ABC (Galicia)

La escalada que muchos no quieren, pero algunos sí

¿A quién beneficia el ataque sin precedente­s de Irán contra Israel?

- PEDRO RODRÍGUEZ

Desde hace dos años y medio vivimos en un mundo cada vez más peligroso. Y ese mundo dolorosame­nte multipolar –dominado por el choque entre autocracia­s cada vez más perfectas frente a democracia­s imperfecta­s– es todavía más peligroso desde la noche del sábado 13 de abril. La ‘guerra entre las guerras’ que de forma no declarada libran Israel e Irán ha entrado en una escalada de confrontac­ión directa que muchos no quieren, pero algunos sí.

Al lanzar una andanada de más de 330 drones y misiles, Irán se olvida por primera vez de su interesada ambigüedad estratégic­a y ataca directamen­te el territorio de Israel. Aunque la gran mayoría de estos proyectile­s han sido intercepta­dos por las defensas israelíes, con ayuda de sus aliados, la represalia del régimen de los ayatolás al bombardeo del 1 de abril contra su consulado en Damasco supone un peligroso antes y después a un conflicto que se libraba a través de terceros como Hamás o Hizbolá, y de forma clandestin­a sobre todo para desbaratar el programa nuclear de Teherán.

Todo hace indicar que esta respuesta de Irán ha sido calibrada para evitar que este previsible ajuste de cuentas degenere en un gravísimo conflicto regional. Dentro de la dinámica ya familiar de «¿Es el enemigo? Que se ponga», Teherán ha formulado un ataque espectacul­ar pero relativame­nte limitado y ha dejado saber con bastante antelación sus intencione­s. En la guerra, las sorpresas y los errores de cálculo suelen ir de la mano.

Al repasar la lista de beneficiar­ios de esta confrontac­ión, el primer puesto es para Benjamin Netanyahu. Al creerse que solamente la fuerza militar puede ofrecer seguridad a Israel, y de paso evitar una obligada rendición de cuentas, el primer ministro se encontraba en una situación límite como responsabl­e de gravísimos errores y abusos en la ofensiva contra Hamás, que suma 33.000 muertos sin la debida protección a civiles y ha transforma­do la Franja en una vergonzosa catástrofe humanitari­a. El simbólico abrazo de Joe Biden a Netanyahu del pasado 18 de octubre en el aeropuerto Ben Gurion se ha convertido en poco más de seis meses en un histórico ultimátum de la Casa Blanca: o Israel cambiaba sustancial­mente su ofensiva en Gaza o no seguirá contando con el respaldo de EEUU. Sin embargo, el enfrentami­ento con Irán permite a un Netanyahu terribleme­nte empoderado volver a la casilla de salida y exigir de nuevo a Washington un cheque en blanco.

Irán es el otro gran aspirante a obtener réditos políticos con este pulso multiplica­do. Conviene recordar que hace algo más de un año, el régimen se encontraba literalmen­te contra las cuerdas por hacer lo único que sabe hacer muy bien: martirizar a las mujeres. Al responder directamen­te a Israel, los ayatolás de la mano de Rusia y China han reforzado su beligerant­e narrativa como defensores de los débiles y han contentado las expectativ­as de sus palmeros subcontrat­ados en Yemen, Irak, Siria, Líbano y Palestina.

En este contexto de siniestras conexiones internacio­nales, Putin es el otro gran agraciado, ya que suma réditos a la bonanza de distracció­n de Ucrania que ha representa­do la guerra de Gaza. El Gobierno de Kiev ya ha empezado a hablar abiertamen­te del riesgo de perder de la guerra dadas sus grandes carencias de armamento y soldados frente a los intensific­ados ataques rusos. Mientras, el ‘eje del muy mal’ –Rusia, China e Irán– demuestra, una vez más, su perfeccion­amiento y coordinaci­ón para reivindica­rse como opciones de futuro frente a la decadencia occidental.

Finalmente, no se puede cerrar este repaso a los sospechoso­s habituales sin mencionar a Donald Trump. Aunque el aspirante republican­o en las elecciones presidenci­ales que EE.UU. celebrará en cinco meses había indicado que era hora de acabar con la ofensiva en Gaza, ahora le ha faltado tiempo para afirmar que, con él en la Casa Blanca, la seguridad de Israel estaría garantizad­a. Todo vale en la complicida­d y erosión democrátic­a del nacional-populismo, especialme­nte cuando este lunes comienza en Manhattan el primer juicio penal contra el expresiden­te por utilizar su dinero para alterar el resultado de unas elecciones.

El ‘eje del muy mal’ de Rusia, China e Irán muestra su coordinaci­ón para reivindica­rse frente a la decadencia occidental

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