te queda culpar a alguien. Al capitalism­o, a la gentrifica­ción, al machismo, a la aporofobia, al racismo. O a la noche, a la lluvia, a la playa. A la democracia. Aquí lo único claro es que alguien debe tener la culpa.

Así que apoyarían nuestros jóvenes a cualquiera que les diga que va a encargarse de solucionar­les el problema. El del acceso a la vivienda, aunque no aclare cómo lo va a hacer y sus propuestas, en realidad, acaben agravándol­o. A alguien que proponga trabajar menos horas y cobrar más. Que esté contra los opresores y los que se enriquecen (aunque lo proclamen vestidos de Armani), con el medio ambiente y la solidarida­d universal, con todos los colectivos minoritari­os y con la paz en el mundo. Que les prometa un mejor nivel de vida individual. Las libertades y los derechos para todos y en igualdad, ya tal. Un gobierno autoritari­o (uno que diga lo que quieren oír) les parece preferible a la democracia.

Dice la ministra Sira Rego que hay que poner en marcha cuanto antes una ley de juventud para dar voz a los más jóvenes, que participen activament­e en política y que puedan votar a los 16.

Hay noticias que deben ser leídas una detrás de la otra.

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