Campaña electoral en el juzgado: arranca el primer juicio contra Donald Trump
▶ Se le juzga en Nueva York por falsificación de documentos financieros
Hablar de cita con la historia es repetitivo en el caso de Donald Trump, pero hoy es imposible dejar de hacerlo: el multimillonario neoyorquino se convierte en el primer expresidente de la historia de EE.UU. en ser sometido a un juicio penal. Será en un juzgado del sur de Manhattan, en su ciudad, en el sitio de su recreo y de sus negocios durante décadas. Y será un hito en la última innovación que Trump ha traído a la política estadounidense: hacer campaña electoral desde el juzgado.
Trump es expresidente pero también candidato a la presidencia de EE.UU. Su candidatura en las primarias republicanas se disparó el año pasado cuando recibió una cascada de imputaciones penales: cuatro causas en medio año. Aquello concentró toda la atención pública en su figura.
Trump y sus abogados han conseguido retrasar durante meses el inicio de los juicios, con la intención de que cualquier declaración de culpabilidad por un delito –que podría asustar a los sectores moderados del partido republicano– ocurra pasadas las elecciones presidenciales de noviembre, donde se volverá a ver las caras con Joe Biden.
Los retrasos, sin embargo, han llegado a su fin en Nueva York. El juez que supervisa el caso, Juan Merchán, parecía desde un principio decidido a no dejar arrastrarse en la maraña de recursos dilatorios de la defensa. Hoy espera a Trump en los juzgados, donde arrancará el juicio con la selección de un jurado de doce ciudadanos con una tarea monumental: decidir la culpabilidad o inocencia de la figura política y pública más importante de la última década en EE.UU.
El caso por el que se juzga a Trump es, a la vez, frágil y sórdido. El expresidente fue acusado el año pasado de 39 cargos por falsificación de documentos financieros. Esos documentos se referían a los pagos que Trump hizo a su entonces abogado y muñidor de asuntos turbios, Michael Cohen, para silenciar las relaciones íntimas que había tenido con dos mujeres: Stormy Daniels, actriz porno; y Karen McDougal, modelo de ‘Playboy’. Los pagos se hicieron para evitar que las mujeres revelaran esos romances con Trump –entonces casado en terceras nupcias con su actual esposa, Melania Trump– justo antes de las elecciones de 2016, la cita electoral histórica que le llevó a la Casa Blanca.
La falsificación de documentos financieros es un delito leve y solo se puede considerar delito si va asociado a la comisión de otra conducta delictiva. El fiscal del caso, el demócrata Alvin Bragg, defiende que esa falsificación documental está relacionada con delitos de financiación electoral y fiscales.
Los expertos, divididos
Los expertos están divididos sobre el armazón legal del caso. Para algunos, Bragg ha sustentado de manera suficiente la imputación y hay numerosos casos similares en esos mismos juzgados de Manhattan en los que esa falsificación documental se eleva a delito. Para otros, la acusación de Bragg es frágil. El caso se enterró y desenterró sucesivas veces en la Fiscalía de Nueva York durante años, con dudas entre los fiscales sobre cuál sería la manera más efectiva de llevar a Trump ante la Justicia. Lo llamaban ‘caso zombi’. Pero Bragg lo interpuso finalmente hace un año, a tiempo para estallar en medio de las primarias republicanas y de llevar a Trump al banquillo de los acusados antes de la cita electoral de noviembre.
Desde ese banquillo Trump hará campaña las próximas semanas, en un juicio que le permitirá ahondar en la idea de que sufre una persecución política por parte de sus rivales. Ayer, desde su red social Truth Social, volvió a decir que el juicio está impulsado «en coordinación cercana con la Casa Blanca».
Trump y su defensa han tenido trifulcas constantes con Merchán, a quien acusan de parcial porque su hija ha participado como consultora en campañas políticas, incluidas de Biden. Se esperan muchas más durante los próximos días en la sala del juzgado y declaraciones explosivas fuera de este. Allí hay televisiones apostadas desde la semana pasada y hoy se esperan manifestaciones de seguidores de Trump.
Después de este, le esperan a Trump otros tres juicios. Por su campaña de dar la vuelta a las elecciones en 2020 (tanto en la jurisdicción federal, en Washington, como en la estatal, en Georgia) y por la retención de documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca. Es improbable que vaya a la cárcel si el jurado está de acuerdo con la Fiscalía. Por su edad y por la inexistencia de antecedentes, la condena más realista sería de libertad condicional. Pero eso es lo de menos: el objetivo no es tanto convencer a los doce jurados de que no es culpable, sino de convencer a los millones de personas que siguen el juicio de que es una causa injusta que ejemplifica la corrupción demócrata.