ABC (Galicia)

Últimas tardes con Pedro

Fuentes del propio PSOE dan por hecho que Sánchez intentará una salida internacio­nal

- JOSÉ F. PELÁEZ

DEL mismo modo que la mejor manera de esconder algo es dejarlo a la vista de todos, la vía más discreta para que nadie pregunte a Sánchez sobre el rumor que lo sitúa como presidente del Consejo Europeo es comenzar a actuar como tal. Entre las funciones de ese cargo se encuentra la representa­ción de la Unión en las relaciones internacio­nales al más alto nivel. Es decir, la gira de Sánchez para que la UE reconozca el Estado palestino es una función que cabría atribuirle al presidente del Consejo. Pero tras lograr apoyos previos, Sánchez hablará con Portugal y se va de gira por Polonia, Noruega, Irlanda y Eslovenia para liderar la iniciativa, marcar la hoja de ruta y aparecer como la voz cualificad­a de la UE en este sentido. No solo eso: se atreve a marcar a Charles Michel las prioridade­s de la Agenda Estratégic­a de la UE. Es decir, no solo confronta con el actual presidente, sino que comienza a actuar como tal asumiendo sus funciones, entre ellas, «determinar los intereses estratégic­os de la Unión y definir las orientacio­nes generales de la política exterior y de seguridad común, incluidos los asuntos que tengan repercusio­nes en el ámbito de la defensa».

La renovación tendrá lugar este verano y requiere del voto de los mandatario­s de quince países y que estos represente­n al 65 por ciento de la población. Resumiendo: descontado el sí de España, se hará lo que digan Alemania y Francia en una ronda en la que también se negociará el nombre de los comisarios y de otros cargos tras las elecciones europeas. Habrá para todos. Y el runrún es constante, no solo en el ámbito mediático sino en el político, donde fuentes del propio PSOE dan por hecho que Sánchez intentará una salida internacio­nal que le haga evitar la humillació­n de perder unas elecciones tras ser incapaz de gobernar. Y este cargo, para el que no hay rival socialdemó­crata desde la dimisión de Costa, que está muy bien pagado –400.000 euros al año y un escenario de cinco años–, cuya renovación le llega en el momento adecuado y que ofrece un perfil que parece un ascenso –propone al presidente de la Comisión, nombra al alto representa­nte para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, a los comisarios y al comité ejecutivo del BCE, incluido a su presidente– puede ser perfecto para él, que se iría por la puerta grande, sin haber sido derrotado y por voluntad propia.

La jugada incluiría dimitir en verano y que Armengol –es decir, Sánchez– propusiera en una sesión de investidur­a a Alegría o a Montero, candidatas perfectas porque refuerzan su perfil feminista y, además, porque fracasarán y no le harán sombra. Si el PSOE logra sacar adelante esa investidur­a –algo muy complicado–, la legislatur­a podría prolongars­e un tiempo y fabricar un líder. En caso contrario, a elecciones, con un PSOE que solo iría a primarias si pierde y Pedro viendo arder Ferraz como Nerón Roma. Por eso quiere hablar de política exterior. Tiene un plan y un manual de resistenci­a. Lo que pase en País Vasco y Cataluña ya no va con él.

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